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jueves, 7 de junio de 2012

"MAS": BASES PARA UN PROGRAMA


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MAS-MAS

BASES PARA UNA PROPUESTA DE PROGRAMA DEMOCRÁTICO, PATRIÓTICO, DESCENTRALISTA

Nos proponemos una organización política electoral y una unidad que trascienda la coyuntura. Nos sentimos  convencidos de la necesidad que tiene el Perú, para salir del atraso, de la pobreza, la exclusión, la dependencia, el centralismo y el extractivismo, de proceder a un cambio de rumbo fundamental en todos los órdenes de cosa Persuadidos, asimismo, de la necesidad de contar con una organización, liderazgo y proyecto a la altura de ese reto histórico, y con respaldo y participación popular activa. En suma, con la voluntad política y la determinación de  alcanzar el gobierno del país con el concurso y la unidad más amplia de las peruanas y peruanos convencidos del mismo propósito. 

Hay que terminar el ciclo de ser siempre perdedores. La actitud defensiva, en política, equivale a entrar en batalla derrotados de antemano. Creemos tener la razón que la historia del país confirma y la realidad mundial actual demuestra. No pretendemos lo imposible, lo que por el momento está más allá de las posibilidades reales. Pero tampoco estamos dispuestos a quedarnos atrapados en las redes de un modelo de economía, como es el neoliberal, cuyo fracaso es ostensible y cuyo futuro se puede visualizar en los desastres que sufren los pueblos griego y español.

Necesitamos contar con un Proyecto Nacional de desarrollo, con visión de país y de futuro, con metas de largo plazo viables en torno de las cuales unir y poner en tensión las fuerzas y potencialidades nacionales. El Acuerdo Nacional o el reciente Plan Bicentenario hacia el 2021 se agotan en las buenas intenciones porque la lógica neoliberal absolutiza la anarquía del mercado, desconoce el papel dirigente del Estado al asignarle un rol  subsidiario y convierte en palabra muerta la planificación. En ausencia de un Proyecto Nacional consensuado la marcha del país será siempre errática, anárquica, donde la coyuntura impone sus reglas y el derroche de energías, recursos y potencialidades.

Hasta el presente, con excepciones, son las clases dominantes y los sectores más conservadores quienes han gobernado y dominado el escenario político. El término del sistema colonial español no ha significado el término de la mentalidad y los prejuicios coloniales, que perduran hasta el presente. El sentido aristocrático de la política perdura más allá de la formalidad democrática, siempre frágil y siempre avasallada por los poderes de facto. La absorción de un gobierno, como el actual, que viene de ofrecer la “Gran Transformación” -con la coincidimos en gran parte en las condiciones del Perú de hoy y el mundo- es un ejemplo de lo dicho. Si se aspira a realizar cambios de verdad y a contar con la fuerza para ello, la tarea fundamental pasa por conquistar un Gobierno Democrático, Patriótico, Descentralista, con amplia base social, que se apoye en la más amplia organización, unidad y participación popular.

La Constitución del 93, impuesta por la dictadura fujimorista mediante el fraude y la corrupción, como el instrumento jurídico fundamental para eternizar el neoliberalismo, es el principal obstáculo que impide llevar adelante cualquier cambio fundamental en lo relacionado a la economía y el Estado. El Perú necesita contar con una nueva Carta constitucional y no hay otro camino que una Asamblea Constituyente que la sancione. Proyectos de reforma, como la trabajada bajo la presidencia del  congresista Henry Pease, terminaron en el olvido.

“Peruanizar el Perú”, en la dimensión del concepto que le otorgó José Carlos Mariátegui, sintetiza la esencia del quehacer nacional. Es decir, sentar las bases sólidas de una nación independiente y soberana, libre en sus decisiones, con identidad y voz propia, integrada  reconociendo su diversidad étnica y cultural, con un mercado nacional unificado y  desarrollo articulado de sus regiones.

Una economía al servicio del ser humano y el desarrollo nacional, sustentable ambientalmente, autocentrada y sostenible en el tiempo, que fortalezca el mercado nacional. Recuperar el rol promotor, regulador, de planificación macroeconómica del Estado, que no desconoce el mercado y su importancia, ni renuncia a la inversión extranjera siempre que se ajuste a la estrategia de desarrollo con atención en la industrialización, la modernización de la agricultura y los servicios, el fortalecimiento de la innovación, la ciencia y la tecnología. La historia extractivista nos condena al atraso, a la pobreza y la dependencia.

La crisis del Estado en una realidad incuestionable. El desborde de la corrupción en toda su estructura, la incapacidad para garantizar seguridad a la población, su ausencia en amplios espacios del territorio, la descomposición de sus instituciones, la fragilidad democrática acentuada por el peso real de los poderes de facto que imponen sus reglas, la crisis de los partidos políticos, entre otros factores, exige repensar un nuevo tipo de Estado. Uno en el cual la palabra democracia tenga contenido y expresión real, la ciudadanía sea un hecho, la institucionalidad funcione, quede atrás el autoritarismo. Una nueva democracia, además de representativa, participativa y directa, donde el pueblo realmente decida, es necesaria y posible. Atacar y derrotar la corrupción, el narcotráfico, el pandillaje y sus secuelas, en su raíz, es una condición para construir una sociedad segura, en paz, en desarrollo.

La justicia social y los derechos iguales para todo, es una aspiración permanente del pueblo peruano. Donde prevalecen los privilegios y se impone el poder de quienes dominan los resortes básicos de la economía, ese camino está cerrado. Educación y salud universal y de calidad, es una necesidad primera. La seguridad social es una de las grandes conquistas que hay que cuidar y fortalecer. La igualdad de género y la atención a la juventud, a la niñez, a la población de tercera edad, una responsabilidad de primer orden. Reconocer y promover el derecho de los trabajadores a la sindicalización, a la estabilidad laboral, a salarios dignos. Ocho horas de trabajo como máximo.

La descentralización económica y política, en el marco de un Estado unitario, es fundamental para garantizar el desarrollo nacional y el desarrollo de los espacios regionales. El centralismo económico y político permite perpetuar el atraso en vastos espacios del territorio nacional, impide la construcción de un mercado nacional, abre  paso a la migración de la población y su concentración en mega-ciudades, prolonga la exclusión y el atraso. Requerimos una descentralización económica, productiva, política, social, cultural, que permita el aprovechamiento de las potencialidades de cada espacio regional en el marco del desarrollo multiforme del país.

Cunde en el país la desorientación, la ausencia de valores que le den cohesión al pueblo peruano, sentido de seguridad y confianza en el futuro. El pragmatismo, el individualismo, el exitismo de cualquier manera, difundidos hoy y convertidos en sentido común a fuerza de manipulación, favorecen el caos y legitiman fenómenos como la violencia social, el utilitarismo, la corrupción en todas sus formas. Toda sociedad que garantice desarrollo y progreso, bienestar y estabilidad, necesita contar con una  voluntad nacional cohesionada, con un proyecto heroico que cree realizable. Sólo los grandes ideales que coinciden con las aspiraciones profundas de los pueblos y con las exigencias de su tiempo, que se nutren de su herencia cultural y de sus valores nacionales fundamentales, que encuentran la fuerza que las lidere y galvanice, que se atreven a innovarse, son capaces de realizar el milagro de la renovación, de encontrar en las crisis la motivación para superar los obstáculos, de romper el peso muerto de la inercia y el conformismo. Patriotismo, solidaridad, honestidad, culto por el trabajo creador, espíritu innovador, sentido de realización, representan valores que deben caracterizar a un pueblo que se propone construir su propio camino.

Política internacional independiente, soberana, latinoamericanista. Apostamos por la paz, por la autodecisión de los pueblos, por la igualdad y el beneficio recíproco en la relación entre estados y países. Nos oponemos a la política de guerra, a toda forma de agresión e intervencionismo. Nos pronunciamos por la integración latinoamericana y caribeña, por el derecho de cada pueblo a decidir  su sistema económico y social.

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