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miércoles, 14 de abril de 2010

VALLEJO: 72 AÑOS DESPUÉS

El Instituto de Investigación en Ciencias y Humanidades, quieren rendir un homenaje al conmemorarse los 72 años de la muerte del poeta César A. Vallejo, Hijo Ilustre de Santiago de Chuco y del mundo.

PINCELADAS DE LA MUERTE DE VALLEJO

“si en esos avatares de tu vida viajera, un día vas a París, llévale una flor a Vallejo. Llevásela con un verso de la vida y, si es posible, dile que todavía existimos”.
Nicolás Guillén

El 15 de abril de 1938, muere el poeta santiagochuquino César Vallejo en París. Muerte que el mismo pronosticara así:
“Me moriré en París con aguacero
un día del cual tengo ya el recuerdo…”

Sobre este lamentable episodio, su amigo Gonzalo More manifiesta lo siguiente:

“Llegué minutos antes de las nueve, con una vaga esperanza de que una reacción hubiera podido producirse durante la noche. Cuando subí las escaleras, la puerta del cuarto de César se abrió, y una mujer salió corriendo, pero antes pude entrever la cama de César y lo vi rígido y con la cabeza para atrás. Hacía cinco minutos que había muerto. Cuando salimos con Juanito (el escritor Juan Larrea) entraba un cura que no sé quien tuvo la idea de llamar”.

En realidad el Consulado del Perú había enviado al sacerdote y las autoridades de dicha institución dijeron que correrían con todos los gastos del entierro, a condición de que los funerales fueran de orden religioso. Pero sus amigos More, Larrea y otros escritores se opusieron a esa idea, y pidieron que se hiciera cargo del entierro la Asociación de Escritores de la Casa de la Cultura del Perú. Ellos consideraban que: “Vallejo debe ser enterrado por sus amigos”.

En la práctica, los detalles del funeral corrieron por cuenta del Partido Comunista Francés. La Asociación de Escritores hizo circular una carta que decía:

“Queridos camaradas: cumplimos el deber de comunicaros una dolorosa nueva. Nuestro amigo César Vallejo, el gran poeta peruano, acaba de morir en París. En estos graves momentos de la historia, nuestro secretariado quiere rendir este piadoso homenaje a aquel que torturado por los trágicos acontecimientos de España, no pudo resistir tanto dolor”.

El entierro al bardo santiagochuquino fue el 19 de abril en el cementerio de Mountrouge, una pequeña cuidad de París. Posteriormente sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Montparnasse. Al frente del cortejo marcharon los escritores, entre ellos, los franceses Luis Aragón, Tristán Tzara, Jean Cassou, André Malraux, el cubano Nicolás Guillén, y otros.

Como era de esperar, cada amigo del poeta muerto que concurrió al entierro, manifestaron con sentidos términos dicho acontecimiento. El poeta Nicolás Guillén remembraba el lúgubre momento del siguiente modo:

“Yo no olvido al cholo Vallejo muerto de dolor de España en París, y a cuyo entierro fui una mañana llena de sol francés, con grandes nubes blancas en el cielo azul”.

Así, con mucho llanto, recordando a su tierra natal Santiago de Chuco y a la madre España que vivía una guerra civil, se fue el poeta que transgredía la palabra. El autor de “Los heraldos negros”, “Trilce”, “Poemas humanos” y “España aparta de mí este cáliz”. Se fue de la faz de la tierra el hombre que de puro calor siempre tuvo frío.
Al cumplirse cada aniversario de la muerte de César Vallejo, el ínclito hombre de la redención social y de las letras hispanoamericanas, muchas personas, que cada día son más, no pueden dejar de pasar por alto el mensaje de su vida y de su obra, derrotero de un mañana mejor.
¡Vallejo vivirás más en la eternidad!

ACERCA DE LA MUERTE DE VALLEJO

Por: José Esquivel Grados (1)

César Vallejo en su poema Los nueve monstruos con claridad meridiana hace mención de los parientes cercanos: el dolor y la muerte, en los siguientes términos:

Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).

Según los versos citados del vate santiaguino, él es el genuino ser que nació para no morir jamás. Sigue vivo a través del esclarecido mensaje de su vida y de su obra. Sin lugar a dudas la muerte física de Vallejo le abrió de par en par la puerta delantera de la fama, cerrando por consiguiente la puerta trasera de la envidia. Con su muerte acaecida el 15 de abril de 1938, nació su inmortalidad; pues su mensaje sobre la redención del hombre palpita impertérrito en los corazones de quienes siguen de cerca el legado de su laboriosa vida y su fecunda obra.
La muerte sólo obtiene importancia en la medida en que hace reflexionar sobre el valor de la vida y aquello que se hace mientras se viaja por el mundo. Vallejo, al reflexionar sobre la muerte, manifiesta:

La muerte de una persona no es, como se cree, una desgracia. La desgracia está en otra cosa.

De ahí que la desgracia no es lamentar un episodio natural como la muerte prematura del poeta santiaguino, sino desconocer o tergiversar el mensaje de sus acciones y de su copiosa obra. Exactamente esto último constituye la génesis de un sainete que merece repudio y condena.
Los hombres como Vallejo que hicieron y hacen la historia con la voracidad de su pluma y la contundencia de sus ideas y acciones en favor de aquellos a quienes las fuerzas malignas les arrancaron o pretenden arrancarles su dignidad, vivirán por siempre en la mente y el corazón de quienes enarbolan la reivindicación y dignificación del hombre.
Por consiguiente, todos los seres consecuentes están llamados a ubicarse en el lugar que corresponde para que imbuidos del mensaje de Vallejo, sean capaces de escribir las páginas de la historia presente y futura, haciendo así realidad los preclaros ideales del más grande poeta de las letras hispanas. Simplemente se debe tener en cuenta lo que él expresó:

…La historia no se narra ni se mira ni se escucha ni se toca. La historia se vive y se siente vivir.

(1) Nació en Santiago de Chuco, Doctor en Educación, Licenciado en Matemáticas y Educación.


HOMENAJE EN VERSO AL AEDO


PROFETA DE TU MUERTE

La obsesión de muerte en tu poesía
en los albores de tu juventud
fue un claro presentimiento del alma.

Predijiste, tu muerte en Semana Santa
un día Jueves Santo, con aguacero
y sólo mas horas, impidieron tu vaticinio.

Acaeciste un día Viernes Santo
dando un gran salto a la eternidad
a las nueve y veinte de una mañana.

En plena estación primaveral en París
el día se entristeció y paralizó en el dolor
despidiéndote rumbo a tu morada eterna.

El epitafio de tu guerrera muerte
es consumida por la dignidad de la pobreza
y enriquecida por la grandeza de tu poesía.

Profeta de tu muerte… eres Vallejo

Lima, 2008
Javier Delgado Benites (2)

(2) Nació en Santiago de Chuco, Doctor en Educación, Ingeniero Químico, Licenciado en Educación, Tecnólogo Educativo e Investigador.

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