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martes, 12 de agosto de 2014

LA VIDA AL PASO

La vida al paso.jpg
Por: Rolando Breña - La Primera
12 de Agosto 2014
"Es urgente volver hacia nosotros mismos y recuperar nuestra esencia humana. Que la “modernidad” no nos secuestre el  alma con sus sofisticaciones".

Estamos banalizando la vida. Podríamos decir que estamos secuestrando su humanidad a la vida, al ser humano. Estamos haciendo todo lo posible por animalizarlo, por construirlo como un moderno habitante de las cavernas, rodeado de toda suerte de ingenios de última generación, pero cada vez más refugiándose en sus instintos primitivos. El capitalismo lo dota de la ilusión que todo es fácil y que todo está resuelto, a condición que se convierta en masa maleable en otras manos, que no ejercite más su condición de humano inteligente, pensante, con voluntad y esperanza propias.

Cada vez es más difícil vivir. Vamos convirtiéndonos en sobrevivientes de una hecatombe que destruye lo más elemental, primario y trascendente en nosotros, nuestra esencia humana. El que los seres humanos perdamos tal esencia, no es solo funcional al capitalismo neoliberal, sino que le es muy conveniente, pues conduce a la inopia, la resignación absoluta, al solo objetivo de vivir no importa cómo.

Las presiones de la “modernidad” nos mantienen en constante ansiedad, inseguridad, competencia, recelo, en vilo, desconfiados y temerosos, asustados y agresivos…

Parece que en cada paso hemos de resbalar, y más nos cuidamos en no resbalar que en vivir.
¿No se han percatado acaso, amigos lectores, que toda nuestra vida cotidiana con sus pequeñas y grandes cosas pierda o ha perdido su ilusión, su alegría, su belleza, sus misterios, sus encantos… para ser reemplazados por la vacuidad, la caricatura, por la amargura, el cinismo complaciente, que estamos obligados a hacer lo que hacemos porque no hay más remedio?. Hay que vivir, pues.

La vida va perdiendo sus grandes objetivos y se llena del menudeo frustrante, traumático, de las cosas que se hacen por hacer, porque la realidad nos la impone.
Si nos damos cuenta todo lo hacemos hoy es “al paso”. Deseos e instintos, “al paso”. Necesidades vitales o secundarias, “al paso”.

Caminemos un poco Lima. Embarquémonos en micros, ómnibuses o trenes. Sentémonos en parques, plazas o playas. Vayamos a los mercados, a los terminales terrestres, a los restaurantes de menús a cinco soles o los de infinidad de tenedores…; y encontraremos que todo es “al paso”.

Comida al paso. La ajetreada vida, los precios y las urgencias impiden comer en casa. Uno se alimenta donde puede o donde caiga. Lo que sea más barato. Sentado, parado, de hinojos. En mesa, en el banco de los parques, en la pista o en los jardines. Donde sea. Y los norteamericanos nos inventaron “la comida rápida” para engullir cualquier cosa que huela bien.
Empleo al paso. Son multitud los que deambulan a ver si logran alguna “chambita al paso”. Mecánicos, pintores, colchoneros, costureras, afiladores, carpinteros, brujos, adivinos, cerrajeros, gasfiteros, etc,. Todos con sus bolsas de plástico o maletines de mil combates y herramientas para laborar en plena pista. No se crea que son solo esos u otros oficios, también hay profesionales universitarios atrapados en este infierno.

Salud “al paso”. No nos referimos a los huelguistas que lo hacen como estrategia, sino los que ofrecen en las calles medicinas, inyectables, medida de la presión, análisis, endodoncias, exámenes médicos y hasta intervenciones quirúrgicas, siempre con el maletín y los utensilios en mano.
Sexo al paso. De día o de noche. En cualquier rincón oscuro o a cielo abierto. Con sol, frio o lluvia. Con protección o sin él. Con mujeres o varones.  Y hasta con público curioso, indiferente o santiguándose.

Podemos continuar así hasta el infinito: Educación “al paso”, que ofrece desde inicial hasta doctorados. Seguridad “al paso” para cobrar un cheque o acompañar al cajero o simplemente para cruzar un sitio peligroso. Música, bailes, acróbatas, circos, retratistas y pintores “al paso”. Empresarios y financistas “al paso”, ofreciendo oportunidades de negocios, ventas o compras nacionales o extranjeros de cualquier bien. Familias “al paso” que duran no lo que dura una ilusión, ni siquiera un deseo, sino un simple encuentro casual más tarde con niños indeseados o abandonados…

Últimamente, se han agregado nuevos especímenes: “Políticos al paso”, “candidatos al paso”; que son los que más abundan y lamentablemente llegan a lugares de privilegio.
En fin, volvamos al principio. Todo o casi todo lo que hacemos o queremos hacer como parte de una vida humana, está perdiendo sentido. Ya no somos solo existimos. Es urgente volver hacia nosotros mismos y recuperar nuestra esencia humana. Que la “modernidad” no nos secuestre el  alma con sus sofisticaciones.
 

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