Julio A. Mendoza García
Como era mi responsabilidad ciudadana y de educador, quedé “atrapado”, como muchos, por la lectura de la sentencia de La Corte de la Haya.
Era un tema de soberanía nacional. Esa era la contradicción que caracterizó el proceso en La Corte de la Haya. Así lo debimos tomar los peruanos, así lo tomó Chile por su lado.
Sin embargo, para El Comercio, la CONFIEP y el gobierno de Ollanta la cuestión era dar vuelta a la página rápidamente porque hay muchos negocios con Chile. Negocios que están por encima de las razones geopolíticas, de soberanía, patriotismo y el bienestar del pueblo y los pescadores tacneños. Lo que, por supuesto, les es totalmente ajeno a aquellos.
No estaba establecido el límite marítimo, eso dice la Corte de La Haya en su sentencia. Sin embargo, dice La Corte misma, que había una frontera marítima tácita, hasta las 80 millas. Que esa frontera tácita estaba establecida, por las resoluciones o tratados de 1952, 1954, 1959 y las prácticas posteriores.
Y esas prácticas han sido que pese a que el Perú reivindicaba derechos marinos sobre las zonas señaladas, nunca reclamó ni hizo cuestión de estado cuando la marina de Chile, ejerciendo soberanía de facto, a diferencia nuestra, capturaba nuestros barcos pesqueros, principalmente de pescadores artesanales (el pueblo del mar). Hoy mismo hay pescadores peruanos retenidos en Arica, por quienes el gobierno nada hace absolutamente, como nunca hizo Alan García “el embanderado”, quien tenía pánico “que los chilenos se molesten”, como aprendió de las clases dominantes del Perú. Las prácticas han sido pues la expresa renuncia, en los hechos, a nuestra soberanía marítima durante todos estos tiempos.
Desde la guerra con Chile, cuando nuestras clases dominantes aceptaron desesperados la derrota y se sometieron a la soldadesca invasora. Desde cuando posteriormente condenaban a los patriotas que promovían y practicaban la resistencia como Andrés Avelino Cáceres, siempre han actuado en sometimiento a las clases dominantes chilenas. Hasta reivindican al traidor Iglesias quien firmó el humillante Tratado de Ancón. Hasta ahora, como La Corte ha puesto el dedo en la llaga, también “negligieron” o se sometieron a las permanentes agresiones de Chile. Por eso inventaron las “cuerdas separadas”, como expresión de felonía contra nuestra patria, donde lo más importante son los negocios con la granburguesía chilena antes que el espíritu patriota que defienda nuestra soberanía y la independencia económica de Tacna y el Perú. Por eso mismo, históricamente, perdimos Arica y Tarapacá. Hay pues una línea de continuidad.
Entonces ha habido una frontera marítima tácita, aceptada, por las clases dominantes del Perú y sus gobiernos. No podemos olvidar esas traiciones. Si exigíamos que se respetase la bisectriz del ángulo formado por las costas peruanas y chilenas era porque es justo. Y cómo, si nos han negado lo principal de nuestro derecho planteado, ¿hemos ganado? Más aún, cuando está claro que la zona pesquera más rica ha quedado del lado de Chile.
Nada teníamos, dicen los políticos pusilánimes, de esos que cocinaron y mantuvieron la frontera marítima tácita señalada por La Corte. “Nos hemos ganado alguito” dicen para calmar lo poco de conciencia que les queda. Ollanta mismo dice que “hay territorio que se incorpora al Perú”. Es decir ¿no era territorio nuestro?
Por cierto, no hacemos una vindicación chovinista o revanchista. Los pueblos chilenos y peruanos tenemos cuentas pendientes con nuestras clases dominantes. Tenemos hermandad latinoamericana. Pero en la derrota que hemos conocido en La Haya, debemos señalar el por qué no se nos dio la razón. Porque los convenios pesqueros que hablaban de fronteras marítimas fueron firmados por gobiernos entreguistas y no fueron denunciados por los que les sucedieron, porque ante las agresiones marítimas que incluían el arresto de pescadores peruanos por Chile, nunca hubo reclamos peruanos (La Corte lo dice). Porque ahora Tacna mantiene “mar seco”, contra lo que precisamente fuimos a la Haya considerándolo injusto.
Debemos reconocer el papel de algunos diplomáticos patriotas como el Embajador Bákula que nunca renunciaron a la defensa de nuestras fronteras. También ha habido militares como Grau, Bolognesi, Cáceres o recientemente Velasco que dieron clases de patriotismo. Las clases dominantes, la granburguesía intermediaria y financiera, hermanas de las chilenas y los políticos a su servicio, querrán que nos traguemos que “nos ganamos alguito”, cuando la derrota es ostensible. Y las únicas responsables son ellas.
Hay diferencias. Ya ganamos dicen, nada teníamos comentan, los representantes peruanos. En cambio, Chile, mediante su Presidente dice que lamenta que se haya recortado su mar territorial en la extensión de las 200 millas. Dos actitudes que siempre han marcado una diferencia entre nuestras clases dominantes que nunca han sido dirigentes y las clases dominantes chilenas que además sí han sido dirigentes, sin dejar de ser dominantes.
Así, la parte más dinámica del mar, económicamente hablando, la que nos correspondía, la que reclamábamos, queda con Chile. Tacna se queda con mar seco. Hemos perdido pero mañana El Comercio, el gobierno, los partidos y medios del neoliberalismo, dirán “hemos ganado con la sentencia”. Así, sólo en el Perú, podemos terminar ganando cuando, en realidad, hemos perdido. “Nos sentimos complacidos por los resultados obtenidos” dice Ollanta, más patético no pudo ser.
Queda, lamentablemente, sólo acatar lo dispuesto por La Corte, aun cuando es una derrota para nuestro país. Es el derecho internacional. Derrota que cargarán, sin conciencia, las clases dominantes. Este es un motivo más para reflexionar sobre por qué es necesaria la lucha por un nuevo curso en la historia de nuestro país, empezando por la derrota del neoliberalismo.
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