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sábado, 2 de abril de 2011

DESPUÉS DEL 10 DE ABRIL.

POR: UBALDO TEJADA GUERRERO – ANALISTA GLOBAL – elpensionista146@yahoo.com



La ausencia de lucha de ideas en el debate electoral, nos indica, que no sólo se trata de alcanzar un gobierno con rostro nuevo y popular, sino capaz de hacer cambios fundamentales y de incorporar la capacidad ciudadana como factor activo en este proceso político”.


El 10 de abril se cierra una etapa de 21 años de neoliberalismo en el Perú, desde Fujimori (1990) hasta García (2011). Hoy los llamados 4 candidatos neoliberales “grandes” (Toledo, Fujimori, Kucsynski y Castañeda) coinciden programáticamente en continuar el modelo: mayor exclusión, concentración de la riqueza (oligopolios), economía primario exportadora (minería, gas, petróleo), sin desarrollo nacional, ni equidad en su distribución (transnacionales y oligopolios), no genera fuentes de trabajo productivas (informalidad), ni mejora la capacidad adquisitiva de los peruanos (canasta básica a S/. 2,111.00).


Primera o Segunda vuelta, la guerra sucia derechista ha empezado. El escenario político peruano, está planteado en términos estratégicos (estructurales), y no únicamente coyunturales (elecciones). Esto lo entiende bien la derecha en su férrea unidad hacia la presidencia y el congreso, y fuera de él, por ello su afán de ser mayoría congresal. No olvidemos el triunfo de Susana Villarán para la alcaldía de Lima el 2010. Duro revés para la derecha centralista y un ensayo de guerra sucia mediática de los grupos de poder, contra “Fuerza Social”, y fundamentalmente contra el “Movimiento Nueva Izquierda” (MNI), cuya satanización fue contrarrestada con vigilias ante el Jurado Nacional de Elecciones y en la plaza San Martín.


De otro lado las luchas populares, corren por cuerdas separadas del “carnaval” electoral de la derecha, nos dicen que el gobierno aprista se ha embarcado en una pendiente abiertamente autoritaria e intolerante, que no le queda otro camino que recurrir a la fuerza bruta, para seguir rematando el patrimonio nacional, y neutralizar a la oposición movilizada. Reconocemos la oportunidad que se abrió en el Perú a partir de las elecciones regionales y municipales (2010) y al gobierno nacional (2011), por su importancia estratégica de acumulación de fuerzas para la fuerzas que pugnan por el cambio del modelo neoliberal, “con una visión integral desde abajo, con nuevas expresiones, protagonistas y liderazgos en las regiones” (“Proceso electoral 2011 y crónica de una decisión necesaria” – César Barrera Bazán).


La antropofagia derechista en el Perú, no tiene límites en su propia tinta, en su afán de contener la tendencia de refundación de una nueva república desde los escenarios del Perú profundo, que exige edificar ciudadanía, preparación integral de equipos de líderes honestos y capaces, construir institucionalidad relacionada con sus bases, como única alternativa a ésta fanfarria electoral derechista, de grupos económicos, de grupos familiares, de incapaces reeleccionistas, etc.


El debate del 03 de abril, marginando a muchos candidatos, reduciéndolo a sólo 5 “grandes”; sólo tendrá un candidato de oposición: Ollanta Humala. Adelantamos los resultados: los 4 candidatos neoliberales están incapacitados para demostrar ante el pueblo peruano que el continuismo tiene futuro: por su dependencia del mercado internacional que lo hace inestable, porque la crisis norteamericana continua, haciendo imprevisible sus efectos en el país, por que el rebrote inflacionario, si no es controlado, puede convertirse en el factor final de la erosión neoliberal.


La clave, es la unidad que se construya, no a partir de las elecciones del 10 de abril, sino desde ahora desde un proyecto común de cambio, porque hay que ponerle resaltador, para decir que el neoliberalismo, no sólo es una opción económica, es también política, social, cultural; donde la lucha de ideas es lo central. Las tareas democráticas siguen vigentes desde el 5 de abril de 1992. Los contratos lesivos a la soberanía nacional, continúan, pero el peor peligro es la parálisis que produce la desmoralización nacional, de lo que se trata es de incorporar al ciudadano al proceso social, y político, a lo jóvenes y a las nuevas generaciones; ello será construcción ciudadana, no intelectual, no de rasgos autoritarios, elitistas o de caudillos. ¿Podremos hacerlo?

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