Analistas extranjeros esperan con tranquilidad el resultado de los comicios, confiando en que en un próximo gobierno no habrá cambios radicales. Aseguran que fundamentos sólidos aún apuntalan la inversión.
por Mauricio Rodríguez Kogan - 15/12/2013 - 03:00
EL EVENTO más importante que los economistas de Wall Street analizarán esta semana en América Latina será el resultado de las elecciones presidenciales de hoy. Pese a estar alertas a algunas propuestas en juego, apuestan a que, si hay cambios en el próximo gobierno, éstos serán sólo parciales. En definitiva, y a diferencia de la sensación de nerviosismo expresada por algunos círculos privados locales, ven el proceso con calma. Pero hacen sus advertencias. “Los mercados están tranquilos. No están preocupados de si gana una u otra candidata. Una (Michelle Bachelet) ya probó que puede manejar el país; la otra (Evelyn Matthei) representa la continuidad del gobierno actual. Es decir, no existe la sensación de que haya cambios radicales”, asegura Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics.
Asimismo, desde afuera se nota que el énfasis en la equidad social, que ha caracterizado el debate, no es un tema exclusivo a Chile. A juicio del director ejecutivo de JP Morgan, Vladimir Werning, “la demanda por abordar este tema no la ha impuesto la coalición de izquierda, sino que proviene de un reclamo social que obligaría a cualquier partido político enfrentarlo”.
De todas formas, distintos analistas plantean que propuestas como la reforma tributaria, la AFP estatal, una nueva Constitución y la eliminación de beneficios a la Inversión Extranjera Directa (IED), sí han causado un grado de incertidumbre.
Alonso Cervera, de Credit Suisse, sostiene que hay que poner el proceso en contexto: “Chile es el mercado con los fundamentos más sólidos de la región, por lo que la reforma tributaria o la posibilidad de que se reescriba la Constitución son fuentes de incertidumbre no comunes en el país”. Entonces, agrega, “en el margen puede estar subiendo la incertidumbre, pero desde niveles muy bajos, porque Chile es simplemente muy estable. No es nada radical ni descomunal: en el fondo, cuando las aguas son calmadas puede subir la marea, pero eso no quiere decir que sea un tsunami”.
En cuanto al balotaje de hoy, algunos analistas se inclinan por un resultado claro: “Es improbable que Matthei consiga mucho más que el 35% de los votos”, sostuvo Alberto Ramos, de Goldman Sachs, en un informe enviado el viernes.
En ese escenario, sin embargo, dudan que el esquema regulatorio o institucional en Chile sufra cambios sustantivos en los próximos cuatro años. “¿Es posible que suban los impuestos?”, se pregunta Sebastián Brown, economista y estratega de Barclays Research. Y él mismo se responde: “Seguro que sí, pero ese cambio no me parece una amenaza al marco institucional existente o un giro dramático a la izquierda”.
Pero hay también visiones más cautelosas, como la de Guillermo Mondino, de Citi, en un comentario a sus clientes: “Para un país al que ampliamente se lo ve como un hito de estabilidad y donde las elecciones usualmente son un evento sin efectos de mercado, ésta deja un inusual sabor de intranquilidad en los inversionistas”. Asegura que si gana Bachelet se plantea la interrogante de cuánto “más allá de los estándares usuales en Chile” se moverá hacia la izquierda.
Esa perspectiva puede tener efectos concretos, según un documento enviado por Luis Arcentales, de Morgan Stanley, que sugiere que la incertidumbre sobre las políticas del nuevo gobierno puede afectar la confianza de empresas y hogares; que mayores impuestos podrían enfriar el crecimiento del consumo y la inversión, y que las empresas pueden incurrir en más altos costos para cumplir con nuevas regulaciones.
CAMBIOS ESPERADOS
La discusión entonces se centra en si el giro a la izquierda que se espera será bueno, malo o neutro para el mercado. Brown advierte que el hecho de que “una de las propuestas más potencialmente ‘izquierdistas’ de Bachelet sea un alza de impuestos para mantener las cuentas fiscales equilibradas, debería quitarles el piso a aquellos análisis teatrales que sugieren que un futuro gobierno de ella prácticamente sería antagónico al sector privado”.
Coutiño cree lo mismo. “No se ve que el posible regreso de Bachelet constituya una amenaza para el modelo. Basado en su gobierno anterior. Creo que va a cuidar la disciplina económica, sin dar señales de populismo que pudieran atentar contra ese modelo”.
“Efectivamente habrá un giro a la izquierda si por ello se entiende el énfasis en aumentar el tamaño del presupuesto y las responsabilidades del Estado Benefactor”, cree Werning. Pero “Estado Benefactor tienen todas las economías desarrolladas. La clave está en diseñarlo de manera que los beneficios sean amplios y orientados al largo plazo y que los recursos no se diluyan a favor de grupos reducidos que pueden intentar adueñarse de la agenda”.
Asimismo, Werning declara que “mi mayor temor pasa por la amplitud de la agenda que se ha planteado y menos por su contenido. Administrar las expectativas creadas simultáneamente en tantos frentes puede atentar contra el resultado del proceso de reformas y generar frustraciones con repercusiones políticas”.
Ramos, a su turno, es de los que no auguran un vendaval de cambios: “Estimamos que los riesgos de cambios drásticos al esquema institucional de Chile son reducidos, independiente de los resultados de la elección”.
Los analistas valoran que uno de los cambios más concretos que se esperan si gana Bachelet sea el tributario, con un fin específico, no uno más abstracto o ideológico.
“Los compromisos de campaña son muy puntuales, y sobre todo la reforma fiscal tiene un objetivo bien identificado, que es financiar los planes en educación”, manifiesta Cervera.
Un punto que inquieta a algunos analistas es desconocer quién liderará el equipo económico de Bachelet, si resulta ganadora hoy. “Hay una alta probabilidad de que Bachelet no elija a un ministro de Hacienda de entre la elite tradicional de economistas chilenos”, a juicio de Mondino. Esto, sugiere, obliga a adivinar si el equipo económico “tendrá o no la fuerza para detener políticas que puedan considerarse enemigas del mercado o potencialmente inconvenientes para la estabilidad de las finanzas públicas”.
Esta mirada más crítica que la de otros analistas le hace a Mondino esperar que “la primera mitad de un mandato de Bachelet se caracterice por un impulso para cumplir su agenda social. Dicho eso, no esperamos que se desarrolle una agenda de reforma orientada a mejorar la productividad de la economía”.
EFECTOS DE MERCADO
En este entorno, se presume que el comportamiento de los mercados no debiera reflejar tensión. “No habrá ningún impacto importante en los activos financieros si se consuma el triunfo de Bachelet”, adelanta Cervera. Y añade: “Si hay un impacto de corto plazo, no veo condiciones para que los inversionistas en general deshagan sus posiciones en activos chilenos”.
Eso al menos se ve reflejado en el mercado de seguros contra moratorias de pago, llamados CDS, que sirven como indicador del riesgo-país. Estos se transan en el mismo nivel bajo de siempre (ver infografía), el que sólo se amplió levemente en mayo, al temerse la inminencia del retiro del estímulo monetario de la Reserva Federal (Fed). Ese mismo evento causó la depreciación del tipo de cambio.
De acuerdo con la visión de los analistas locales, una brecha de 40 puntos porcentuales entre el retorno del indicador bursátil MSCI Mundo y el Ipsa tiene origen en parte en la incertidumbre que gestó en Chile la carrera electoral. Este año, el Ipsa ha caído 23% en dólares, más que el -15% del MSCI Latinoamérica, y contrasta con el avance de 21% del MSCI Mundo.
Pero “justificar una desviación del Ipsa del MSCI Mundo es un ejercicio tremendamente especulativo, sobre todo si uno trata de atribuirle estas desviaciones a nerviosismo por escenarios futuros”, considera Brown. “En general, en la volatilidad de los mercados globales ha incidido la incertidumbre relativa a los próximos pasos de la Fed y el Banco Central Europeo”, apunta.
Por lo pronto, el desempeño del Ipsa en 2014 va a distar mucho de un pésimo 2013, al menos a juicio de Morgan Stanley. Su escenario base es uno de reforma tributaria moderada, lo cual debiera contribuir a un alza no despreciable del Ipsa de 17% en 2014. Sólo un gran cambio tributario podría ayudar a que éste volviera a caer.
Para Coutiño, si se verifica una respuesta negativa del mercado después de las elecciones, ésta será especulativa, ya que por ejemplo los bonos brasileños o mexicanos ofrecen retornos más altos que los de Chile. Pero subraya que “si los inversionistas tienen horizontes de largo plazo, y aprecian una agenda de reformas que debiera repercutir en mayores tasas de crecimiento a futuro, Chile sigue constituyéndose en un mercado atractivo a largo plazo. Las garantías de retornos satisfactorios y de respeto a los derechos de propiedad siguen vigentes”.
IMPACTO EN LA INVERSION
El juicio de los economistas extranjeros difiere también de los argumentos que se han dado en el país sobre la caída de la inversión. “Dudo que haya algún proyecto de inversión en la economía real que se haya puesto en pausa debido a la incertidumbre política asociada a la elección”, opina Brown.
Lo mismo Cervera, quien relata que hace un año empezó a destacar que venía una desaceleración de la inversión. Esto, porque “después de un boom de varios años, el proceso maduró y no tiene nada con la agenda política”.
“Los márgenes de ganancia que atrae la inversión se definen por muchos factores adicionales a los impositivos, como por las condiciones de demanda interna, los términos de intercambio, las mejoras de productividad, y cambios regulatorios”, explica Werning.
En esa perspectiva, cree Brown, “ni el gobierno actual ni el próximo serán responsables de una parte importante de los factores que explican esa caída”.
Luego, Werning sugiere que existe la oportunidad de sorprender al mercado proponiendo cambios regulatorios que abran oportunidades en el sector energético y generen expectativas de bajas de costos. “No sabemos si Bachelet se animará, pero si lo hiciera, tendría un impacto que neutralizaría las posibles críticas sobre el impacto de la reforma impositiva en la inversión futura”.
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