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viernes, 24 de octubre de 2014

INCIDENCIA POLÍTICA DE LA IZQUIERDA PERUANA (III)

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POR: UBALDO TEJADA GUERRERO
ANALISTA GLOBAL
Uno de las tareas claves pendientes de la izquierda peruana, después del golpe de Fujimori el 5 de abril de 1,992, es el retorno a una verdadera democracia, previa reforma constitucional, y salir de la Constitución neoliberal de 1,993, impuesta en dictadura; y que ha transitado hasta el año del 2,014, con la cual se está subastando el patrimonio nacional, la soberanía y la ciudadanía plena; se está destruyendo la descentralización, la regionalización, con el latrocinio mas grande de corrupción institucionalizada, narcotráfico, delincuencia y destrucción del Estado de derecho.
Es en este contexto en el cual hay que mirar la salida política y las elecciones 2,016 en el Perú. El desafío está en la construcción de políticas democráticas efectivas que mejoren la calidad de vida de la gente. No tanto se requiere una persona, un líder, un mesías, que resuelve todo. Se tiene que mirar el desarrollo al largo plazo, que debe resumirse en un Proyecto Nacional y una Nueva Constitución, con la mirada del Perú profundo costeño, serrano y selvático.
Los últimos paquetazos neoliberales, contra la defensa del medio ambiente, nos recuerdan que hemos asesinado y seguimos asesinando a nuestras etnias serranas y selváticas. Ellos tienen en derecho a vivir en aislamiento si lo desean, y a una inclusión que no exige la pérdida de su cultura de su identidad. Pero éste modelo neoliberal en el Perú es depredador contra nuestros hermanos, nos olvidamos que ellos tienen maneras propias de desarrollo territorial, que estamos matando juntamente con ellos.
¡Nueva Constitución! Esta es una de las banderas que la izquierda debe levantar en un frente muy amplio, en una nueva alianza, para diferenciarse de los partidos y movimientos neoliberales en el Perú. No hay otra opción, por ello desarrollaremos algunos criterios constitucionales, camino al proceso electoral presidencial y congresal 2,016, entendida como aspiración a una ciudadanía plena.
La patria grande de Latinoamérica y el Caribe, espera que los ciudadanos de ésta patria chica llamada Perú, ser llamados a refundar la política, construir una democracia con autoridad legítima, que requiere la participación de todos y de todas a través de un proceso constituyente para propiciar una nueva Constitución política para el Perú, para no volver al viejo centralismo limeño, para hacer posible una nueva legitimidad donde el pueblo soberano concrete las aspiraciones y defina las reglas y las instituciones necesarias para llevarlas a cabo.
La idea de fondo en éste momento que vive el Perú, es muy precisa. ¿Quién dirige el país?: ¿La voluntad democrática libremente expresada por los ciudadanos y ciudadanas del Perú o los intereses de transnacionales y grandes grupos de lobistas, que detentan los poderes básicos? Ésta es la decisión que debemos definir camino a las elecciones nacionales 2,016. No más FREDEMOS, con García, Toledo, Fujimori, Kucsynki, Castañeda, no mas “outsiders”, los peruanos debemos dirigir el país.   
En definitiva, en ésta crisis moral y de anomia del Estado de Derecho, los peruanos aspiramos a construir la nación desde una ciudadanía plena, donde los derechos fundamentales de los peruanos estén debidamente garantizados por los poderes públicos en real Estado de derecho.
Las ideas, cuando se convierten en propuestas, programa, organización, son una fuerza material y los de abajo no tienen otra forma que no sea ésta para convertirse en ciudadanos plenos, en sujetos activos de su propia historia de emancipación social y liberación política y cultural.
CONSTITUCIÓN Y PODER CONSTITUYENTE
Este principio de legitimidad se centraliza en una ley fundamental, en una “Nueva Constitución”.
Recordemos que a partir del golpe de Fujimori el 5 de abril de 1,992, se impuso en dictadura la actual Constitución de 1,993 en el Perú y los siguientes gobiernos y congresos se integraron por mandato de esa Constitución, considerada írrita e ilegítima –en tanto el procedimiento seguido para su aprobación violó flagrantemente disposiciones de la Constitución de 1,979 (Artículos 25º, 38º, 39º, 40º, y 41º).
¿Cómo pueden los sucesivos gobiernos y Congresistas desde 1993, estar en capacidad particularmente ética para continuar haciendo modificaciones a dicha carta magna, para hacerla mas antidemocrática y mas ultra neoliberal? ¿No habría sido preferible convocar a una Asamblea Constituyente o es que siempre temieron perder su reelección infinita y su impunidad basada en “inmunidad”?
La pregunta que nos planteamos es ¿Quién tiene el poder de dictar la Constitución? La respuesta es el poder constituyente. Precisamente el soberano, que es el jefe supremo: el pueblo de acuerdo con el principio de legitimidad que rige en la nación.
De lo que se trata es abandonar la Constitución de 1,993, considerada un Estatuto institucional neoliberal, y no una carta de derechos  y garantías, donde el mercado es el único regulador de la sociedad, para dar paso a un nuevo Contrato de Social, donde realmente se custodie los derechos de las personas y se defina con toda claridad y precisión sus obligaciones y responsabilidades, y a no disponer de las instituciones y los recursos soberanos de la nación peruana.
La constituyente representa al soberano (al pueblo en el sistema democrático) ¿Cómo puede coexistir el soberano con otro poder? Ello implicaría que no es tal soberano, de ahí que el funcionamiento del poder constituyente, implique automáticamente la cesación de todo otro poder de facto, así la Constituyente asume todo el poder.
CONCLUSIÓN
Nuestra casta política centralista, neoliberal y lobista, nunca entenderá que la tarea de gobernar, no es una actividad lucrativa y usurera, sin rumbo, ni propósito de largo plazo, ni fundamentalmente continuismo para mantener la injusticia y el desgobierno en el Perú. Sólo decimos que el poder político no es sinónimo de botín o negociado, ni instrumento para orden injusto, sino una vida humana digna y plena.

El camino está trazado, comencemos  ésta labor con esfuerzo y valentía, con las armas que nos da el Estado de derecho y la participación ciudadana, desde lo local a lo global. ¡Cambio o continuismo!

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