ELOGIO DE LA DESOBEDIENCIA
Gustavo Benites Jara
Oísteis que se os dijo: obedeced a vuestros padres, a vuestros maestros, a vuestras autoridades, a vuestros mayores. Pero yo os digo: desobedeced a todos ellos, pues representan la sumisión, la repetición, la opresión y el acrecentamiento de los males que acosan y pervierten vuestra vida.
Desobedeced a vuestros padres cuando os enseñen a mentir por conveniencia, cuando os pidan ocultar la verdad por cobardía, cuando os quieran habituar al asentimiento ciego y a la adulación infame, cuando no os permitan opinar en la reunión de adultos, cuando exploten a sus obreros y a sus tristes empleados, cuando discriminen a vuestros hermanos, cuando llenos de ira os insulten, humillen o golpeen, cuando os ordenen ignorar el dolor ajeno, cuando os induzcan al egoísmo, a la soberbia, a pasar sobre el débil y sobre el que menos puede, cuando os enseñen los pequeños y mezquinos odios y os aconsejen practicar la despreciable venganza personal.
Desobedeced a vuestros maestros cuando no respondan a vuestra lacerante necesidad de comprensión y de cariño, cuando os digan que la razón es la facultad superior en desmedro de la emoción, madre de todos los amores, cuando os engañen en el aula, cuando directa o torcidamente os cobren por aprobar un curso que el sistema exige, cuando se vuelvan rutinarios, agresivos y déspotas, cuando usen su pequeño poder para oprimir, cuando no acaten la huelga que sus compañeros padecen, cuando no defiendan sus derechos, cuando sean sumisos ante el poder económico, político o religioso, cuando no sean libres ni creativos y os quieran imponer la rutina, la imitación, la mediocridad y la autocomplacencia estéril.
Desobedeced a vuestras autoridades cuando no cumplan con las promesas que os hicieron antes de las elecciones, cuando aparezcan con la agusanada corrupción entre sus manos y en sus infames rostros o con la vil riqueza que devora su pútrida moral, cuando se inclinen ante los explotadores en nombre de la inversión o del progreso, cuando desoigan vuestros reclamos y no os reciban en sus oficinas o palacios, cuando os repriman y torturen y envíen sus gases paralizantes y sus feroces canes, cuando se muestren serviles ante el poder de las transnacionales que destruyen el rocío, el canto del ruiseñor y el perfume de las margaritas; cuando no se preocupen por resolver vuestros urgentes problemas, cuando permiten que vuestra fuerza de trabajo se venda al mejor postor sin respetar vuestra agonía y vuestra esperanza por un salario digno, cuando no laboren por vuestra felicidad sino por el crecimiento de su corrupto poder, cuando os envíen a la guerra o a las pequeñas batallas que impiden la libertad del pueblo, cuando aprueben leyes o decretos contra la igualdad, pero también contra vuestro cuerpo. No temáis, desafiad al poder sin temblor, pero con ansia y plenitud.
Desobedeced a los mayores que han hecho de la vida una letrina de desesperanza, un cementerio de utopías, un pozo de lastimeros desengaños; desobedecedlos cuando su gélido corazón no extienda la compasiva mano, cuando no sepan perdonar, cuando, acrisolados por el odio, os exijan que repitáis las melopeas del aburrimiento, del pesimismo y del fracaso, cuando se muestren a los humildes como inmaculados, fuertes y sabios, cuando os conminen a reproducir una sociedad prostibularia que permite que niñas y niños se vendan por un hato de garbanzos; cuando cierren los ojos porque su cómplice legaña les impide ver las víctimas de la voracidad capitalista, y cuando participen en el abominable turismo sexual…
Esto iba diciendo en sueños la Desobediencia a innumerables Obedientes de bifronte máscara que a veces sonreían y otras sollozaban.
Gustavo Benites Jara
Oísteis que se os dijo: obedeced a vuestros padres, a vuestros maestros, a vuestras autoridades, a vuestros mayores. Pero yo os digo: desobedeced a todos ellos, pues representan la sumisión, la repetición, la opresión y el acrecentamiento de los males que acosan y pervierten vuestra vida.
Desobedeced a vuestros padres cuando os enseñen a mentir por conveniencia, cuando os pidan ocultar la verdad por cobardía, cuando os quieran habituar al asentimiento ciego y a la adulación infame, cuando no os permitan opinar en la reunión de adultos, cuando exploten a sus obreros y a sus tristes empleados, cuando discriminen a vuestros hermanos, cuando llenos de ira os insulten, humillen o golpeen, cuando os ordenen ignorar el dolor ajeno, cuando os induzcan al egoísmo, a la soberbia, a pasar sobre el débil y sobre el que menos puede, cuando os enseñen los pequeños y mezquinos odios y os aconsejen practicar la despreciable venganza personal.
Desobedeced a vuestros maestros cuando no respondan a vuestra lacerante necesidad de comprensión y de cariño, cuando os digan que la razón es la facultad superior en desmedro de la emoción, madre de todos los amores, cuando os engañen en el aula, cuando directa o torcidamente os cobren por aprobar un curso que el sistema exige, cuando se vuelvan rutinarios, agresivos y déspotas, cuando usen su pequeño poder para oprimir, cuando no acaten la huelga que sus compañeros padecen, cuando no defiendan sus derechos, cuando sean sumisos ante el poder económico, político o religioso, cuando no sean libres ni creativos y os quieran imponer la rutina, la imitación, la mediocridad y la autocomplacencia estéril.
Desobedeced a vuestras autoridades cuando no cumplan con las promesas que os hicieron antes de las elecciones, cuando aparezcan con la agusanada corrupción entre sus manos y en sus infames rostros o con la vil riqueza que devora su pútrida moral, cuando se inclinen ante los explotadores en nombre de la inversión o del progreso, cuando desoigan vuestros reclamos y no os reciban en sus oficinas o palacios, cuando os repriman y torturen y envíen sus gases paralizantes y sus feroces canes, cuando se muestren serviles ante el poder de las transnacionales que destruyen el rocío, el canto del ruiseñor y el perfume de las margaritas; cuando no se preocupen por resolver vuestros urgentes problemas, cuando permiten que vuestra fuerza de trabajo se venda al mejor postor sin respetar vuestra agonía y vuestra esperanza por un salario digno, cuando no laboren por vuestra felicidad sino por el crecimiento de su corrupto poder, cuando os envíen a la guerra o a las pequeñas batallas que impiden la libertad del pueblo, cuando aprueben leyes o decretos contra la igualdad, pero también contra vuestro cuerpo. No temáis, desafiad al poder sin temblor, pero con ansia y plenitud.
Desobedeced a los mayores que han hecho de la vida una letrina de desesperanza, un cementerio de utopías, un pozo de lastimeros desengaños; desobedecedlos cuando su gélido corazón no extienda la compasiva mano, cuando no sepan perdonar, cuando, acrisolados por el odio, os exijan que repitáis las melopeas del aburrimiento, del pesimismo y del fracaso, cuando se muestren a los humildes como inmaculados, fuertes y sabios, cuando os conminen a reproducir una sociedad prostibularia que permite que niñas y niños se vendan por un hato de garbanzos; cuando cierren los ojos porque su cómplice legaña les impide ver las víctimas de la voracidad capitalista, y cuando participen en el abominable turismo sexual…
Esto iba diciendo en sueños la Desobediencia a innumerables Obedientes de bifronte máscara que a veces sonreían y otras sollozaban.
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