Analista
Global.
En 1996, el régimen de Alberto Fujimori emitió el Decreto
Legislativo Nº 882, permitiendo la creación de negocios universitarios. De esta
manera, reconocía los esfuerzos empresariales de Carlos Boloña, su cercano
colaborador que unos años antes había fundado la San Ignacio en sociedad con
Raúl Diez Canseco. Desde entonces han proliferado estos comercios.
Un legado funesto del gobierno de Alberto Fujimori, un legado
mercantilista que le ha hecho ya un daño sustancial al país, es el decreto que
permite la creación de negocios universitarios sin otro control de calidad que
el que ellos mismos se impongan. Como ya ha sido señalado hasta el hartazgo,
los resultados nefastos de esta medida se pueden apreciar fácilmente. ¿Por qué
se dio? Por un lado, para favorecer a personajes como Carlos Boloña y Raúl Diez
Canseco, dueños de la Universidad (negocio) San Ignacio de Loyola; por otro, por influencia de ideologías
liberales y capitalistas que no pueden entender que haya actividades en el
centro mismo de nuestra vida social que no sean mercantiles.
Los empresarios universitarios encontraron un campo fértil. Los
títulos se venden solos. En un país tan desigual como el nuestro, los menos
favorecidos conciben la educación superior como uno de los pocos medios que
tienen a su alcance para superarse. Con una clase alta generalmente
desinformada y necia, las víctimas del DL Nº 882 no fueron solamente los
pobres. Todo es cuestión de empaquetar el producto adecuadamente: se gasta más,
pero también se cobra mucho más. El negocio es redondo. Como alguna vez dijo
uno de estos comerciantes, los primeros cinco alumnos pagan los costos, el
resto va al bolsillo.
El rol de la universidad debe
reflejarse en la consideración de la educación como bien público, donde el
Estado proporcione los recursos necesarios para financiar los estudios de
quienes poseen menos recursos y donde la misión de la universidad debiera estar
relacionada con una permanente actitud crítica, reflexiva y propositiva
respecto del adecuado desarrollo de la sociedad y no estar más preocupada de
los rendimientos obtenidos en la bolsa, dentro de la concepción de que “el
mercado lo decide todo”. La responsabilidad social universitaria es la
capacidad que tiene la universidad de difundir y poner en práctica una serie de
principios y valores generales y específicos, por medio de cuatro procesos claves de toda
institución de educación superior: la gestión, la docencia, la investigación y
la extensión; que constituyen el centro del quehacer de toda universidad.
Documento en línea http://construyepaís.cl/documentos/microprogramas_RS.pdf
, visitado en fecha 20-12-2006.
¿Cómo contribuir a que las verdaderas universidades
puedan cumplir con sus funciones propias? La universidad educa y socializa;
contribuye al conocimiento científico y la reflexión humanista; es depositaria
de la cultura nacional y conciencia crítica de la sociedad. ¿Cómo asegurar que
pueda asumir estas funciones a cabalidad?
Lo que debemos evitar en el
el Perú que la nueva ley universitaria en el Perú, sea una manifestación más de
la penetración del mercado en la universidad, o sea la mercantilización
de la educación superior que en otras latitus tiene como expresión el rápido crecimiento de las universidades
privadas, el cobro de altas tasas o aranceles a los estudiantes para
poder estudiar, venta de servicios universitarios on line, la apertura de numerosas sedes o la creación de las denominadas universidades corporativas por parte de
diversas empresas multinacionales.
La formación de los
profesionales debe responder a los requerimientos de un país en vías de desarrollo,
que no sólo necesita de trabajadores excelentes, sino también de líderes, dirigentes,
creadores de empresas y profesionales que tengan verdadera conciencia de su
responsabilidad profesional.
Los negocios universitarios son negocios. No
debería ser necesario decirlo y enfatizarlo. Son sociedades mercantiles cuyo
objetivo único e incuestionable es hacer dinero, a través de la venta de
servicios educativos. La finalidad de las universidades sin fines de lucro es
otra. Se trata de comunidades de profesores y alumnos dedicados a la vida
académica. En ellas se educa exponiendo a los alumnos a la creación científica,
humanística o artística. Existen para cultivar la vida del intelecto, no para
vender servicios.
Para que la Universidad pueda
desarrollar eficientemente su labor de formadora, la empresa privada tiene la
responsabilidad social de aportar a dicha formación, a través de la presencia
de sus funcionarios en la docencia universitaria, la dirección de trabajos de investigación
y su participación activa en la dinámica universitaria.
La ley debe tratar a los negocios universitarios como lo que
son, negocios. Que vendan educación no les da ningún privilegio, como vender
comida o medicinas o salud no les da a la casera, las bodegas y los
supermercados, ni a las boticas y aseguradoras ninguna ventaja ni derecho a un
trato especial. Como negocios, deben estar sujetos a la legislación que regula
las sociedades mercantiles sin ninguna prebenda. Lo que el Estado sí debe hacer
es exigir que hagan pública la información que pueda necesitar el consumidor
para determinar la calidad de los servicios que se le ofrecen. Hablar en este
contexto de autonomía universitaria es una artimaña interesada.
Para las verdaderas universidades, la nueva ley debe crear un
sistema nacional, autónomo y estructurado en base al mérito académico (no "meritocrático" o de castas de tecnócratas). Entre
otras medidas, podría establecer incentivos tributarios para donaciones; crear
fondos intangibles para la financiación de las universidades públicas;
establecer mecanismos de integración de recursos materiales y humanos. En
consulta con nuestras mejores universidades, el Estado debe fijar los criterios
que deban cumplir las universidades que quieran ser parte de este sistema. Hará
bien en no conceder que la mera designación "sin fines de lucro"
asegure que se trate realmente de una universidad y no un negocio, o caja chica para vida política partidaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario