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viernes, 29 de abril de 2011

1º DE MAYO: ¡BUSCANDO TRABAJO DIGNO!

POR: UBALDO TEJADA GUERRERO – Analista Global – jesusenacción46@gmail.com


"Si creéis que ahorcándonos podréis acabar con el movimiento obrero -- el movimiento del cual los millones de oprimidos, los millones que laboran en la miseria y la necesidad esperan su salvación, si ésta es vuestra opinión, entonces ¡ahorcadnos! Aquí pisoteáis una chispa, pero allí y allá, detrás de vosotros, frente a vosotros, y por todas partes, las llamas surgirán. Es un fuego subterráneo. No lo podréis apagar” (Hessois Auguste Spies- Martir de Chicago).


En todo el mundo el 1º de Mayo, los trabajadores celebran su día, rememorando el sacrificio de los mártires de Chicago (1886), José Martí, corresponsal del diario La Nación, de Buenos Aires, cubrió así los sucesos: "...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: 'la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora'. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable..."


Siete años más tarde John Peter Altgeld, Gobernador de Illinois, declaró la inocencia de los ocho trabajadores y liberó a los tres sobrevivientes. Se levantó un monumento para depositar los restos de los ejecutados y honrar su memoria.

El sacrificio de los mártires de Chicago dio nuevo impulso a la reclamación de las ocho horas. En el Perú, donde la jornada laboral solía ser, en 1905, de doce o trece horas, la reivindicación se agitó desde ese año y se conquistó en 1919.
El sábado 15 de enero, se cumplieron mas de 92 años de la conquista en el Perú de la jornada laboral de ocho horas. La lucha había empezado en 1904, cuando los obreros portuarios demandaron sin éxito esa jornada; pero tuvo su inicio histórico en un acto celebrado el 1 de mayo de 1905 en la Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú”.


Ésta es una bella historia no oficial para un Estado que siempre hizo sabotaje a la verdad de la historia del Perú, por ello tenemos que recordar que “En el curso de esta época de tragedias y de inquietudes sociales en que se debatían los obreros del Valle de Chicama, los trabajadores de la Hacienda Cartavio, venciendo temores y prejuicios, habían logrado organizarse en un institución obrera con el nombre de “Sociedad Obrera de Auxilios Mutuos y Caja de Ahorros”. En el fondo, la verdad era que esta institución resultaba el primer organismo sindical, camuflado, que se había formado por obreros, braceros y empleados, con fines de protección, auxilio y defensa mutua….mediante la cual podían marchar unidos y así triunfar en sus reclamaciones, sino que habían conseguido mejoras económicas y sociales, inclusive la jornada de 8 horas para los talleres” (Joaquín Díaz Ahumada llamada “Historia de las luchas sindicales en el Valle Chicama” (1910-1922, Pág.28). Hoy en el Perú, hemos retornado a jornadas similares para justificar subempleo.

El régimen neoliberal impuesto por la dictadura fujimorista y continuado por Toledo y García Pérez ha castrado la macroeconomía. Ha cercenado de un plumazo la discusión del desempleo, que es uno de los tres problemas económicos fundamentales del país. La desocupación, es decir el mayor desafío humano que la economía debe enfrentar, ha sido eliminada de la agenda de la política macroeconómica nacional, porque atenta contra el crecimiento del “modelo” y el “sistema”.
En el Perú 2,011, la falta de empleo adecuado afecta al 50% de la población económicamente activa. Tan elevado grado de desempleo abierto y encubierto, no considera la lucha contra el desempleo, así la política macroeconómica ha sido incompleta e insuficiente. Muestra también que el lado humano del desafío económico no ha sido considerado apropiadamente.

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