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sábado, 9 de julio de 2011

LATINOAMÉRICA, HACIA UNA DEMOCRACIA REAL

POR: UBALDO TEJADA GUERRERO –Analista Global – utguerrero31@yahoo.es


La democracia participativa es una convivencia política en la cual los ciudadanos formen parte de las principales decisiones, las decisiones trascendentales en todas las esferas de su vida, la económica, la política, la cultural y la militar. En otras palabras estamos hablando de una nueva civilización, de una sociedad global post-capitalista porque me parece que científicamente ya se ha demostrado que esta civilización ya está en una fase de transición hacia una sociedad muy diferente. Entonces estamos trabajando en esto en identificar la nueva sociedad, estamos trabajando sobre el programa de transición de la actualidad hacia esta nueva sociedad”.
(“Reportaje a Heinz Dieterich” – La Fogata-).


En realidad, rara ha sido la ocasión en que Latinoamérica ha supuesto una prioridad para la política exterior de EEUU, y no es probable que la situación cambie a corto plazo. Sin embargo, esto no debe sorprender a nadie: ningún país latinoamericano controla las líneas de comunicación por mar de las grandes potencias marítimas, industriales y/o comerciales, y los pensadores geopolíticos norteamericanos que diseñan las grandes estrategias de EEUU han apodado a Sudamérica como el “cuadrisferio de la marginalidad estratégica”. Es más, actualmente solo persiste un gran conflicto en América Latina (la guerra interna en Colombia), lo que la convierte en una de las regiones menos conflictivas del mundo y la de mayor crecimiento en el mundo.
En casi toda América Latina nuestras democracias son una realidad. Esta es una ventaja comparativa. Pero, ¿es satisfactoria esa verdad? ¿Si trasladamos el concepto de democracia al terreno económico social, podemos decir que somos naciones democráticas?


América Latina ha empezado un proceso de modernización de sus instituciones, de participación ciudadana en sus sistemas políticos. Pero estamos atrasados es en la legitimación social de la democracia. La primera prueba - y uno de nuestros más graves problemas - es la concentración de la riqueza, pese a tener el centro de biodiversidad más grande del mundo.
Definitivamente Latinoamérica está en movimiento: hay múltiples acontecimientos en el ámbito político, económico, social, cultural, étnico, institucional, religioso, espiritual que muestran un nuevo momento, en un siglo XXI muy promisorio para edificar una patria grande indoamericana.
La conferencia dada en la Universidad Hebrea de Jerusalén, por el referente latinoamericano del humanismo, Tomàs Hirsch. Sus reflexiones y su mirada a la situación actual de Amèrica Latina, asì como sus propuestas, van màs allà de la simple exposiciòn de una visiòn para compartir una posiciòn frente al mundo. Él señala “Con la mundialización avanza la regionalización y en ese contexto Latinoamérica se está integrando, está creciendo económicamente, fortaleciendo sus democracias y avanzando hacia una mayor participación de sus pueblos originarios y en general de sus sectores mas discriminados”.


Mario Vargas Llosa, afirma: “En el Perú la izquierda llegó a ser muy poderosa y a tener una influencia muy grande en el poder a nivel municipal, y una representación muy importante en el poder legislativo. Y, sin haber sido víctima de ninguna represión, curiosamente, en los últimos quince o veinte años, la izquierda ha ido encogiéndose como una piel de zapa, y al mismo tiempo, sectores importantes de esa izquierda han ido modernizando su lenguaje porque eran muy conscientes de que si mantenían las posiciones tradicionales iban a quedar prácticamente huérfanos de todo apoyo popular, y convertidos en grupúsculos más bien marginales”.
Hemos avanzado en la solución de los problemas macro económicos, mejorado nuestros niveles de inflación, incrementado nuestros índices de crecimiento. La brecha social de América Latina sigue ampliándose en materia de salud, educación, seguridad social, nutrición, justicia. Nuestras sociedades latinoamericanas, se están alejando cada vez más de Asia y se están acercando mas a África, aseguran los expertos.


América Latina tiene que desarrollar en forma paralela tanto el problema del crecimiento en que están empeñados los países desarrollados, como seguir construyendo un estado fuerte que represente autoridad y confianza para sus ciudadanos. Un estado con legitimidad y credibilidad social que ejerza sus funciones dentro de principios éticos y democráticos.
Oscar Ugarteche Galarza, señala “El comercio intra latinoamericano crece a tasas nunca vistas y es comercio de manufacturas. En la medida en que van ganando mayoría en el comercio total, como en el caso argentino, tener una unidad de referencia regional es conveniente y económica. Ahorra los costos de transacción de pasar por una tercera moneda y además desconecta la relación entre las monedas que comercian de una tercera moneda intermediaria cuyo valor es ser una referencia de precios”.


Ninguna sociedad es capaz de generar confianza si no es capaz de sancionar a los delincuentes. América Latina no ha reconocido la importancia y la prioridad que el tema de la administración de justicia tiene con relación al desarrollo, al crecimiento y a la seguridad. Los últimos estudios muestran como la primera preocupación de nuestra gente, es la seguridad ciudadana.
Somos capaces de fijarnos metas de crecimiento económico, incluso de constituirnos en los campeones de la deuda internacional con 513 billones de dólares, somos la región el mundo más endeudada por persona. Esto no sería tan trágico si al mismo tiempo no nos damos cuenta que al tener el índice de asesinatos mas alto del mundo, 30 por cada cien mil habitantes, estamos deteriorando la calidad de vida de todos nuestros ciudadanos en presente y en futuro.


En conclusión: Distribución de la Riqueza, Soberanía y Democracia son cuestiones que trabajan en la base de cualquiera de nuestros derechos sociales y humanos. Cuando no están resueltos, todo lo que hacemos se vuelve un parche superficial, y le dejamos el campo libre al hambre y el autoritarismo que el capitalismo impone disfrazado de gobernabilidad institucionalizada. Pero, ¿qué características debe tener el desarrollo político que efectivamente garantice que estos temas se resuelvan a favor de los sectores populares, en la sociedad y en el Estado? Ese es el camino por recorrer, que el pueblo latinoamericano tiene que construir con esfuerzo y valentía.





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