¿APARECERÁ UN OUTSIDER QUE LES ARRUINE LA FIESTA?
PUBLICADO: 2014-03-06
Muchos peruanos (eso es lo que algunos medios han señalado) ven con buenos ojos la posible candidatura de un outsider como Gastón Acurio (reconocido cocinero peruano) a la Presidencia de la República de nuestro país. La aparición de nuevos rostros y la participación de nuevas figuras en la política nacional serán siempre bienvenidas, afirman algunos “periodistas”.
Pero más allá de lo que puedan desear algunos “líderes de opinión” o medios interesados en impulsar determinadas candidaturas, veamos a continuación si existen razones objetivas como para pensar que en las próximas elecciones presidenciales del año 2016, es posible el surgimiento de un outsider capaz de remecer al establishment político y dar el batacazo electoral, consolidando una candidatura que termine imponiéndose a los candidatos presidenciales de siempre.
No importa si este outsider se apellida Acurio, si es cocinero, futbolista, actor o cantante. Lo que realmente importa es saber si el Perú de hoy presenta las condiciones para el triunfo presidencial de un outsider. Pero primero, aclaremos algunas dudas sobre este término, que tantos usan, pero que casi siempre lo hacen sin el rigor que el análisis político exige.
¿Quién es un outsider político?
Un outsider, como bien lo señala Carlos Meléndez, es básicamente un nuevo en política (un recién llegado). Pero no todos los nuevos en política son outsiders. Para serlo, su capital electoral debe provenir desde fuera del sistema político. Bajo esa definición, el único que en la actualidad podría ser considerado un outsider en el Perú sería, efectivamente, el cocinero peruano Gastón Acurio, cuyo prestigio proviene básicamente de su éxito alcanzado en el campo de la gastronomía y la empresa.
¿Gastón Acurio sería un outsider como lo fue Fujimori en el año 1990?
No lo creo, pues lo que diferencia a los outsiders, por lo menos en dos grupos, es el tipo de discurso político que éstos manejan. Así, de lo poco que hemos escuchado hablar a Gastón sobre política, tengo la impresión que el cocinero sería un outsider más parecido a Vargas Llosa (salvando las distancias) que a Fujimori. ¿Por qué sostengo eso? Si bien en el año 1990, Vargas Losa podía ser calificado como un outsider, él exponía y defendía un discurso político pro sistema, respetuoso de las reglas propias de la democracia representativa. De hecho, sostenía la necesidad de reconstruir el sistema de partidos, fortalecer a las instituciones públicas y respetar el Estado de Derecho. En cambio, Fujimori, capitalizó un discurso en contra del sistema político, que básicamente se basó en un ataque constante y sistemático contra los partidos políticos, los poderes del Estado y los principios constitucionales de la república.
En suma, lo que nos dice Carlos Meléndez es que existen dos tipos de outsiders (por lo menos) los que son leales con el sistema político (Gastón lo sería) y los que no lo son (Fujimori en el año 1990). En todo caso, lo que realmente caracteriza a un outsider es que este llega de fuera del sistema político, podría tratarse de un animador de televisión, deportista, vedette, cómico, o simplemente de un hombre o mujer, que un buen día decidió probar suerte en política y tuvo la fortuna de contar con el respaldo de algunos cuantos miles de votantes (y recursos o financistas para su campaña).
¿Y esto es algo positivo o negativo para la democracia?
Vista la experiencia histórica de nuestro país, yo diría que la llegada de los outsiders a la política en el Perú ha resultado ser profundamente negativa. Ya que si la democracia representativa se asienta sobre la base de un sistema de partidos (verdaderos semilleros de nuevos políticos), y la llegada de los outsiders coincide con el quiebre del sistema de partidos políticos en el Perú, entonces no nos debería sorprender que en los últimos años varios neófitos en política hayan logrado colocarse la banda presidencial (Humala, Toledo y Fujimori) u obtenido una curul en el Congreso (comentaristas de fútbol, pastores evangélicos, bailarinas y voleibolistas), además de cargos de representación sub nacional.
Eso quiere decir, que en la medida de que el sistema de partidos de un país (es nuestro caso) sea menos institucionalizado, entonces la posibilidad de que aparezca un outsider crece, con el riesgo que ello representa para la democracia y gobernabilidad, más cuando estos outsiders son abiertamente anti sistema o anti partido. La prueba más clara de lo que acabamos de señalar fue el Gobierno de Fujimori de los años noventa.
Pero volvamos, ¿Podrá un outsider vencer en las elecciones presidenciales del año 2016?
Desde hace algún tiempo se viene especulando en torno a quién puede ser el outsider para el 2016. Primero fue Antauro Humala, luego Marco Arana, antes Gregorio Santos, incluso se habló de la popularidad del padre de Ciro Castillo, hasta llegar a lanzar el nombre de Gastón Acurio. Pero, ¿Acaso tienen estas especulaciones algún viso de realidad? No, veamos porqué.
Si uno repasa lo acontecido en los últimos procesos electorales, podrá darse cuenta que desde el año 2001 las elecciones presidenciales dejaron de ser juegos de outsiders. Al contrario, dice Levitsky (citando a Mauricio Zavaleta): En 2001, compitió un ex presidente (García) con Alejandro Toledo y Lourdes Flores. En 2006, compitieron dos ex presidentes (García y Paniagua), Flores de nuevo, y un outsider (Humala). En 2011, no hubo outsider entre los candidatos mayores: solo un ex presidente (Toledo), la hija de un ex presidente (Keiko), dos ex candidatos presidenciales (Castañeda y Humala) y un ex premier (PPK).
Eso quiere decir, según refiere el politólogo de Harvard, que si los precandidatos no se matan entre ellos antes de tiempo, el 2016 será muy parecido: al menos un ex presidente (García), dos ex candidatos presidenciales (Keiko y PPK), y quizás (aunque esto me parece muy difícil) la esposa del actual presidente compitiendo por la banda presidencial. Entonces, eso confirmaría que las elecciones presidenciales en el Perú han dejado de ser (hace mucho) un juego de outsiders para convertirse en una carrera entre los “insider”. Habrá que ver.
Pero, si los partidos políticos son débiles, ¿Por qué no puede surgir un outsider?
Si la carrera política en el Perú no existe, pues la crisis y el colapso del sistema de partidos terminaron con la era del político de carrera. Si los líderes provinciales no han logrado consolidar una presencia de alcance nacional, pues de hecho ningún presidente regional o alcalde ha logrado convertirse en presidenciable: César Acuña, Yehude Simon, Vladimir Huaroc o César Villanueva, son algunos ejemplos. Si pareciera que la alcaldía de Lima es la única que garantiza un salto a la política nacional: Alberto Andrade y Luis Castañeda, lo lograron. Y si además, a eso le sumamos que menos del 20% de los congresistas logra ser reelegido (el 80% de los parlamentarios son novatos casi siempre). Entonces, ¿Por qué negamos la posibilidad de que algún outsider aparezca, si en el Perú no existen caminos institucionales que garanticen la aparición de figuras con la formación política necesaria para convertirse en verdaderos estadistas?
Levitsky, ensaya una respuesta que me parece seductora: El Perú de hoy no es el de 1990, en ese año la elección fue un salto al vacío, alentado por la profunda crisis económica, social y política por la que atravesaba el país. Hoy ya no hay crisis. Y después de varios años de crecimiento económico, el elector se ha vuelto más conservador, no (solo) en términos ideológicos sino también en su comportamiento político. Hoy, muchos peruanos consideran que sí tienen algo que perder, y como consecuencia, pocos quieren la incertidumbre de un desconocido total.
Entonces, como el Perú no cuenta con un sistema de partidos que produzca a nuevos liderazgos y que suministre información sobre los méritos y la trayectoria de los mismos, el electorado (que no es tonto), termina eligiendo, como lo expone Mauricio Zavaleta, entre los viejos conocidos, convirtiendo en verdad ese dicho que dice: más vale malo conocido, que bueno por conocer.
Como hemos podido apreciar, en el Perú son cada vez menos frecuentes los outsiders que compiten (con cierta posibilidad) en las elecciones presidenciales. Eso no quiere decir que no puedan surgir. Simplemente que mientras el país no atraviese por una severa y aguda crisis como la de fines de los ochenta, el electorado (cada vez más conservador) tendrá menos incentivos para elegir como presidente a un “perfecto desconocido” deseando que "se vayan todos". Pero, ¿Acaso la estabilidad económica y/o política nos libra de los outsiders? No, por eso lo que se debemos hacer es reconstruir nuestro sistema de partidos, pues son estas instituciones las que dotan a la política de nuevos rostros y liderazgos, mientras eso no ocurra, seguiremos eligiendo entre los candidatos presidenciales de siempre.
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