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martes, 5 de abril de 2011

ELECIONES EN EL PERU

Por: José Ramos Bosmediano Ex Secretario General del SUTEP



De los once candidatos presidenciales y sus correspondientes listas parlamentarias, han quedado diez para las presidenciales, pues el candidato de Fuerza Social, el Dr. Manuel Rodríguez Cuadros, renunció, sin que sea invalidada su lista parlamentaria. De las diez candidaturas presidenciales que continúan en la contienda, solo cinco son consideradas como las posibles de ser elegidas en la primera vuelta electoral del diez de abril, día en que se definirán las dos primeras para la segunda vuelta en el mes de junio. Las seis restantes, consideradas “pequeñas” por su escaso número de posibles electores, no han sido tenidas en cuenta para el debate final el día domingo 3 de abril. Al mencionado debate asistieron cuatro candidatos de las fuerzas abiertamente neoliberales: Fuerza 2011, de la fujimorista Keyko Fujimori Higuchi, la más incapaz e impresentable de las candidatas por representar a la dictadura Fujimori-Montesinos de la negra década de los 90 del siglo XX, plena de inmensos actos de corrupción y de crímenes de lesa humanidad por los que ambos personajes están en prisión, cuya libertad es el único objetivo real de la candidatura de la hija del dictador, la que también viene siendo juzgada por usar dineros públicos para sus estudios y los de sus tres hermanos; Perú Posible, del ex Presidente Alejandro Toledo, un neoliberal educado en Harvart y que no hizo más que continuar con el programa heredado del gobierno de Fujimori-Montesinos, lo que constituye más de lo mismo; Alianza para el Gran Cambio, del empresario y lobbysta Pedro Pablo Kuczynsky, partícipe de las responsabilidades gubernamentales de casi todos los regímenes, desde el primer gobierno del Sr. Fernando Belaúnde Terry de 1963-1968, asesor y consultor lobbysta de las transnacionales que han sido favorecidas por la venta de las empresas públicas y los contratos de explotación de los recursos naturales del Perú, amén de dueño de un grupo de empresas en los Estados Unidos, incluyendo una finca en el país del Norte, cuya nacionalidad le define muy bien como un peruano de nacimiento con espíritu estadounidense, que se expresa hasta en su deteriorado manejo del idioma español; Solidaridad Nacional, con su candidato Luis Castañeda Lossio, ex funcionario de la dictadura de Fujimori-Montesinos que dirigió el proceso de privatización de los servicios del Seguro Social y Alcalde de Lima Metropolitana por 8 años, cuya gestión viene siendo investigada por serios indicios de irregularidades en el manejo de los fondos públicos y en la construcción de obras sin ningún control estatal; Gana Perú, del Comandante del Ejército en retiro Ollanta Humala Tasso, que como candidato presidencial en el 2006, había planteado un programa antineoliberal que hoy ha definido como “economía nacional de mercado”.



Un debate insulso



El del 3 de abril, no fue un debate que revelara planteamientos importantes y novedosos como para que sea considerado como definitorio de grandes opciones para el Perú. El mismo esquema y los tiempos para las intervenciones, establecidos por los organizadores, no presentaron condiciones que exigieran a los candidatos algún esfuerzo para plantear sus alternativas. Mucho menos cuando los candidatos carecen de una visión integral del país, a tal punto que los temas se redujeron a porciones de algunos problemas y, por lo tanto, les llevaron a establecer alternativas también parciales, repitiendo las mismas limitaciones de toda la vida republicana del Perú, con excepción del gobierno del General Juan Velasco Alvarado (1968-1975), que pretendió establecer en el Perú un sistema económico y social de desarrollo capitalista moderno con elementos del “Estado del Bienestar” de la Europa Occidental, propuesta que para la obtusa oligarquía peruana significó, simple y llanamente, “el comunismo”. Pero, en el debate se han expresado dos propuestas dentro del marco del neoliberalismo actual: la de los partidos abiertamente neoliberales (Fuerza 2011, Alianza para el Gran Cambio, Solidaridad Nacional y Perú Posible), que defienden el actual modelo sin modificaciones de ninguna índole, incluso sin afectar un mínimo las ingentes ganancias del gran capital internacional que se ha apropiado de las finanzas, la explotación minera y de hidrocarburos y del gran comercio, principalmente; y la del Comandante Ollanta Humala (Gana Perú), que sin renunciar a los parámetros neoliberales, busca introducir ciertas modificaciones para eliminar los elementos más brutales del ajuste estructural que el 8 de agosto de 1990 empezara a imponer la dupla Fujimori-Montesinos, programa que corresponde a los dictados del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, a los que hoy se ha unido la Organización Mundial del Comercio y sus Tratados de Libre Comercio. En resumen, los partidos abiertamente neoliberales buscan consolidar más el programa neoliberal tal como lo está dejando el régimen aprista de Alan García Pérez; mientras que Ollanta Humala pretende introducir lo que ciertos neoliberales definen como “economía con rostro humano”. Para los neoliberales conscientes o auténticos, todo cambio, incluso pequeño, es atentatorio contra el “modelo” en curso. Todos ellos, durante el debate, presionaron a Ollanta Humala para que definiera cada paso que daría si fuera elegido Presidente de la República. De igual manera, los grandes medios de comunicación y sus principales agentes, disfrazados de “comunicadores imparciales”, fustigaron al candidato nacionalista por su supuesta herejía antineoliberal, campaña de larga data que ha obligado a Humala recular hasta mimetizarse en el espectro neoliberal.



La representación de clase y sectores de clase



Aunque el programa de “economía nacional de mercado” levantado por Ollanta Humala carece de una propuesta integral enfrentado al neoliberalismo, el espíritu de su discurso, aun con definiciones limitadas, representa reivindicaciones que las masas oprimidas sienten como urgentes, cuando el programa neoliberal arrebató casi todos los derechos de los trabajadores y convirtió a las masas en simples receptoras de “ayudas” para que sigan superviviendo, como los cien soles mensuales para las familias que se hunden en la indigencia más indigna. También acoge las reivindicaciones más sentidas de los trabajadores asalariados del sector público, gran parte de los cuales está sometida a condiciones laborales de precariedad, sin los derechos más elementales que contempla la OIT. Ollanta, pues, con todas sus limitaciones, representa los anhelos de las grandes masas oprimidas: he ahí la fortaleza de su candidatura y del porqué ha ganado el primer lugar en las intenciones de voto para la primera vuelta electoral. Es el mismo fenómeno del Brasil de Lula, de Zelaya en Honduras, de los Krishner en Argentina, de Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Lugo en Paraguay, Mujica en Uruguay, aunque luego de asumir el gobierno, no hayan sido todos consecuentes con sus alternativas de campaña, o que las fuerzas reaccionarias hayan promovido campañas de boicot, cuando no de golpes de Estado, como en el caso de Honduras y de Venezuela, con resultados diferentes. Los demás candidatos representan los intereses del gran capital internacional en el Perú, esas transnacionales que han convertido al Perú en una fuente de enriquecimiento ilimitado, haciendo “chorrear” las ganancias hacia la burocracia ejecutiva de sus empresas y a los dueños y operadores mediáticos de la gran prensa, incluyendo los programas de la TV privada, cuyos productores y conductores temen perder los privilegios económicos de que gozan. Los candidatos del capitalismo salvaje que hoy compiten para enfrentar a Ollanta en la segunda vuelta electoral, ni siquiera representan los intereses de la burguesía nacional, cuya situación endeble ha llevado a esta a convertirse en testaferra de los intereses transnacionales. En esta pugna no podía dejar de participar el escritor Mario Vargas Llosa, quien, fiel a su vocación neoliberal, trata de equiparar a Ollanta Humala con Keyko Fujimori, solo para favorecer a cualquiera de los candidatos que defenderían mejor el programa que, precisamente, dejara el gobierno de Fujimori-Montesinos. Esta actitud filistea de Vargas Llosa pretende camuflarse en la defensa de una supuesta “libertad” que, para él, no es más que la libertad de empresa, aunque que busque utilizar la teoría del compromiso de Jean-Paul Sastre, cuyo compromiso nunca tuvo que ver con el imperialismo ni con el capitalismo, como sí tiene definido el compromiso crematístico del reciente Premio Nobel de Literatura. Un voto político contra los explotadores La confrontación electoral del diez de abril y, posiblemente la del cinco de junio, será entre la representación orgánica de la derecha neoliberal y los intereses imperialistas en el Perú, por un lado; y la representación, con todas las limitaciones señaladas, de los anhelos de justicia social de las grandes masas oprimidas, de los intereses nacionales por los cuales hemos venido luchando en el Perú, que encarna, en este momento concreto, la candidatura presidencial de Ollanta Humala. No está en juego, por cierto, el camino al socialismo que los revolucionarios buscamos, pero sí el enfrentamiento a las fuerzas más antinacionales y antipopulares que buscan perpetuar el Estado capitalista neoliberal. Contra estas fuerzas votemos en estas elecciones generales.



Lima, abril 4 del 2011




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