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sábado, 30 de abril de 2011

Más de un millón y medio de adultos mayores no reciben jubilación

Pronostican que en el 2025 se duplicará el número de personas de más de 60 años sin pensión

Domingo 06 de marzo de 2011
POR: GONZALO GALARZA CERF
Fuente: http://elcomercio.pe/lima/723537/noticia-mas-millon-medio-adultos-mayores-no-reciben-jubilacion


Lo llaman la gran ola. Algunos incluso lo alertan como un tsunami, ese fenómeno natural capaz de arrasar aquellos poblados aledaños a la costa y acabar con la vida de sus habitantes. Con cuadros y cifras en mano, los estudiosos de ese campo lo han anunciado para el 2025: en 14 años habrá 2 millones y medio de personas con 65 años o más sin pensión en el Perú. Y tres millones con 60 años o más en la misma condición; casi el doble de la cifra actual. Por eso, la voz de alarma de Carlos Aramburú, antropólogo de la PUCP: “Tendremos un fenómeno muy serio de presión de la población adulta mayor sobre los sistemas de salud y pensiones. La mayoría serán mujeres. Ellas trabajan, pero no en empleos formales. Aquí tres de cada cuatro trabajadores están en la informalidad”.

Cerca del mar, en Barranco, en la casa Beth Myriam, se siente esa gran ola anunciada no solo por Aramburú, sino también por los administradores Aldo Fuertes y Jaime Delgado en su libro “¿Qué futuro nos espera?”. En esta asociación, que brinda de forma gratuita alimentación y asistencia médica a adultos mayores, inválidos y niños, el tsunami parece haberse adelantado (en realidad en el 2020 empezará todo). Allí están el miedo y la angustia en los ojos verdes de Inés García: tiene 70 años, de los cuales 8 aportó a la Oficina de Normalización Previsional (ONP) como auxiliar de educación inicial. “No sé qué hacer conmigo. Ahora estoy luchando como otras personas para ver si logro algo. Presenté mis papeles en la ONP, pero nada, en el Fonavi y nada. Cuando uno es viejo, más grande es el miedo. A veces me ayuda mi sobrino, otras, mi hermano, y cuando no pueden, es como para echarse a llorar a la calle. Si me hubieran dicho de joven que iba a pasar esto, no lo hubiera creído”, dice Inés, una mujer que no quiere ser retratada como otros, que no se casó ni tuvo hijos “porque tenía que cuidar a mi mamá”.

Dramas como el de Inés se multiplicarán: de los 6 millones de afiliados a un sistema de pensiones (tanto público como privado) solo aportan la mitad: es el 22,4% de la población económicamente activa (PEA), es decir, de todas esas personas que desempeñan una labor y han sido incorporadas al mercado. Por eso, en la ONP, el 52% del monto que se requiere para pagar a los 850 mil jubilados proviene del Tesoro Público, o sea, del dinero recaudado con los impuestos. “En el 2004 el 76% era cubierto por el Tesoro Público. En el 2007, 71%. Se tiene que replantear de manera urgente el tema”, dice el asesor de Imagen Institucional de la ONP, José Ugaz.

“El país va a colapsar si no tenemos sistemas financieramente sostenibles. Los impuestos no aguantan estas cargas laborales. Gran parte de la crisis europea es porque se basó en esta pirámide de población”, afirma Fernando Muñoz-Nájar. Asesor institucional de la Asociación de AFP, Muñoz-Nájar señala el problema así: “La legislación laboral dada en el Congreso siempre se dirige a la gente que está en planilla. Al resto no la miran porque es impopular decir a la gente que se le va a quitar sus ingresos. Algo inteligente sería flexibilizar la ley laboral: todo trabajador independiente que pase recibos por honorarios tendrá derecho a seguro de salud y pensiones. Que el empleador pague un porcentaje”.

Pero la gran ola no solo alcanzará su pico en el 2025, sino que volverá a tomar dimensiones mayores, según Carlos Aramburú: “En el 2050 casi el 18% va a tener más de 65 años. Serán 6 millones 700 mil personas. Esa generación numerosa es el producto de la alta fecundidad que hubo en los años 60 en el país”.

La hija o la nuera no tendrá seis hijos, solo uno o dos, pero se harán cargo de ellos y de sus padres. Como Rosario Caciano, quien cuida a su madre, Mariana Arguedas. Ninguna ha aportado. Ninguna tendrá pensión. Por ahora, solo trabajan como voluntarias en la casa Beth Myriam. Acá almuerzan, acá se atienden con el médico, junto a otros como la propia Inés García, cuyos ojos verdes, cargados de angustia y miedo, parecen estar viendo la llegada de esa gran ola.

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