Jueves 20 de Junio de 2013 15:40
César Barrera Bazán
Escrito por el consejero César Barrera Bazán
Nuestra educación está en crisis como expresión innegable de la crisis estructural del sistema y de nuestra vieja y agotada República. El problema reside en que se insiste en esconder o disimular sus causas y a exculpar a los responsables reales y directos. Se anuncia una y otra vez profundos cambios y “revoluciones”, pero la situación empeora, la educación pública va cuesta abajo y, en sentido contrario, el negocio privado de la educación va vertiginosamente hacia arriba.
Quienes predicando lo contrario, han hecho de la educación un lucrativo y privilegiado negocio, necesitan seguir desprestigiando a la educación pública. Para ello manejan encuestas catastróficas en la que publican solo resultados, nunca los factores, ni los procesos que condujeron a tales resultados para, de esa manera, acelerar el despoblamiento de los centros educativos fiscales y el trasvase consiguiente a los negocios privados. Esta tarea perversa se articula perfectamente con las políticas de abandono y asfixia de la educación pública que desarrollan desde el Estado, los gobiernos y las clases que lo conducen.
El sistema de la educación pública en nuestro país nunca llegó a democratizarse y universalizarse a plenitud. Desde sus orígenes arrastró características excluyentes, memorísticas y conservadoras, más de las veces divorciadas de la realidad, el trabajo y del desarrollo. Sin embargo, aun así, ella fue siempre un referente, un símbolo y una esperanza para la gran mayoría del país. Con todas sus carencias, los Centros Educativos Públicos si eran emblemáticos, motivo de orgullo de cada comunidad y los maestros fueron, en muchos casos, reales líderes de las mismas.
A la educación pública se le ha manejado de la misma forma en que se ha manoseado al Estado, de manera improvisada, al paso, sin visión de futuro y carente de un Proyecto Nacional que le de rumbo, continuidad y la convierta en soporte real del desarrollo integral.
En los casi 200 años de vida republicana, así como increíblemente hemos tenido ya 12 Constituciones y 07 Estatutos de Gobierno, tenemos también el triste record de haber padecido, unas más que otras, a 24 Reformas y leyes generales de Educación. Así como de un día para el otro se convirtieron los 24 departamentos en regiones y, sin embargo, la descentralización real, fuente de desarrollo, integración y progreso, no se ve por ninguna parte, también, en menos de 20 años tenemos ya 137 Universidades con centenares de filiales e incontables institutos de educación superior, la gran mayoría de precaria o nula calidad (con las excepciones que confirman la regla).
Ni el Perú se ha descentralizado realmente, ni dejado atrás su condición de país primario exportador, que viene desde la colonia, como tampoco hemos mejorado sustantivamente la calidad de educación. Lo que si ha crecido en cantidad, de lejos, es el negocio lucrativo educativo, disminuyendo el apoyo político y la obligación presupuestal del Estado para con la educación pública, al extremo que de no producirse un verdadero cambio o reforma profunda en relación a la educación, se calcula que en 10 años o menos, la actividad privada en la Educación Básica, habrá igualado o superado en % a la educación pública a cargo del Estado y los gobiernos de turno. La tendencia terrorífica de despoblamiento de turnos y aulas fiscales, para engrosar la clientela de los centros particulares tiene que ser parada y revertida.
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