domingo, 16 de marzo de 2014
Héctor Béjar
www.hectorbejar.com
El mundo manipulado de hoy fabrica estrellas falsas y oculta valores verdaderos. Uno de estos últimos valores fue Anthony Benn, conocido en Inglaterra como Tony Benn. Acaba de fallecer en Londres a los 88 años. Le dedico esta columna porque, a pesar de su importancia, es desconocido en el mundo latinoamericano donde, por pereza intelectual, se ignora a la izquierda radical europea que continúa activa y vigente. Sintetizo los comentarios de la prensa inglesa.
Benn fue por décadas líder de la izquierda del laborismo inglés. Fue orador, jefe de campañas, periodista, insider y outsider. Ingresó al Parlamento en 1950 a los 25 años. Fue ministro de tecnología, industria y energía en los gobiernos de Harold Wilson y James Callaghan. Nació lord en una familia aristocrática y renunció a su título nobiliario.
Fue derrotado muchas veces, pero nunca cedió al realismo político. Supo estar en la política sin rendir sus principios y salir de ella cuando fue necesario. Utilizó su influencia por todos los medios: publicaciones periodísticas, conferencias, ferias literarias, oratoria.
Lideró las campañas contra la invasión de Irak, encabezando las más grandes demostraciones habidas en Inglaterra en el siglo XX bajo el lema Stop the War (Detengan la Guerra), en 2003.
Profundamente cristiano, estuvo contra las jerarquías anglicana y católica. Socialista, se mantuvo siempre dentro de las tradiciones de la izquierda de su partido, con una posición sindicalista, proteccionista, antinorteamericana, anti nuclear, en oposición al centrismo claudicante y modernizador de los Blair y Felipes González, que estuvo tan de moda en los ochenta. Esos “socialistas”, que en su tiempo sirvieron de modelo al oportunismo latinoamericano de izquierda, acompañan, ignoran y justifican hasta hoy los crímenes de los imperialismos. No lo hacen gratis: todos son multimillonarios.
A diferencia de ellos, Benn perteneció a la generación de constructores de la Europa contemporánea con democracia y justicia social. Fueron ejemplo de esa generación los francoalemanes como Stephen Hessel, los holandeses Johannes Pieter Pronk y Sjef Theunis, el sueco Olof Palme, el comunista italiano Renato Sandri y muchos otros.
Ante el impacto del thatcherismo, no perdió la fe en el radicalismo de izquierda. Se mantuvo firme contra la vacuidad moral de la clase política que estaba perdiendo contacto con el pueblo.
Su primera lealtad no era al partido sino a la causa del internacionalismo, la solidaridad y la igualdad, que proveen el aspecto ético del compromiso político.
La preocupación de sus detractores fue que Benn no estaba quieto a su edad avanzada. Él estaba convencido de que solo había algo definitivo: el socialismo, y no renunció como otros, ni a esa gloriosa palabra ni a su contenido revolucionario. Abogó por los débiles contra los fuertes, los pobres contra los ricos, los trabajadores contra el capital. Sostuvo que somos más eficaces cuando trabajamos colectivamente. Denunció que estos principios eran amenazados en la política británica, y él los mantuvo vigentes con su ejemplo personal. Aunque finalmente fue marginado, mantuvo su coraje y dio coraje a sus seguidores.
A diferencia de la mayoría de políticos, para quienes la democracia es una coartada que oculta sus negocios y enriquecimiento, él tomaba en serio el potencial de la democracia para cambiar el mundo. Esta rara cualidad explica por qué estuvo entre los pocos líderes políticos del siglo XX que se convirtieron en más y no menos radicales a lo largo de sus carreras.
Fue señalado por la derecha como el hombre más peligroso de Gran Bretaña. Esto no lo silenció. Por el contrario intensificó sus conferencias en cientos de distintas audiencias en que planteó las posibilidades radicales de la democracia. Fue radical, pero no extremista.
Como Mandela, como Martin Lutero King, pertenece al tipo de iconos que son demonizados en vida y santificados después de muertos, para asimilarlos al estatus quo. Aquí recuerdo al Benn radical.
Su libro Calor de un sol otoñal. A Blaze of Autumm Sunshine (London: Random House 2014) contiene sus diarios que abarcan la política inglesa desde 1940 hasta 1990.
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