Por Víctor Montes
Con esta frase Mario Vargas Llosa, paladín del liberalismo y padrino de Ollanta Humala, ha pretendido pintar el proceso electoral del 2016, que hasta el momento perfila a Keiko Fujimori con poco más del 30% de la intensión de voto, a Pedro Pablo Kuczynski (PPK) con algo más del 15% y Alan García con 8%.
Y si bien lo de la dictadura es solo una metáfora y lo de la corrupción en realidad es común a la totalidad de candidatos mencionados, lo cierto es que a seis meses de las elecciones generales, las encuestas ponen en evidencia una oferta electoral dominada por estos tres candidatos, que representan directamente los intereses de la gran patronal. O dicho de otra manera, representan a la derecha política en el país.
¿Un giro a la derecha?
¿Por qué un país en el que una mayoría de la población votó por la “gran transformación” de Humala hoy divide su apoyo –al menos en estos momentos– entre tres candidatos claramente patronales y neoliberales? Centralmente por la traición del gobierno de Ollanta Humala a las aspiraciones de un sector mayoritario de la población, incluidos sectores de vanguardia de la clase trabajadora, que votaron por él para intentar cambiar la situación de abuso, súper-explotación y depredación de los recursos naturales que viven desde hace 25 años.
La traición de Humala comenzó cuando éste aceptó el padrinazgo de Vargas Llosa y Toledo, canjeando la “gran transformación” por la llamada “hoja de ruta”, y mantuvo en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y en el Banco Central de Reserva (BCR) a los mismos guardianes que Alan García había colocado como cerrojos del plan económico. Después la historia es conocida: Conga, Espinar, Tía María, Ley Pulpín, DS. 013...
Sin embargo hubiera sido posible que la izquierda sea una efectiva alternativa en el actual proceso electoral, de no ser porque esa misma izquierda que durante la campaña levantó a Humala en hombros y lo nombró “candidato de los trabajadores” en forma gratuita, decidió no romper con él ni enfrentarlo, renunciando así a encabezar las luchas contra el gobierno y entregándole la “oposición” a los partidos patronales, y renunciando por tanto a convertirse en la expresión política de dichas luchas.
No está demás decir que ninguna de las llamadas candidaturas -o “precandidaturas” – de la izquierda reconoce el rol nefasto que jugaron durante estos 5 años, y ni siquiera hace un balance autocrítico de su apoyo al gobierno de Humala… ¡y así quieren que los trabajadores voten por ellos!
Candidatos del ajuste
Sin expresión política, las luchas, y con ellas las reivindicaciones de los que luchan, corren el peligro de diluirse en la marea electoral. Sólo así se explica que levanten cabeza plácidamente los PPK, los Fujimori y los García.
Candidatos del ajuste patronal, más aún en un contexto económico recesivo – el Fondo Monetario Internacional prevé que América Latina cerrará el 2015 con una caída de la producción del 0,3% - que los “obliga” a reforzar el camino de los paquetazos que Ollanta inició para flexibilizar aún más tanto el mercado de trabajo como el de los recursos naturales.
De ahí que la nueva disyuntiva presentada por Vargas Llosa no pase de ser, para los trabajadores, un matiz en el marco del gran acuerdo que representan estos tres candidatos: avanzar con el recorte de derechos, ajustar a los trabajadores y al pueblo pobre, y garantizar las ganancias de la sacrosanta inversión privada. Todo lo demás, es ilusión.
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