Entradas populares

lunes, 9 de noviembre de 2009

VERGUENZA GLOBAL Y LOS TERRORISTAS OCULTOS

De: gustavo adolfo benites jara gusbeja7@yahoo.es
Para: Ubaldo Tejada Guerrero "EL PENSIONISTA" utguerrero31@yahoo.es

Ubaldo:
Te envío 2 últimos textos, tal vez ya los viste en Correo.
VERGÜENZA GLOBAL
Gustavo Benites Jara
Mientras usted llega a su casa después de un arduo día de trabajo honrado y, luego de comer, se alista para un sueño reparador, 30 mil niños han muerto de hambre en el mundo. ¿Ha visto usted las fotografías de niños disputándole un poco de basura podrida a los gallinazos? ¿O tal vez ha observado a otro niño, ya cadáver, prendido del pezón de un pecho inexistente de la madre que mira, sin esperanza, al vacío? ¿Puede usted dormir tranquilo?

Este año, según la FAO, 1020 millones de personas padecen hambre, 11% más que los 915 millones del 2008. En América Latina y el Caribe el número de hambrientos es de 53 millones, un aumento del 12.8% con respecto al año anterior. Y al Director General de la agencia alimentaria, Jacques Diouf, le preocupa que esta situación genere “graves riesgos para la paz y seguridad del mundo”. ¡Qué impresionante: le preocupa la paz y la seguridad del mundo! No le preocupan los que mueren de hambre, sino los que quedan. ¡Los ricos durmiendo intranquilos, pues la ola de hambrientos los asaltará en plena orgía consumista!
Pero a los países desarrollados parece no importarles esta situación. Este año se cumplen en Etiopia 25 años de hambruna permanente: más de 6 millones de personas se encuentran afectadas por la sequía en aquel país, donde la hambruna de 1984 provocó entonces alrededor de un millón de muertos. ¿Y cuánto necesita Etiopía para superar esta tragedia? Pues, solamente 255 millones de dólares. ¿Demasiado?
Mientras esto sucede en el país africano, hace poco se realizó la quinta edición consecutiva de la 'Millionaire Fair' o la feria de los millonarios en Moscú: un caballo está valorizado en 200,000 euros, un coche deportivo en 950, 000 y una limusina-discoteca de 13,5 metros de largo, en 220.000. Estos inmorales lujos no son nada comparables al gasto que ocasionó la guerra de Irak: más de dos billones de dólares.
¿Y los Objetivos del Milenio? ¿Qué fue de las famosas metas que deberían reducir el hambre en el mundo para el 2015? Ya nadie habla de ellas, pues se han revelado como una gigantesca burla y una perversa mentira. ¡El hambre y la pobreza no tienen rescates millonarios!
El coste de la escolarización primaria de todos los niños del planeta que no la tienen es de 6.000 millones de $ anuales. El gasto anual en cosméticos sólo en Estados Unidos es de 8.000 millones de $. El coste para dar salud básica y nutrición a todos los habitantes del mundo que carecen de ella es de unos 13.000 millones de $ anuales. El gasto anual en comida para animales domésticos en Estados Unidos es de 17.000 millones de $.El coste de dar salud reproductiva a todas las mujeres del mundo que carecen de ella es de unos 12.000 millones de $. El gasto en perfumes en Europa y los Estados Unidos es de 12.000 millones de $ anuales. El coste de dar agua potable y saneamiento a toda la población mundial que carece de ella es de unos 9.000 millones de $. El gasto anual en helados sólo en Europa es de 11.000 millones de $. 1.300 millones de personas viven con menos de 1 $ de ingreso diario. Erradicar la pobreza del planeta podría costar 80.000 millones de $ anuales, lo cual corresponde a un 10% del gasto militar mundial. El gasto militar mundial en un año es mayor que lo que se necesita para cubrir los Objetivos del Desarrollo del Milenio en 11 años. Si se redujera cada año el 10% del gasto militar mundial, o el 20% del gasto militar USA, los Objetivos de Desarrollo del Milenio quedarían totalmente cubiertos.
Pero, ¿a quién le importa los hambrientos globales? Como dijo el neoliberal Friedrich Hayek: no tengo ningún deber moral para quien no conozco. Mi única moral es el cálculo de vidas: cuántas de ellas se deben sacrificar para que los opulentos del mundo sigan disfrutando de su riqueza. El resto es pura envidia.
¡Cómo nos avergüenza, a veces, pertenecer a la especie humana!

LOS TERRORISTAS OCULTOS
Gustavo Benites Jara
Luego de los atentados del 11 de setiembre del 2001, George Bush pronunció la célebre frase: “Cualquier nación, en cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decisión: o están con nosotros o están con el terrorismo”. Y entonces las marionetas globales empezaron a danzar buscando terroristas. No hubo ningún lugar que se librara de ser analizado, recorrido, descubierto, revuelto, socavado. Y fueron terroristas los que protestaban por falta de salarios dignos, los que bloqueaban caminos, los que desfilaban ante las embajadas, los que escribían pidiendo justicia, los que cantaban denunciando al opresor.
Y en la escuela se enseñó quiénes eran terroristas, y en los hogares los padres repitieron a sus hijos quiénes eran terroristas, y en la Universidad se explicó quiénes lo eran. Y así se creó una perversa ideologización, y los mafiosos de siempre denunciaron a los líderes cocaleros, a los dirigentes sindicales, a los maestros huelguistas, a los estudiantes universitarios como terroristas. Y nuestra sociedad se convirtió en un maizal donde había terroristas como mala hierba. Y los terroristas estatales respiraron felices, pues se cumplía lo que Giovanni Papini había dicho: el mayor triunfo del diablo es lograr que nadie crea en él. Y nadie creyó que los mayores terroristas eran los propios Estados, y vieron en cada esquina a los pobres como terroristas, cuando esos mismos pobres estaban aterrados por la pala estatal que sembraba el miedo y la desesperación.
Y este terrorismo fue el más despiadado carnicero contra los que consideraba sus enemigos. Y así como el ladrón se oculta corriendo tras el ladrón, gritando: ¡atrapen al ladrón!, así los terroristas estatales y paraestatales gruñían, echando fuego por las narices de sus metrallas: ¡atrapen a los terroristas, atrápenlos y mátenlos!
Y los medios, en una orgiástica red planetaria, se convirtieron en el instrumento perfecto para ideologizar a las masas de todos los países, y los Estados se convirtieron en los terroristas ocultos. E hicieron olvidar su larga marcha sangrienta en América, desde Estados Unidos, hasta el último país latinoamericano. Y nadie se acordó ya de los escuadrones de la muerte en Brasil, de la triple A en Argentina, de la DINA en Chile, del Comando Rodrigo Franco en el Perú. Y todos se olvidaron de Stroessner en Paraguay, de Duvalier en Haití, de Videla, Galtieri y Massera en Argentina, de Tacho y Tachito Somoza en Nicaragua, de Pinochet en Chile, de Banzer y García Meza en Bolivia, de Castelo Franco en Brasil, de Napoleón Duarte en El Salvador y de Fujimori en el Perú.
Y entonces, ¿de qué terrorismo nos hablan los detentadores del poder? ¿Qué es, finalmente, el terrorismo? Max Weber dijo que el Estado tiene el monopolio de la coacción, pero no dijo que ese mismo Estado aterrorizara a su población con métodos salvajes de tortura, amedrentamiento, desapariciones y muerte. Porque hay terrorismo cuando el Estado utiliza todo su aparato de poder contra los ciudadanos, quienes, finalmente, se sienten desamparados frente a esa maquinaria infernal.
El terrorismo es un fenómeno amplio y complejo que no puede reducirse a quienes derriban puentes, edificios o aviones. ¿Acaso no fueron terroristas los que dirigieron la Operación Cóndor, en la cual participaron los gobiernos de Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y el Perú, coordinando acciones entre sí y con la CIA para producir miles de muertos y desaparecidos? ¿Y la división de servicios técnicos de la agencia norteamericana no suministró equipos de tortura y ofreció asesoramiento sobre el grado de shock que el cuerpo humano puede resistir, repitiendo los experimentos de los camaleros hitlerianos? ¿Y no aterrorizó Estados Unidos en las guerras contra Afganistán e Irak? ¿Y no fue el terrorista mayor al arrojar las bombas en Hiroshima y Nagasaki?
Es necesario, pues, develar este ocultamiento sagaz e infame de los amos globales y su parentela subdesarrollada. No hacerlo, es cobarde complicidad.

Saludos
Gustavo

No hay comentarios:

Publicar un comentario