Los elementos motores de la interconexión global son: El hundimiento de los mercados, las megafusiones, la internacionalización de los procesos productivos y, sobre todo, el crecimiento notable del capital financiero y de su capacidad de tránsito - apoyado por el desarrollo de las tecnologías de comunicación para el dominio ideológico.
Los auto nombrados “dueños” del mundo son de carne y hueso, tienen nombre propio e instituciones que los representan; son banqueros que han montado un casino planetario con una densa infraestructura financiera denominada globalmente Mercados Financieros.
La Comunidad Europea, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio (OMC), disminuyen el espectro político de decisiones de las entidades políticas locales y de las propias "mayorías" nacionales, así la globalización termina por estar más condicionada a los intereses de los actores-Estados y la fuerza que tienen para defender sus propios intereses en la arena internacional antes que ser un proceso autónomo que se opera a margen de toda la forma de control, que en el siglo XXI se haya en crisis estructural.
Lo cierto es que la globalización ha afectado de manera desigual a los distintos grupos de países. Los de bajos y los de altos ingresos han sido los grandes beneficiarios. Los estados de medianos ingresos, han sido los grandes perjudicados.
De acuerdo con el Banco Mundial (BM), los países de bajos ingresos son aquellos cuyo Producto Bruto Interno (PBI) per cápita es menor a 745 dólares. Los países de ingreso medio, tienen un PBI per cápita de entre 745 y 9206. Los estados de ingreso alto son aquellos que cuentan con un PBI per cápita mayor a 9206 dólares.
La distribución equitativa de la riqueza requiere equilibrar las variables estratégicas de inversión y consumo algo que resulta insostenible en el capitalismo; sistema que se caracteriza por la imposibilidad de planificar las economías nacionales, pues lleva implícita la anarquía de la producción, que hace inviable un proyecto nacional soberano.
Latinoamérica y el Caribe, viene mostrando desde hace ya varios años atrás, la necesidad de reimpulsar y transformar los viejos modelos existentes en nuestra región, los cuales se habían quedado en una suerte de estancamiento y poca capacidad de respuesta ante las necesidades inminentes y palpables de un pueblo que requería a gritos nuevas visiones, nuevos planteamientos, ajustados a la realidad y con resultados concretos.
Sólo podemos decir como José Martí: “jamás hubo en América de la independencia a acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder...”.
En este mundo globalizado el Perú, no ha encontrado su nicho en el mercado mundial. Si bien cuentan, por lo general, con una mano de obra mejor calificada que la de los países de ingresos bajos, sus capacidades en el campo de la innovación y la tecnología no se acerca ni remotamente a la de los países de altos ingresos, con alta inversión en salud y educación.
El Perú en la era de la globalización, necesita tecnificarse, entrar en el campo de la innovación, reformas educativas destinadas a conseguir una mano de obra más creativa y mejor calificada, alternativas a la informalidad, combate a la corrupción, sistemas financieros sólidos, democracia participativa, combate a la ineficiencia, incorporación de jóvenes y de comunidades indígenas serranas y selváticas a la vida nacional.
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