POR: UBALDO TEJADA GUERRERO
Cuando Fujimori asumió el
poder en el Perú en el año de 1,990, la deuda externa se encontraba en 19,164
millones de dólares. En el año 1,996 el Banco Central de Reserva reportaba una
deuda de 32,061 millones de dólares. En el año de 2,015, podemos decir que el
modelo de capitalismo salvaje de las potestades de éste siglo en el Perú, nos
entregan un sombrío panorama de un frente de derechas y un camino no transparente a las elecciones
del 10 de abril del 2,016, donde la izquierda
tiene una sola alternativa para no fracasar: ser Izquierda Unida en un frente
muy amplio para el tercio del electorado que no define aún su voto en nuestra
patria, sencillamente como expresa el analista Martin Tanaka “Los
cinco candidatos con mayor opción de voto, representan diversas formas de
continuidad institucional y económica,
de allí que sus discursos se parezcan tanto…”
¿Qué nos dejan más de 24 años de
neoliberalismo en el Perú?
Primero, un escenario político con un menú fracasado
de un frente de caudillos de derechas (Keiko Fujimori, Alan García, Alejandro
Toledo, PPK, César Acuña y otros), los cuales no se sostienen en una
democratización de la sociedad, sino en la continuidad del modelo neoliberal; segundo, una democracia formal
(electoral) no real, ni participativa, donde el ciudadano siente por primera
vez, que es manipulado, porque no tiene ningún acceso al manejo concreto del
poder, como expresión de plena vigencia de las libertades civiles y políticas,
hoy mellado por un Estado capturado por el poder económico y sin representación
para el pueblo.
Tercero,
un monopolio comunicacional, que cumple el rol de curanderos y sanadores
ideológicos del un mal incurable: la crisis estructural del capitalismo global,
que en Perú se expresa en una agenda mentirosa: la judicialización de la política
y al ausencia programática para un debate político; cuarto,
grandes monopolios económicos, que tienen acceso directo a nuestra materia
prima, para utilizar en liquidar sus deudas, transfiriendo al extranjero el
monopolio de los yacimientos de materias primas, tierras e instituciones del
Estado, destruyendo así las bases fundamentales de existencia (salud, agua,
medicinas, pensiones, cárceles, educación, etc.) de sectores cada vez mas
grandes de ciudadanos.
Quinto,
en el Perú denunciar o investigar la corrupción es un delito para quienes
ostentan el poder y un aprovechamiento para viejos caudillos políticos de una
derecha retrógrada, como viene sucediendo con la defenestración de la procuradora
anti corrupción Julia Príncipe o el Sociólogo investigador en casos de narcotráfico
Jaime Antezana recientemente detenido. Como expresa el analista político
Eduardo Dargent el panorama “muestran
que nuestra política carece de raíces”, y “Una televisión despolitizada, que ha
renunciado al debate inteligente”.
¿Qué hacer para el corto, mediano y
largo plazo?
En el corto
plazo, frente al vacío
organizado de alternativas del frente de derechas, la ciudadanía ya no busca
los famosos “outsiders”, sino un liderazgo que represente un proceso de
inclusión social, política y económica, de importancia nacional e
internacional, que tenga como ejes inmediatos: la seguridad ciudadana, la
educación pública y una economía favorable a los desposeídos.
En el mediano
plazo las consecuencias de un estado de delincuencia, corrupción
y narcotráfico, exigen tres condiciones para su solución, la primera: un programa que recoja los
justificados deseos de los ciudadanos, para lograr autodeterminación nacional; la
segunda: la conquista de la soberanía
del Estado, hoy mellada por la Constitución de 1,993, como prerrequisito para
la liberación nacional, y tercero; la exigencia de una alternativa de largo plazo, que debe ser
fundamentalmente programática, con mucho trabajo de bases y no caudillista,
sino basada en organizaciones, que en corto plazo les planteen a los ciudadanos
una sola alternativa, un solo frente y un solo candidato.
¿Cómo ir diseñando una nueva
arquitectura autogestionaria y soberana?
Santiago Roca Tavella,
prestigioso profesor peruano de la Universidad de ESAN, compañero de ruta por
los años 70´, en la experiencia autogestionaria peruana, nos planteaba tres
preguntas, que creo se mantienen firmes para ir definiendo alternativas
populares, frente al problema de la globalización en el Perú, donde el rol del
migrante andino y selvático emprendedor, será vital para una nueva república,
con una fuerte cuota de participación juvenil y de la mujer. Las
siguientes preguntas nos plantean retos:
La primera:
“¿Por qué sin embargo, en América Latina
y el Caribe, a pesar de que mas de siete siglos, se vienen experimentando
formas de producción y trabajo en común, y a pesar de que en últimos 15 años,
se intensificaron formas asociativas de producción, es que se conoce y
sistematiza muy poco de nuestras experiencias?”.
La segunda:
“Por qué no se combina teoría con praxis autogestionaria y viceversa de forma
tal de propender al desarrollo de nuevas
teorías, metodologías y prácticas apropiadas a las características propias de
nuestro continente?”
La tercera: ¿Por
qué éstas experiencias no han constituido instrumentos de transformación y
cambio de nuestras sociedades, hacia sistemas no explotativos, democráticos e
igualitarios?”.
Las respuestas a éstas
preguntas en palabras de Mariátegui serían: “Tener una actitud solidaria ante
un problema concreto, ante una necesidad urgente” y “Las comunidades, que han
demostrado bajo la opresión, mas duras condiciones de resistencia realmente
asombrosas y persistencia realmente
asombrosas, representan un factor natural de socialización de la tierra. El
indio tiene arraigados hábitos de cooperación”.
La lucha del pueblo de la
selva en Loreto, por el Lote 192, debe poner en debate la posibilidad de una
administración del estado y las comunidades amazónicas, si queremos
afirmar ciudadanía plena y democracia real con ejercicio multicultural y
multiétnico, así no seguir ocultando la caída de la producción, la
desocupación, la informalidad, el descenso del gasto público, déficit fiscal y
el debilitamiento de los servicios públicos.
Las proyecciones económicas
peruanas, no pueden seguir sujetas sólo a la eficacia de medidas neoliberales o
a la concreción de una cartera de proyectos de infraestructura,
minero-petrolero, derivados y gas, sino en la diversificación productiva no
tradicional, especialmente la pequeña agricultura, textiles y otros productos,
pero reflotando la capacidad de industrialización hacia el siglo XXI, donde las
comunidades del Perú profundo deben ser cogestoras de sus riquezas junto con el
Estado y el capital privado.
La alternativa para un nuevo
rostro del Perú, que nunca lo planteará el frente de derechas, exige a la
izquierda peruana ir diseñando una nueva arquitectura, camino a mejores
condiciones soberanas económicas y de integración en América Latina y el
Caribe, el comercio mundial y los tratados de integración y comercio
internacional. Seguiremos analizando.
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