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viernes, 18 de noviembre de 2011

EL SOCIALISMO ES EL FUTURO

Comunistas del mundo se reúnen para articular acciones de lucha conjunta
Escrito por Tribuna Popular Viernes, 18 de Noviembre de 2011 13:18

XIII Encuentro Internacional de los partidos comunistas y obreros
Atenas, 18 nov. 2011, Tribuna Popular TP.- El epicentro mundial más simbólico de la aplicación de las políticas antipopulares del FMI, la Unión Europea, su Banco Central y gobiernos entreguistas –es decir, Grecia–, será también la sede del XIII Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros que debatirán estrategia mundial para enfrentar la agresión imperialista en la perspectiva de un fututo socialista para la humanidad.
Del 9 al 11 de diciembre, los cerca de 80 Partidos Comunistas y Obreros, constatarán también directamente la organización de la resistencia y combates que está librando la clase obrera griega –especialmente los agrupados en el Frente Militante de todos los trabajadores (PAME)– a la cabeza de los demás sectores sociales y en los demás países del mundo, incluyendo los levantamientos populares que se están desarrollando contra el sistema capitalista.
Estos Encuentros, que se realizan anualmente desde 1999, nacieron justamente en el país helénico, con el fundamental apoyo del Partido Comunista de Grecia (KKE), pasando desde 2007 a hacerse en otros países, consecutivamente en Portugal, Brasil, India y Sudáfrica.
La temática que abordará esta XIII edición, parte de la premisa “¡El Socialismo es el futuro!”, y versará sobre: “La situación internacional y la experiencia de los comunistas 20 años después de la contrarrevolución en la URSS. Las tareas para el desarrollo de la lucha de clases en condiciones de crisis capitalista, de guerras imperialistas, de los actuales levantamientos y luchas populares, por los derechos populares y de la clase obrera, el fortalecimiento del internacionalismo proletario y el frente antiimperialista, por el derrocamiento del capitalismo y la construcción del Socialismo.”
Del Partido Comunista de Venezuela (PCV) participa una delegación compuesta por su Secretario General, Oscar Figuera, y el Secretario de Relaciones Internacionales, Carolus Wimmer e insistirá en la articulación mundial del movimiento comunista internacional y el desarrollo de los Frente Antiimperialista a nivel mundial y regional .
La delegación venezolana prevé que el Encuentro Internacional se volverá a pronunciar con fuerza en solidaridad con el proceso revolucionario venezolano, frente a las acciones de agresión y desestabilización que adelanta el imperialismo.
Este Encuentro es el resultado varios meses de preparación, que se confirmará con la amplia participación, resaltando la importancia de este proceso para el fortalecimiento del movimiento comunista y revolucionario internacional en un cuadro de profundización de la crisis del capitalismo.
Cada uno de los Partidos Comunistas y Obreros del mundo rechazan históricamente la constitución de cualquier centro internacional de dirección, cuidan con celo su autonomía y son los responsables de definir la política a seguir en el país respectivo, contando con el respeto absoluto de las demás organizaciones. Sin embargo, unidos en el internacionalismo proletario, en la defensa del marxismo-leninismo, en la lucha antiimperialista y en la defensa irrestricta de la clase obrera y el pueblo trabajador, se saben parte del gran movimiento comunista internacional que continúa su camino de necesario fortalecimiento y articulación.
18-11-2011

Cuatro tesis acerca del trabajo en el capitalismo

Arturo Borra
Rebelión
La crisis del presente ha centrado la dicotomía entre trabajadores y parados; con ello, opaca la reflexión sobre las diversas formas de trabajo que se despliegan en la actualidad y su relación conflictiva con las clases propietarias. Nos encierra en la trampa de una división interna entre los que disponen de un “empleo” y los que no lo disponen, como si la inclusión en el mundo actual del trabajo fuera una garantía contra la exclusión social (1). El habitual diagnóstico de la crisis, al centrarse en esta dicotomía, culmina en una crisis de diagnóstico: impide el análisis de las múltiples variantes del trabajo subordinado.
Por el contrario, debemos enfatizar que el desempleo es una alternativa precaria entre otras. Con independencia a la multiplicidad de figuras laborales, en todos los casos están sujetas tendencialmente a un proceso de precarización radical: el “temporero”, el “periférico”, el “subcontratado”, el “irregular” y, en última instancia, también el “indefinido” son ejemplos más o menos manifiestos de esa tendencia. Podrían buscarse otras variantes, pero lo decisivo aquí es que cualquier trabajador está afectado por las crecientes restricciones salariales y el deterioro de las condiciones de trabajo en contextos de crisis sistémicas regulares. Al respecto, sigue teniendo vigencia, en esta dimensión, la formulación de los Manuscritos: “(...) el que no trabaja [en referencia al propietario] hace con el trabajador todo lo que el trabajador hace contra sí, pero nada de lo que hace contra el trabajador lo hace contra sí mismo” (Marx, 1988: 165 [2]).
En las condiciones del capitalismo actual, a mi entender, necesitamos complementar esas tesis con algunas otras, especialmente a raíz de la presión creciente que ejerce la tasa de paro (notablemente elevada) sobre las clases trabajadoras:
El terror de los trabajadores ante el creciente desempleo es funcional a la precarización laboral. Como forma disciplinaria, el paro permite el mantenimiento de los salarios en un nivel relativamente bajo y la disminución de expectativas y exigencias con respecto a las condiciones del trabajo por parte de los trabajadores. Puesto que hay “un ejército de reserva” –tal como anticipó Marx- dispuesto a sustituirnos, cualquier reivindicación de los trabajadores puede ser sancionada –y así ocurre habitualmente- mediante la amenaza, el despido o la degradación laboral. En vez de radicalizar las luchas políticas por unos derechos colectivos y, en particular, por la transformación de las relaciones de producción, dicho terror consolida la subordinación del trabajo al capital. Una de las consecuencias drásticas de este terror es la creciente adhesión al antisindicalismo, liderado por las federaciones empresariales. Al secundar este cuestionamiento, los trabajadores erosionan los órganos clásicos de representación que permiten presionar para un cambio real en las relaciones de trabajo. Aunque ciertamente hay que cambiar las prácticas sindicales dominantes, suprimir cualquier modo de organización representativo de los intereses colectivos de las clases trabajadoras, incide tanto en la destrucción de la solidaridad de clase como en el deterioro de la calidad de empleo.
El deseo del trabajador parado por recuperar el trabajo (precarizado) que percibe como parte de su humanidad afianza un sistema que deshumaniza tanto a trabajadores como a no trabajadores. Perdiendo de vista otras dimensiones de la existencia social, el trabajador parado vive como privación no poder acceder a un trabajo precario que lo priva de dimensiones centrales de sí mismo. El estigma del paro se transfiere al sujeto que (sobre)valora lo que le falta y menosprecia lo que tiene. Aunque podría con Lafargue defender el derecho a la pereza (en una sociedad técnicamente preparada para reducir la jornada laboral) consideraría esa defensa como una broma pesada: su voluntad de trabajo, incluso si ese trabajo lo priva de su tiempo de vida, parece inamovible. Que la amplia mayoría de trabajos a los que puede aspirar estén marcados por la precariedad absoluta no parece ser impedimento para este deseo autonomizado con respecto a la necesidad específica de un medio de ingreso relativamente estable. La disposición de tiempo de vida es vivido como privación: un sobrante de la ausencia de tiempo de trabajo.
En nuestra cultura del trabajo, el trabajador activo y el trabajador parado están atrapados por esta centralización del trabajo como dimensión identitaria. Así como los parados se sienten despojados de su «humanidad» ligada al trabajo, los trabajadores activos no dejan de sentirse negados a sí mismos en dicho proceso laboral. Si a uno le falta esa dimensión identitaria, al otro le sobra: no sólo hay problemas de desempleo, sino también de subempleo y sobreempleo. El desajuste entre trabajo y necesidades vitales se realiza en todos los casos. La falta o escasez de trabajo remunerado para algunos se convierte en un excedente de trabajo (no remunerado) para otros; en ambos casos, la apropiación de esa plusvalía por parte del no-trabajador se mantiene.
En el capitalismo, los trabajadores se extrañan no sólo de otros trabajadores en activo (una de las dimensiones centrales del proceso de enajenación del trabajo) sino también de los trabajadores parados, vividos como amenaza a la propia estabilidad laboral. Los “profesionales” no son más que trabajadores intelectuales extrañados de otros trabajadores (reducidos al “trabajo manual”). Aunque puedan distinguirse diversas orientaciones en la producción social, la falacia instituida fija los presuntos “trabajos manuales”, ipso facto, como no cualificados, cuando en última instancia son meramente no-calificados. Que un trabajo no cuente con aval institucional (escolar o universitario) no lo descualifica sino, a lo sumo, lo desautoriza para las clases dominantes (situándolo en lo más bajo de una jerarquía laboral). La división social y sexual del trabajo, como condición de existencia del capitalismo, produce otras divisiones diversas, además de la referida antes: entre trabajadores locales y extranjeros, entre trabajadores y trabajadoras, entre temporales e indefinidos. El desconocimiento mutuo entre trabajadores en activo y parados se transforma en un reconocimiento hacia los propietarios.
Aunque no pueden derivarse de forma mecánica otras consecuencias, no hay dudas que estas tesis contribuyen a explicar algunos fenómenos crecientes: la lucha de pobres contra pobres, el aumento de múltiples formas de discriminación laboral (xenofobia, racismo, sexismo, entre otras) y modos sintomáticos de padecer la crisis (alcoholismo, suicidios, drogadicción, violencia de género y familiar, por mencionar algunas). No cabe desconocer la incidencia de una configuración cultural hegemónica que construye modelos de identificación distantes a las clases sociales mayoritarias, exaltando las cualidades que sólo una minoría social “distinguida” posee.
Con todo, estas cuatro tesis contribuyen a interrogar lo que significa hoy el «trabajo», incluso el que presupone el trabajo del pensamiento o el pensamiento como trabajo. Si trabajar es transformar socialmente una materia específica para convertirla en producto humano, esto es, actividad productiva, el trabajo del pensamiento no es sino una actividad conceptualizadora, irreductible al cálculo o al control de informaciones. El trabajo del concepto es elaboración reflexiva y crítica de unas significaciones sociales heredadas. La escasez de un trabajo intelectual crítico-reflexivo, que permita poner en cuestión las formas actuales del trabajo en el contexto capitalista, forma parte de la dificultad para elaborar un trabajo emancipado con respecto a la subalternización de las relaciones actuales de trabajo.
En un mundo político gobernado por expertos y administradores de la crisis de oportunidades sociales, poder dar cuenta de esas formas de dominación activa, contra las que se alzan resistencias y limitaciones externas históricamente cambiantes, forma parte del trabajo imprescindible para transformar lo existente. Las profesiones -y las nuevas profesiones derivadas de las ciencias sociales en especial- tienen un lugar central en la producción y transformación de esta formación social que, bajo el nombre de “democracia”, no hace más que apelar a una “tecnocracia” inequívocamente al servicio del capital empresarial y financiero.
Es nuestra tarea desplazarnos de esos lugares a los que somos llamados a ser desde el mercado capitalista. Desplazarse es participar en una interacción que pone en cuestión la subordinación unilateral de los sujetos profesionales al mercado. Supone más bien una intervención que incluye elementos políticos subversivos. En vez de expertos del ajuste y guardianes del orden que justifican sus decisiones políticas en nombre de presuntas necesidades técnicas, hay que invertir la relación, para que cada decisión técnica sea remitida al proyecto político al que responde.
También hay que hacer responsables a los que, en nombre de la responsabilidad, hacen política irresponsable desentendiéndose de sus consecuencias sociales. El animal político puede hacer política irracional, aunque cabe también la posibilidad de una política racional aberrante. La racionalidad de la política no necesariamente es una virtud, si se considera que las grandes fábricas del genocidio se crearon sobre la base de la razón técnica. Nada garantiza la buena vida que los humanos buscamos, pero sabemos que esa vida no puede ni debe estar determinada por la apropiación radicalmente desigual de la riqueza social. El acceso colectivo a condiciones materiales y simbólicas de vida más igualitarias es nuestra política de vida.
El animal político es irreductible al animal racional. Su acción política no se desprende lógicamente de una racionalidad universal, lo que no significa que no debamos dar cuenta de forma razonable de nuestra acción. En la actualidad, gobernados por la significación de un «dominio racional del mundo» (en términos de Cornelius Castoriadis), estamos erosionando otra significación social central en la modernidad: la significación de la autonomía individual y colectiva.
En vez de menospreciar lo irracional o lo arracional -las emociones, el universo-, propio de una razón instrumental que desprecia lo que no se le reduce sin violencia, es deseable un pensamiento que se autolimite en sus pretensiones de dominio, dando lugar a un diálogo con las emociones y pasiones humanas, con las fuerzas de la naturaleza -que no son meros recursos-, con los otros humanos.
El neoliberalismo pretende reducir los conflictos sociales a una competencia interindividual por la apropiación de beneficios económicos. En vez del interés por el bien común, sostienen que sólo existen homus economicus, sujetos calculadores y egoístas que sólo aspiran a su bienestar propio. Pero estas doctrinas necesitan desconocer cualquier atisbo de otra vida posible y reducir a meras fantasías otros proyectos político-existenciales.
Nosotros, en vez de adaptarnos dócilmente a las prescripciones mercantiles y administrativas, podemos lanzar un desafío que sólo está derrotado cuando ya nadie lucha. Mientras existan sentidos comunitarios que aspiren a una sociedad igualitaria (que no uniforme), habrá cuestionamiento de esta realidad histórica, no sólo mostrando su contingencia, sino construyendo desde el presente esa sociedad deseada.

(1) La existencia de “trabajadores pobres” muestra a las claras que en las condiciones presentes el acceso al trabajo no necesariamente supone acceso a una calidad de vida satisfactoria.
(2) Marx, Karl (1988): Antología, ed. Jacobo Muñoz, Península, Barcelona. Recordemos que el “trabajo enajenado” para Marx suponía al menos cuatro aspectos interrelacionados: I) la enajenación del trabajador en su relación con el producto de su trabajo (extrañamiento del producto), II) la enajenación con respecto a la actividad misma (extrañamiento de la producción), III) la enajenación del trabajador con el ser genérico del ser humano (extrañamiento de sí como ser genérico) y IV) la enajenación del ser humano con respecto a los demás (extrañamiento del otro).

Lectura:CONTRA LA “SEGURIDAD DEMOCRATICA”: GUERRA DE TODO EL PUEBLO
Por: Germán Galvis / Guerrillero del Frente Antonio Nariño, Bloque Oriental de las FARC-EP (tomado de www.frentean.col.nu )
La batalla política de la administración actual por mostrar resultados ante los colombianos que diariamente esperan resultados positivos en sus grandes necesidades, no ha sido posible por la oligarquía criolla y parasitaria de nuestro país. Al contrario, los ciudadanos siempre encuentran ante las pantallas de sus televisores, los programas radiales, la prensa, comentarios entre vecinos, el desenmascaramiento de los paramilitares anclados en las autoridades locales, regionales y nacional. Todas estas administraciones untadas hasta los tuétanos del parauribismo dirigido desde palacio. Y, que montan y desmontan maquinarias para desviar los recursos de la nación hacia sus ambiciones personalistas. Las supuestas operaciones de exterminio lanzadas contra las FARC-EP, no ha sido más que una forma de maquillar el robo del presupuesto nacional donde solo dejan ante la mirada de los humildes colombianos las masacres de jóvenes, mendigos, labriegos, emboladores, drogadictos que recogen de campos y ciudades para asesinarlos en cualquier parte del país y posteriormente en complicidad con los grandes medios de comunicación, la iglesia y demás autoridades, pasarlos como guerrilleros muertos en combate. Ahora el Gobierno los llama falsos positivos o desapariciones extrajudiciales. Esas son las realidades del conflicto interno en Colombia por parte de las fuerzas militares.No quiere decir que no haya combates con los miembros de la fuerza paraestatal del Régimen, los hay, pero los resultados de los combates son otros donde el número de bajas de la fuerza pública es mayor a los verdaderos guerrilleros caídos en combate. No es hacer la guerra armando batallas en los escritorios como lo hacen los analistas del régimen Uribistas amparado por los medios de comunicación oligárquicos como marionetas y pescando en río revuelto de los Uribistas y demás demagogos de la política de “seguridad democrática”. Hemos sufrido bajas de importante responsabilidad en las estructuras de las FARC-EP, pero de igual manera ésta está diseñada para resolver de inmediato este tipo de incidentes, llenando los vacios con otros cuadros esclarecidos de la proyección estratégica del movimiento. Se olvidan que para la supuesta desmovilización de los paramilitares, la política que se trazaron en coordinación con Uribe, fue recoger miles de jóvenes de todos los barrios marginados de las principales ciudades del país y del campo, ofreciéndoles un sueldo de 300 mil pesos para que se colocaran los uniformes y rifles viejos e inservibles, desfilando posteriormente ante las cámaras de los medios de comunicación como los “temidos combatientes de las autodefensas” que se entregaban ante la buena fe del gobierno de Uribe, olvidándose que es éste su verdadero jefe político-militar. Y, es más sale el vicepresidente Francisco Santos en Ginebra pidiendo perdón a los familiares de los 11 jóvenes de Soacha que han sido asesinados por las fuerzas militares Uribistas. Siendo él el fundador del bloque capital de los paramilitares donde causaron por orden suya cientos de muertes, desapariciones y desplazamiento de civiles hacia otras ciudades y fuera del país. Esto es lo que Santos debería contarle a los colombianos, ese supuesto perdón es lo que el vicepresidente debería de hacerlo en Soacha ante los cientos de familiares de jóvenes asesinados, y no en Ginebra. Como también reconocer los 5.300 asesinatos de civiles que medio dan a conocer como “falsos Positivos” pasado por los medios de comunicación como guerrilleros muertos en combate y donde cínicamente los medios difunden que las autoridades tienen en investigación a 1.800 militares por este tipo de hechos y, Uribe-Santos qué? A los humildes bogotanos les corresponde la responsabilidad histórica de desenmascarar todo tipo de atropellos e inmoralidades de las autoridades capitalinas contra la buena fe de los ciudadanos. Un alto porcentaje de los que viven en las urbes de las ciudades es gente que fueron desplazados por la política paramilitar del régimen con el propósito de robarse como ha sido costumbre de ellos, sus tierras, ganado, gallinas, marranos, bestias, casa, almacenes, producciones agrícolas...Ahora que los concentraron en las ciudades hacen con sus hijos y familiares carne de cañón. Unos los convierten en víctimas de los falsos positivos, a otros los reclutan para engrosar las inmorales filas del ejército, a otros para los paramilitares, otro tanto para la prostitución infantil, mendigos, drogadictos, atracadores de sus mismos vecinos y donde solo les queda como forma de vivir los andenes, debajo de los puentes, los basureros, sitios llenos de lagunas y márgenes de los ríos Tunjuelito y Bogotá. Donde las víctimas pierden todo valor moral y ético de la personalidad, donde se pierde la iniciativa de unirse en una sola voluntad y pedir las reivindicaciones sociales. A todas estas personas que en su época fueron importantes para la política del estado dejándose engañar con falsas promesas con el solo objetivo de que dieran el voto por ellos. Las FARC ponen bajo la voluntad de todo el pueblo sus diferentes estructuras como el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, las Milicias Bolivarianas, las Milicias Populares, el Partido Comunista Colombiano Clandestino, los Frentes de las FARC y compañías y columnas disponibles, es acá donde está la verdadera Colombia. Y siempre lucha-mos por La Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo. Los problemas sociales, políticos, culturales, económicos, de salud, educación, vivienda, transporte, energía, agua potable, etc. Que viven la mayoría de bogotanos, es un problema de la política estatal y capitalina y no se puede resolver con los comedores comunitarios porque Colombia es un país que posee muchas riquezas naturales, tiene las mejores tierras para la producción agropecuaria, 3 cordilleras donde se desprende una gran riqueza hidrográfica de sur América, páramos como el de Sumapaz que ahora está siendo negociado por el Estado y una transnacional española que lo va a comprar para en el futuro privatizar todos sus cauces, proyecto que viene siendo adelantado por la Corporación Autónoma Regional (CAR), que supuestamente protege el medio ambiente y los parques regionales de Cundinamarca pero en beneficio de las transnacionales. Todo ciudadano que resida en Bogotá debe llenarse de valor patrio, colaborar con todas las personas de bien, contribuir en el secreto de miembros del partido, las milicias y guerrilleros. Ayudar a movilizarlo ocultándolo de toda persona malintencionada y engañada por el Estado, informándole al guerrillero y miliciano los que integran las redes de sapos para darlos de baja, ajusticiar a los que han desertado de las filas de FARC y se encuentran en los sitios de reinsertados, perseverar en el secreto, ayudarle a mover el mate-rial de guerra que se emplea contra la fuerza pública, empresas ligadas a la explotación de la mano de obra de los pobres y financiadores de la guerra sucia. Esas tienen que ser las verdaderas intenciones de los capitalinos.

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