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sábado, 22 de marzo de 2014

Revolución de Trujillo de 1932

La Revolución de Trujillo fue una revuelta popular realizada por campesinos, obreros y estudiantes de filiación aprista en la ciudad deTrujillo ocurrida en los primeros días julio de 1932, durante el gobierno deLuis Miguel Sánchez Cerro.
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Tropas ocupan una trinchera en el barrio de "Mansiche" durante la revolución de 1932; fotografía en exhibición permanente en el "Centro cultural Haya de la Torre" (Trujillo -Perú)

Antecedentes

Durante las décadas de los años 1920 y 1930 Trujillo vivió la gestación y crecimiento de la organización sindical entre los campesinos de las haciendas de la región y la agitación de la intelectualidad urbana progresista. Zonas como Casa Grande, Cartavio y Laredo se convirtieron en bastiones del recién nacido Partido Aprista Peruano, organización política de orientación socialdemocrata fundada por el líder estudiantil Víctor Raúl Haya de la Torre.
El 8 de enero de 1932, el entonces presidente del Perú Luis Sánchez Cerro, perpetró un “autogolpe”; publicando una ley inconstitucional que proscribía las libertades políticas y permitía la detención de cualquier ciudadano sin mandato judicial; este hecho, sumado a las desigualdades sociales, al irrespeto de los derechos laborales de los trabajadores de las haciendas azucareras ubicadas al norte de la ciudad de Trujillo, acrecentaron el descontento social.
Desde este momento las demandas por el fin del gobierno “sanchezcerrista” y por la liberación del líder político Víctor Raúl Haya de la Torre, quien se encontraba preso desde el 6 de julio, se volvieron incontenibles.

Los hechos[editar]

En la madrugada del 7 de julio de 1932,1 un grupo insurgente compuesto fundamentalmente por campesinos y obreros, comandado por Manuel Barreto (conocido como “Bufalo") reconocido líder aprista, asaltó y capturó el cuartel de artillería Ricardo O’Donovan, ubicado en la entonces entrada de la ciudad.
La revuelta aprista.- Es así que el 7 de julio de 1932 a las dos de la madrugada, un grupo de cañeros de la hacienda Laredo y estudiantes del Colegio San Juan asaltaron el cuartel O’ Donovan de Trujillo. Al frente de las masas estuvo Manuel “Búfalo” Barreto. La pelea duró más de tres horas, causando numerosas bajas por ambos lados. Uno de los primeros en caer fue el “Búfalo” Barreto, pero los insurrectos fueron ganando terreno tomando el Cuartel de Seguridad y el local de la Prefectura cuya jefatura fue asumida de facto por el sublevado Agustín Haya de la Torre. El gobierno envió tropas del regimiento N° 7 y el Congreso se reunió de urgencia aprobando el estado de sitio y la creación de cortes marciales. El sábado 9 desembarcaron en Salaverry las tropas que encabezaba el Coronel Miró Quesada, y con el apoyo de dos compañías llegó por tierra a Chimbote recuperando el puerto que había sido capturado.

El jefe de la región militar de Lambayeque, coronel Manuel Ruíz Bravo, se desplazó desde el norte con la mayor fuerza operativa del gobierno. El gobierno contaba con algunas unidades aéreas que ayudaron a sofocar la revuelta. Al atardecer del sábado 9 los revolucionarios ya presentían su derrota. Las tropas de Miró Quesada se fueron acercando a Trujillo.

El 09 de julio, se recuerda el 78 aniversario de la masacre perpetrada por las hordas apristas contra oficiales del Ejército y Policía, en Trujillo en el año 1932, ese día estaban en calidad de prisioneros en la cárcel pública, los oficiales siguientes: Del Grupo de Artillería No 1 (Regimiento) el Teniente Coronel EP Jefe Julio P. Silva Càceda, Mayor Luis Pérez Salmón, Capitán Manuel Morzàn, Capitán Víctor Corantes, Alféreces, Ricardo Revelli, Alfredo Molina y Miguel Picasso. Del Batallón de Infantería (Regimiento) No.1 Subtenientes Carlos Hernández, Federico Mendoza, Carlos Valderrama. De la Policía (Guardia Civil) Capitán Eduardo Carbajal y Teniente Alberto Villanueva.
2 Luego de la toma del Cuartel Oº Donovan, por parte de los amotinados apristas el 07 de julio de 1932, hicieron conocer al gobierno que tenían en calidad de prisioneros a la oficialidad del Ejército y la Policía, amenazando que en caso de tomar medidas militares por parte del gobierno para capturar Trujillo, ejecutarían a los prisioneros. El Gobierno decidió restablecer el orden, la amenaza de asesinar a los oficiales prisioneros, fue evaluada, como una acto imposible de ejecutar, al ir más allá de los límites de cualquier confrontación.
La masacre.- A medianoche una multitud aprista enfurecida y en venganza por que veían venir su derrota se dirigió a la cárcel y sin ninguna misericordia asesinó cruelmente a los oficiales, sargentos y cabos que se hallaban presos y desarmados.

Bombardeo de Trujillo

Ante la insurgencia trujillana, el gobierno de Sánchez Cerro ordenó un ataque aéreo (el primer ataque a población civil protagonizada por la nueva flota de aviones), que se llevó a cabo el día 8 de julio, mientras tanto movilizaba tropas desde el departamento vecino de Lambayeque y el regimiento de infantería N° 7 se disponía a desembarcar en el puerto de Salaverry; en medio del bombardeo, los líderes insurgentes pasaron a la clandestinidad y el pueblo, alzado en armas, se preparó para resistir la acción del ejército.
El día 9 de julio, 10 oficiales del ejército y 15 policías capturados durante la insurrección perdieron la vida en un confuso incidente que nunca se llegó a aclarar, entre ellos estaban dos oficiales de apellidos Ortega y Villanueva, culpables de atentados criminales ocurridos en diciembre de 1931 en la localidad de Paiján y en la ciudad de Trujillo contra algunos militantes del Partido Aprista Peruano, al que pertenecían los líderes de la insurgencia. Si bien la muerte de estos oficiales fue atribuida a los jefes insurrectos sin ninguna prueba, estas muertes fueron en realidad causadas por individuos de tropa sumados a la revolución [cita requerida], en medio del caos que imperaba entonces.
El mismo día 9 de julio, tropas del regimiento N° 7 fueron rechazadas por los insurgentes en la zona denominada “La Floresta”, hasta el Lunes 11 de Julio, el pueblo armado logró contener el ataque de las fuerzas del gobierno; hubo numerosas bajas por ambos lados.
En la madrugada del día 11 de julio, tras un intenso bombardeo aéreo y terrestre, un gran despliegue de tropas inició la ocupación de la ciudad. En la “Portada de Mansiche”, un grupo de francotiradores dirigidos por Carlos Cabada contuvo el avance del ejército, ayudando a fortalecer las defensas dentro de la ciudad, en la plazoleta “El Recreo”, la dama de nombre Maria Luisa Obregón, apodada “La Laredina” condujo la resistencia disparando ella misma una ametralladora; la lucha se libró calle a calle; los soldados eran recibidos con disparos y en general con cualquier objeto contundente arrojado por los pobladores rebeldes desde los techos, entre cánticos y lemas alusivos al partido aprista peruano. Fue el profesor Alfredo Tello Salavarria quien se mantuvo frente a las últimas trincheras, en el barrio trujillano de “Chicago”.
El 18 de julio, el jefe de operaciones, Coronel Luis Bravo, informó tener pleno control territorial, luego de cometer numerosas represalias contra la población civil en Chepen, Mansiche, Casa Grande, Ascope y Cartavio (las tres últimas haciendas azucareras donde laboraban algunos de los insurgentes).

Las ejecuciones

Numerosos combatientes que se habían rendido fueron fusilados sin juicio. Una “Corte Marcial” sin ninguna garantía e independencia dictó pena de muerte contra 102 personas sindicadas como principales responsables del alzamiento; debido a que muchos de estos se encontraban fugitivos y otros habían muerto en el enfrentamiento, la pena solo pudo aplicársele a 42 detenidos, quienes fueron trasladados a la ciudadela de Chan Chan, obligados a cavar las fosas que se convertirían en sus tumbas y sin excepción recibieron la descarga fatal el 27 de julio de 1932. Pero se calcula que el número exacto de víctimas al ternimar el conflicto llegó a sumar aproximadamente unos 5 mil civiles, muy vinculados al partido aprista, que fueron fusilados de forma extrajudical. Aún así, enfrentaron a la muerte, dando vivas al partido aprista y a su líder Víctor Raúl Haya de la Torre.
Esta insurrección y su represión desmedida, marcaron por mucho tiempo la identidad política de la ciudad de Trujillo y del norte delPerú, llegando la ciudad a ser considerada como bastión electoral del Partido Aprista Peruano. Significó también el surgimiento de una animosidad recíproca entre el APRA y las Fuerzas Armadas, que tuvo honda repercusión en la vida política del Perú y que solo pudo ser superada en la década del 80 del siglo XX, poco antes de morir Víctor Raúl Haya de la Torre.

Bibliografía

  • GIESECKE SARA LAFOSSE, Margarita (2010). La Insurrección de Trujillo (Jueves 7 de julio de 1932) (N°1 edición). Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. pp. 371.
  • LEÓN ECHAHUE, Felix (1934). Lo Que Vi y Lo Que Se de la Revolución de Trujillo (N°1 edición). México D.F.: Editorial Horoscopo.
  • THORNDIKE LOSADA, Guillermo (1969). El Año de la Barbarie (N°1 edición). Lima: Editorial Nueva América.
  • Grupo La República (2004). GARAYAR Carlos. ed. Atlas Regional del Perú – La Libertad (Tomo N° 10) (N°1 edición). Lima: Ediciones Peisa. pp. 112. 9972-40-332-7.

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