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jueves, 29 de diciembre de 2011

FRAGILIDAD DE LAS ORGANIZACIONES POLÍTICAS

Del análisis y la crítica permanente a la propuesta permanente.

Agradecemos la mediación de Jaime Llosa para poder conocer y difundir este breve pero valioso texto de análisis político latinoamericano. Como toda contribución puede ser enriquecido. ¿Cuánto de verdad hay en el?
Deseamos fervientemente que todos hagamos una serie evaluación de nuestra práctica política y tomemos, desde hoy mismo, nuevos rumbos.
Condición previa es tener una disponibilidad interior y actitud personal de asumir los valores éticos - revolucionarios para un cambio auténtico, que es trabajo de todos, que se plasman en una práctica teórica-pedagógica con otros para construir la unidad en la acción.
Nadie tiene la propiedad del poder ni del conocimiento ni de la verdad, ni del error, aunque quizás, unos más que otros.... Ella se va descubriendo y se vive solo en la práctica transformadora de todos, y siempre desde la vida cotidiana. En cada acción, en cada paso, en cada pensamiento, en cada análisis...
Regla de oro: por sus frutos los conoceréis... por su organización y democracia interna, por la multiplicación y renovación de cuadros, por la formación profesional, ética y democrática de sus cuadros, por su presencia en la lucha de los derechos humanos, sociales, políticos, económicos, ecológicos, por la elaboración de proyectos y propuestas de desarrollo, etc..
¡Quiénes no construyen participación democrática y unidad, dividen!
Por una educación popular liberadora multidimensional en todos los espacios humanos y en todos sus niveles.
¿Aceptamos el desafío?
José.

LA FRAGILIDAD DE LAS ORGANIZACIONES POLÍTICAS

POR: CRISTIAN GILLEN
El historial de las organizaciones políticas que luchan por el cambio y la emancipación ha mostrado que éstas, una vez “en el poder”, no cuentan con la estructura organizacional política, económica y cultural de base que les posibilitaría ir implementando su proyecto en los distintos campos que conforman la sociedad (político, económico, cultural, familiar). Esta falta de organización de base se evidencia independientemente de la manera en que esos partidos proclives al “cambio” suban al poder, ya que estos últimos asimilan la llegada al poder con la capacidad de “controlar” el Estado, como si éste fuera neutro y no capitalista.
Esa concepción del poder lleva a que las organizaciones políticas de izquierda que optan por la vía parlamentaria se consagren preferentemente en conseguir votos, captando, a nivel individual, a los electores, y a los sindicatos en que priman las reivindicaciones economicistas. Priorizan en esa estrategia electoral la cantidad sobre la calidad, porque esa es la lógica de la competencia electoral capitalista y, para poder ganar, se someten a las reglas del juego que el Capital impone.
En cuanto a las organizaciones que siguen la vía militar, éstas suelen poner el énfasis en el uso de las armas, descuidando la organización política, económica y cultural de la población en las zonas que consideraban “liberadas”. No promueven formas colectivas de producción económica, cultural y política que contribuirían a reforzar la base y a ir ganando el poder real que les serviría cuando triunfe la revolución.
La visión equivocada del poder, que está centrada en el control del Estado, hace que se descuide la organización de la sociedad civil, en tanto se espera tomar el poder para emprender los cambios desde arriba. Sin embargo, la realidad demostró ser mucho más compleja y dialéctica, en tanto en un proceso de transformación profunda, el verdadero poder se encuentra en los trabajadores, campesinos e intelectuales progresistas organizados, puesto que son ellos los que están en posición de garantizar que se cumpla en la realidad concreta la transformación por la que se ha luchado y que se impida que la derecha trate de sacar provecho de las debilidades de las dirigencias.
Las experiencias parlamentarias en América Latina de las organizaciones de izquierda que están a la “cabeza” de los Estados, como, entre otros, en Uruguay, Paraguay, Nicaragua, El Salvador, Chile (de la Concertación), Brasil, y en el Perú, muestran que se ha claudicado a favor del capital.
Nicaragua y el Salvador requieren un comentario aparte. En Nicaragua, el Frente Sandinista tomó primero el “poder” vía las armas y, en una segunda etapa, lo hizo mediante los votos. En su primera fase, su cambio revolucionario fracasó porque, al asumir el “poder”, no tenía una concepción teórica y práctica idónea para avanzar hacia el socialismo, lo que, en términos generales, lo llevó a adoptar progresivamente las líneas estratégicas del denominado socialismo real, poniendo el acento en el crecimiento de las fuerzas productivas en detrimento de la transformación de la organización social. Por lo tanto, este país pequeño y pobre se concentró en privilegiar la inversión en grandes empresas y en adquirir maquinaría nueva en lugar de organizar de manera colectiva y flexible a la pequeña empresa, y de transformar las relaciones sociales dentro de todas las unidades económicas, culturales y políticas existentes[1].
Esta estrategia implicó que se fomentó la técnica y los técnicos como si fueran elementos neutros. Por otro lado, como los guerrilleros, a parte de estar familiarizados con la técnica militar, no tenían los “conocimientos técnicos” para estar a cargo de la marcha de la economía, cultura, entre otros, se captó a profesionales de derecha y oportunistas. Todo ello desembocó en el fracaso del Frente Sandinista en su fase guerrillera.
Al no haber aprendido o querido aprender que en tal proceso impera la necesidad de promover la organización en la base, la etapa parlamentaria del Frente Sandinista se ha caracterizado, pese a sus discursos aparentemente de izquierda, por una práctica concreta que promovió un capitalismo periférico.
En lo que respecta al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), éste, como es bien sabido, dejo las armas después de una larga negociación con las fuerzas del orden. Con ello, apuntó hacia el mejoramiento de la situación política, económica y militar de El Salvador, que le abriera la posibilidad de participar en la democracia burguesa.
Posteriormente, el FMLN asumió el “poder” por vía de las urnas y, en la actualidad, está sirviendo a la derecha debido principalmente a que, en su prolongado tiempo de lucha militar, no priorizó la organización y la formación política, económica y cultural de la población en las zonas “liberadas”. Si lo hubiese hecho, hubiera impulsado, desde la base, los cambios estructurales que un país oligárquico como El Salvador requiere. Asimismo, hubiera frenado a una derecha bastante cavernaria en sus intentos por boicotear el gobierno[2].
La gran desventaja que tiene la izquierda desde la partida, con respecto a la derecha, es que esta última es la que construyó, en base a sus intereses, un Estado represivo para regular el accionar de los trabajadores, producir las leyes, y para administrar los recursos en base fundamentalmente a las necesidades de acumulación del capitalismo. Además, el capital cuenta con una sociedad civil organizada, es decir una base de sustentación que presiona para que se siga con la lógica capitalista. Las empresas están construidas socialmente para subordinar de manera sistemática al trabajo. Por otro lado, los empresarios se encuentran agrupados para influenciar cotidiana y trascendentemente al Estado para que favorezca sus intereses en menoscabo del trabajo. Igualmente, la lógica dominante de las relaciones capital-trabajo en las distintas unidades económicas y culturales hacen que las organizaciones de los trabajadores tiendan a subordinarse a las necesidades de reproducción del Estado burgués y del Capital privado. Es decir que las reivindicaciones salariales siempre se someten a las necesidades de la expansión de la masa y tasa de ganancia.
En lo que atañe a la experiencia en el manejo del Estado y las empresas, que es un elemento relevante en cuanto a la dirección de las distintas actividades de la sociedad, hay que tener muy presente que el Capital ha administrado de forma continua (con algunas breves interrupciones) el Estado, las empresas, las instituciones científico-tecnológicas, lo que le otorga una gran ventaja con relación a la izquierda, que sólo actúa, en términos generales, de manera limitada y subordinada.
Para superar las limitaciones antes señaladas, la izquierda debe orientar su accionar a privilegiar la organización en la base mediante formas colectivas de producción económica, política y cultural.
Por otro lado, tendría que promover el estudio y la discusión de las distintas corrientes de pensamientos transformadores que vienen surgiendo, para que, sustentándose en un análisis crítico de ellos, afinen sus planteamientos teóricos y prácticos. Hay que estar al día en los conocimientos y no quedarse sólo en una repetición mecánica de slogans revolucionarios del pasado.
Se debería igualmente impulsar a las universidades, y en especial a las públicas, a que propicien programas de investigación y asesoría en los grupos informales de producción económica, en escuelas, en pueblos jóvenes, en zonas rurales apartadas y en los centros de salud de esos lugares.
Como se puede apreciar, no se necesita tomar el “poder” para hacer viable la transformación. Ésta puede iniciarse hoy mismo. Los que han esperado realizar una transformación desde el Estado visto como neutro siempre se han rendido a la evidencia que el poder no se encuentra allí. Más bien, las organizaciones de izquierda, al llegar al gobierno, se dieron cuenta que, en el sistema capitalista, el Estado es una construcción social que privilegia al capital, lo que contribuyó en forma decidida a que acepte retrocesos y capitulaciones, con todas las frustraciones que eso conlleva.

[1] Ver Cristian Gillen. El Primado de las Fuerzas Productivas y el socialismo. Editorial Horizonte. Lima. Perú. 1986.

[2] Para mayor detalle, ver Cristian Gillen. La organización de la producción como dinámica del Desarrollo. Editorial Horizonte. Lima. Perú. 2006 y, por el mismo autor: Como superar el Neoliberalismo. Editorial Horizonte. Lima. Perú. 2006.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Por una Nueva Constitución, desde el pueblo y para el pueblo.

Los peruanos sí podemos derrotar al neoliberalismo a sus representantes políticos y a sus agentes operadores.

Escribe: Gregorio Santos Guerrero
Presidente Regional de Cajamarca
Cajamarca ha puesto en el debate nacional los grandes cuestionamientos al modelo económico neoliberal, que la derecha se niega a discutir y trata por todos los medios de llevar el debate por otro camino: mineros y anti mineros, no le conviene que el debate sea entre los que defienden las políticas neoliberales y los que las cuestionamos debido a su estrepitoso fracaso. A través de los medios capitalinos controlados por ellos, orientan el debate al crecimiento económico acelerado como única garantía para la inclusión social, categoría que han añadido para reemplazar a los programas sociales. La inclusión social es la repartición de migajas que caen al piso y que hay que repartirlas a los pobres, a través del PRONAA, JUNTOS y otros.
Se aterrorizan cuando se pone en agenda la Constitución Política del 93, gracias a ella las transnacionales han abusado casi dos décadas de la dignidad del Perú. Humala que prometió la Constituyente ya parece haberse olvidado que ese engendró jurídico es la causa de todos los males que el Perú vive y que terminará afectando la gobernabilidad neoliberal, para dar paso a una nueva carta constitucional que recupere la soberanía del Perú sobre sus recursos naturales.
Es innegable existe un Humala antes de Conga y otro Humala después de Conga en lo que corresponde a lo programático, porque su mensaje ha sido claro que los proyectos mineros irán sí o sí y un gabinete que cayó con Conga y un gabinete que surge después de Conga. Sin embargo los cambios son de personas, y son de forma, estos actúan como distractores para calmar ánimos, pero no significa que cambien de posición programática, la esencia es la misma continuar el modelo económico neoliberal en el marco de constitución fujimorista.
Se preguntan: ¿Qué le espera ahora a Cajamarca? La respuesta es una sola, le espera la resistencia y la lucha contra el neoliberalismo salvaje?, porque la derecha nacional e internacional no cesará en su afán de extraer de las entrañas de la tierra hasta la última micra de plata, oro o cobre; mientras nuestros gobernantes ganados por las ilusiones de la Confiep, les afirman y reafirman que están yendo por el camino correcto.
La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada, entre los que han asaltado el estado para ponerlo al servicio de sus intereses particulares y los que esperan un gobierno para las mayorías. En esa lucha se ubica Cajamarca y las demás regiones que escapan a esta realidad, la ruta de Atahualpa, nuestra región con un 70% de población campesina sabrán salir airosa de esta batalla.
El Perú si puede ser para los peruanos, de ahí que a esta guerra están convocados todos los peruanos, nos dices que la guerra es contra la pobreza, no señores la guerra es contra la viveza y la estafa. La guerra es contra el entreguismo, la corrupción y la mafia. La guerra es contra la mentira política, el doble discurso, contra los grupos que se juntan y se entregan a las trasnacionales en mente, cuerpo y alma, es contra los timoratos y traidores, que desdicen de sus ideales para quedar bien con el imperio y sus agentes.
Desde nuestra humilde trinchera de lucha, convocamos a los peruanos y peruanas a luchar por una nueva democracia, que tenga base en la Nueva Constitución Política del Estado, democrática, patriótica y descentralista. Los peruanos sí podemos derrotar al neoliberalismo a sus representantes políticos y a sus agentes operadores. Solo requerimos unidad, unidad para luchar, unidad para vencer y unidad para gobernar.



¡Por una Nueva Asamblea Constituyente Plurinacional, Pluricultural que una al pueblo Peruano!!



Cajamarca, 12 de diciembre del 2011.

viernes, 16 de diciembre de 2011

NECESARIA REFUNDACIÓN DE LA IZQUIERDA PERUANA PARA EL SIGLO XXI

POR: UBALDO TEJADA GUERRERO – Analista Global – utguerrero31@yahoo.es


A MANERA DE INTRODUCCIÓN
El fin del ala izquierda: un fracaso más sí importa
POR: CARLOS LEÓN MOYA


De mis antepasados galos conservo los ojos claros,
el seso estrecho y la torpeza en la lucha.
A. Rimbaud


El ala izquierda del gobierno “de amplia base” de Gana Perú ha sido expectorada este fin de semana. Menospreciados por la actuación presidencial en el tema Conga, pasados por encima con la declaratoria del estado de emergencia en Cajamarca, maltratados por la designación de Óscar Valdés –un pro minero de mano dura- y devueltos a sus casas de un zarpazo, la navidad se anuncia más triste que las anteriores. ¿Pero qué responsabilidad tiene la propia izquierda en su lamentable final? ¿Es que siempre vamos a culpar a otros de nuestros errores, o vamos a extraer alguna lección de lo ocurrido?
Uno cosecha lo que siembra. Una izquierda sin proyecto propio y que jugó los últimos años a ser “soporte técnico” o “base social” del caudillo de turno hipotecó su futuro a la voluntad y buen corazón de su líder temporal. Una izquierda que vive en el asiento trasero de carros ajenos se arriesga no solo a conflictos existenciales cuando el conductor le cambia la ruta, sino también a que la bajen al primer bache. La izquierda, y con ella una generación de dirigentes, vive hoy acaso su último gran fracaso cuyas causas no están ya relacionadas a la ochentera Izquierda Unida sino a su propia actuación en la última década.


Recuerdo cuando dije que este invierno
sería menos frío que el anterior.
Y aquí estoy,
congelándome.
Los Prisioneros

En julio del 2007, la CGTP convocó a un paro nacional en respaldo a las medidas de lucha del SUTEP. El acto central fue un mitin en la plaza San Martín donde el principal orador fue Ollanta Humala. En su discurso lucía bramante liderando las mismas “banderas de cambio” que los partidos de izquierda y sus organizaciones sindicales: firme oposición a Alan García, cambio de modelo económico y nueva constitución. En suma, los mismos puntos que en su fallida campaña presidencial, donde obtuvo un 47% de votos que lo convirtió en el objeto del deseo de una izquierda sin candidato presidenciable a la vista.
En adelante el Partido Socialista y el Partido Comunista centraron su estrategia y alinearon sus diminutas lanchas tras Humala. Apostaron sus pocas monedas a la ruleta electoral tras el número de Humala, con la esperanza de que reeditara un buen desempeño en el 2011. Mientras se vestían como los aliados naturales y le ofrecían su experiencia, sus redes y su aporte técnico, dejaban para siempre en el olvido la búsqueda de su inscripción legal. Patria Roja, fiel a su estilo, seguía reuniones con el nacionalismo mientras buscaba su inscripción legal para negociar en mejores condiciones con Humala. Nunca confiaron plenamente en él, y el tiempo les daría algo de razón.
Por otra parte, un grupo de técnicos e intelectuales de izquierda lanzaron en enero del 2010 un manifiesto en donde daban su apoyo a la candidatura presidencial de Ollanta Humala, quien a su juicio representaba “los ideales de la gran transformación que nuestra patria requiere”: “un cambio radical en la economía” y “una Nueva Constitución que exprese la voluntad popular y ponga fin al veto del gran capital”. Es decir, “recuperar nuestra patria, vendida y humillada”.
Jóvenes no eran. La mayoría eran ya conocidos por sus aportes y posturas en sus respectivos campos. Algunos incluso habían colaborado en gobiernos anteriores, como Alberto Adrianzén y Nicolás Lynch. Más se trataba del agrupamiento de la intelectualidad de izquierda existente bajo un rótulo nuevo: Ciudadanos por el Cambio. Su intención: ser el soporte técnico de un posible gobierno nacionalista, uno que cambie finalmente el modelo neoliberal. Consejeros de príncipe.
La necesidad imperiosa de actuar y llegar al gobierno llevó a estos actores a dejar a un segundo –o tercer o cuarto- plano la construcción de un proyecto propio de izquierda para “ponerse al servicio” del antiguo Comandante. Escondieron el tema Madre Mía bajo la cama, la manera (autoritaria) en que Humala manejaba su partido y la forma (discrecional) con que se relacionaba con su entorno eran irrelevantes. Había que pensar en lo “realmente importante”: el gobierno, cómo conquistarlo, cómo generar los cambios desde allí. Humala era el vehículo y todo lo demás eran detalles minúsculos. Cualquier propuesta de una candidatura alternativa desde la izquierda era vista por algunos como divisionismo, estrategias ambiciosas que no ponían primero los intereses del país… y los intereses del país estaban representados en Humala y su “propuesta de cambio”. El único candidato con opciones, la escalera al cielo del poder.
En las últimas tres semanas hemos visto lo peor del ala izquierda: sus límites. Los luminosos y vociferantes intelectuales progresistas brillaron por su silencio, el gran cambio que veían inminente se transformó en la continuidad que repudiaban apenas meses atrás. Los partidos miembros de la alianza de gobierno dieron desde señales equívocas hasta silencios cómplices. Darle la contra a Humala podía generar que la cadena –como el imperialismo- se rompa por el lado más débil: ellos mismos. Sacar al ala izquierda no fue para nada costoso: sin base social real, sin partidos y sin una imagen positiva, poca era su capacidad de chantaje.
Hoy el gobierno de Humala tiene un pie en el centro y otro en la derecha, y difícilmente algo lo saque de allí. Las seguridades de antes son los escombros de ahora. Ser soporte del gobierno suena a broma de mal gusto, fortalecer Gana Perú es un insulto a la razón, y pensar el futuro de la izquierda en función al apetito electoral del PNP es una estrechez mental.


No creo que haya que entusiasmar a los jóvenes con lo que ha
sido nuestra generación. Todo lo contrario. Tal vez exagero.
Pero el pensamiento crítico debe ejercerse sobre nosotros.
A. Flores Galindo

La izquierda debe, por fin, asumir la necesidad de un proyecto propio. Dejar de una vez de ser furgones de cola de proyectos ajenos en donde termina siempre entre el estupor y la desquicia cuando se van por caminos inesperados. Construir lo que aún no existe tomará tiempo, pero debemos dejar atrás la picazón de cada contienda electoral. Es mejor perder las guerras con armas propias que ganarlas con armas ajenas, más aún cuando estas apuntan ahora a cuatro provincias de Cajamarca.
También se había perdido rumbo. ¿De qué le servía a la izquierda “pelear arriba” cuando no tiene nada abajo? ¿En qué momento dejamos la democratización del poder de lado para centrarnos en la administración de apenas una parte de lo existente? ¿Desde cuando el cambio de modelo y la nueva constitución fueron reemplazados por cuatro programas sociales y una campaña nacional en un Ministerio con cada vez menos funciones? El Presidente de este gobierno, a diferencia de su tosca versión embrional, había dejado de cuestionar las bases de la desigualdad de nuestro país. Humala había cambiado todas las caras públicas para que nada cambie. Las verdaderas caras, las que continúan en el poder, son las mismas y siguen en la sombra. La izquierda en el gobierno había llegado al gobierno cuando Humala había dejado la izquierda.
No todo es malo. Lo bueno de las crisis es que abren la posibilidad a caminos distintos. En términos generacionales, estamos ante el gran fracaso final de una de ellas. Abatidos, cansados y derrotados. Lo que no consiguieron en los ochenta tampoco lo han conseguido en su última madurez. Un proyecto a largo plazo, por temas biológicos, los deberá tener no como actores sino casi como un consejo de ancianos. Por eso considero que no es una tarea partidaria, sino generacional. No es labor de un partido ni de sus actuales cabezas. Se necesita sangre nueva.
Dejemos los consuelos y las palabras de aliento para el ámbito privado. Debemos discutir pública y abiertamente no solo por qué nuevamente estamos con el rabo entre las piernas, sino qué nuevos caminos vamos a abrir. Qué debemos dejar atrás y qué haremos en adelante. La gran transformación acabó antes que la primavera, y la izquierda debe dejar de ser, de una buena vez, una lástima otoñal.
Estamos en el año cero. Ha llegado la hora de quemar las naves.

PRESENTACIÓN
El Socialismo es el futuro
El 13o Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros tuvo lugar en Atenas 9-11 de diciembre de 2011 bajo el tema: “¡El socialismo es el futuro! La situación internacional y la experiencia de los comunistas 20 años después de la contrarrevolución en la URSS. Las tareas para el desarrollo de la lucha de clases en condiciones de crisis capitalista, de guerras imperialistas, de las actuales luchas populares y los levantamientos por los derechos obreros y populares, el fortalecimiento del internacionalismo proletario y el frente antiimperialista, por el derrocamiento del capitalismo y la construcción del Socialismo”.
En el Encuentro participaron representantes de 78 Partidos de 59 países. Un número de partidos que por razones ajenas a su control no lograron participar, han enviado sus mensajes por escrito. Saludamos, desde Atenas, las luchas populares crecientes que desatan un gran potencial emancipador contra el imperialismo, contra la explotación y la opresión capitalista, por los derechos sociales, laborales y de seguridad social de los trabajadores en todo el mundo.
El encuentro se llevó a cabo en condiciones críticas en que la crisis capitalista profunda y prolongada sigue prevaleciendo en la situación internacional, acompañada por la escalada de la agresividad del imperialismo que se ha expresado en las decisiones de la Cumbre de Lisboa para la nueva estrategia de la OTAN. Esta realidad confirma los análisis descritos en las declaraciones del 10º, 11º y 12º Encuentros Internacionales que tuvieron lugar en Brasil (Sao Paolo) en 2008, en India (Nuevo Delhi) en 2009 y en Sudáfrica (Tshwane) en 2010.
Se vuelve cada vez más evidente para millones de obreros que la crisis es una crisis del sistema. No se trata de fallas en el sistema sino es el propio sistema que es defectuoso, generando crisis regulares y periódicas. Es el resultado de la agudización de la contradicción básica del capitalismo entre el carácter social de la producción y la apropiación capitalista privada, y no de cualquier versión de la política de gestión del sistema o de cualquier aberración basada en la codicia de algunos banqueros u otros capitalistas o de la falta de mecanismos efectivos de regulación. Evidencia los límites históricos del capitalismo y la necesidad de fortalecer las luchas para rupturas antimonopolistas anticapitalistas, por el derrocamiento revolucionario del capitalismo.
En los EE.UU., Japón, la UE y en otras economías capitalistas se demuestran los callejones sin salida de las distintas versiones de la gestión burguesa. Por un lado la línea política restrictiva lleva a una recesión prolongada y profunda, y por otro, la política de gestión expansionista con grandes paquetes de ayuda estatales a los grupos monopólicos, al capital financiero, a los bancos, intensifica la inflación y conduce al crecimiento de la deuda pública. El capitalismo convierte las insolvencias empresariales en insolvencias soberanas. El capitalismo no tiene otra respuesta a la crisis más allá de la destrucción masiva de fuerzas productivas, recursos, despidos masivos, cierre de fábricas y el ataque global contra los derechos obreros y sindicales, los salarios, las pensiones, la seguridad social, la reducción de los ingresos del pueblo, el gran aumento del desempleo y de la pobreza.
Se está fortaleciendo la ofensiva contra el pueblo que se manifiesta con especial intensidad en ciertas regiones. La concentración y centralización del capital monopolista están intensificando el carácter reaccionario del poder económico y político. Las reestructuraciones capitalistas y las privatizaciones se están promoviendo con miras a la competitividad y la maximización de las ganancias del capital, garantizando una fuerza de trabajo más barata y regresión de décadas en términos de derechos sociales y laborales.
La intensidad de la crisis, su sincronización global, la perspectiva de una recuperación lenta, débil intensifican las dificultades de las fuerzas burguesas de gestionar la crisis, llevan a la agudización de las contradicciones inter imperialistas y las rivalidades mientras que aumenta el riesgo de guerras imperialistas.
Los ataques contra los derechos democráticos y la soberanía se están intensificando en muchos países. Los sistemas políticos se han puesto más reaccionarios. El anticomunismo se está fortaleciendo. Las medidas contra la actividad de los partidos comunistas y obreros, contra las libertades sindicales, políticas y democráticas se están generalizando. Las clases dominantes desarrollan un intento multifacético para atrapar el descontento del pueblo a través de cambios en los sistemas políticos, a través de la utilización de una serie de ONG pro-imperialistas yotras organizaciones, a través de los intentos de canalizar el descontento del pueblo en movimientos con características supuestamente no políticas o incluso reaccionarias.
Saludamos las luchas y los levantamientos extensos de los pueblos y los trabajadores, por derechos democráticos, sociales y políticos contra los regímenes anti populares en el Oriente Medio y en África del Norte, en concreto en Túnez y Egipto. A pesar de las contradicciones que pone de manifiesto la situación actual, constituye una experiencia significativa que el movimiento comunista debe estudiar y utilizar. Al mismo tiempo, condenamos enérgicamente la guerra imperialista de la OTAN y de la UE contra el pueblo libio y las amenazas e injerencias en los asuntos internos de Siria y de Irán así como de cualquier otro país. Consideramos que cualquier intervención extranjera contra Irán bajo cualquier pretexto ataca los intereses de los trabajadores iraníes y sus luchas por libertades democráticas, justicia social y derechos sociales.
Estos acontecimientos confirman la necesidad de fortalecimiento de los Partidos Comunistas y Obreros para desempeñar su papel histórico, fortalecer aún más la lucha de los trabajadores y del pueblo en defensa de sus derechos y aspiraciones, utilizar las contradicciones del sistema, las contradicciones inter imperialistas para un derrocamiento a nivel de poder y economía, para la satisfacción de las necesidades del pueblo. Sin el papel dirigente de los partidos comunistas y obreros y de la clase de vanguardia, la clase obrera, los pueblos serán vulnerables a la confusión, la asimilación y la manipulación por las fuerzas políticas que representan a los monopolios, el capital financiero y el imperialismo.
Se están desarrollando realineamientos significativos en la correlación de fuerzas internacional. Está en curso el debilitamiento relativo de la posición de los EE.UU., el estancamiento general de la producción en las economías capitalistas más avanzadas y la emergencia de nuevas potencias económicas mundiales, especialmente China. La tendencia de aumento de las contradicciones se está fortaleciendo entre los centros imperialistas, y de ellos con las llamadas economías emergentes.
La agresividad imperialista se está intensificando. Ya hay varios lugares de tensión y guerras regionales y se están multiplicando: en Asia y África, en el Oriente Medio con la agresividad creciente de Israel en particular contra el pueblo palestino. Además se están aumentando las fuerzas neo-Nazis y xenófobas en Europa, las intervenciones multifacéticas, las amenazas y la ofensiva contra los movimientos populares y las fuerzas políticas progresistas en América Latina. La militarización se está reforzando. El riesgo de una conflagración general a nivel regional vuelve cada vez mayor. En este sentido es fundamental la expansión y el fortalecimiento del frente social y político antiimperialista y las luchas por la paz en la dirección de erradicar las causas de las guerras imperialistas.

Hay dos caminos de desarrollo:

- El camino capitalista, el camino de explotación de los pueblos que crea grandes peligros de guerras imperialistas, para los derechos obreros, populares y democráticos
- y el camino de la liberación con inmensas posibilidades para la promoción de los intereses de los trabajadores y de los pueblos, para el logro de la justicia social, de la soberanía popular, la paz y el progreso. El camino de las luchas obreras y populares, el camino del socialismo y del comunismo, que es históricamente necesario.
Gracias a la contribución decisiva de los comunistas y del movimiento sindical con orientación de clase, las luchas obreras en Europa y en todo el mundo se fortalecieron aún más. La agresividad imperialista todavía se enfrenta a la resistencia popular decidida en el Oriente Medio, Asia, África y América Latina. Este hecho junto con la experiencia acumulada hasta la fecha especialmente en América Latina, las luchas y los procesos que toman lugar, demuestran las posibilidades de resistencia, de la lucha de clases para que los pueblos den pasos hacia delante, ganen terreno infligiendo golpes al imperialismo cuando tienen como meta el derrocamiento de la barbarie imperialista.
Saludamos las luchas obreras y populares y subrayamos la necesidad de su mayor fortalecimiento. Las condiciones exigen la intensificación de la lucha de clases, de la lucha ideológica, política y de masas para impedir las medidas anti populares y promover objetivos de lucha para la satisfacción de las necesidades populares contemporáneas, y requieren el contraataque obrero organizado para rupturas antimonopolistas y antiimperialistas, por el derrocamiento del capitalismo, poniendo un fin a la explotación del hombre por el hombre.
Hoy las condiciones están maduras para la construcción de amplias alianzas sociales antimonopolistas y antiimperialistas, capaces de derrotar la ofensiva y la agresión imperialista multifacética y luchar por el poder y promover profundos cambios radicales, revolucionarios. La unidad de la clase obrera, la organización y la orientación de clase del movimiento obrero son factores fundamentales para garantizar la construcción de alianzas sociales efectivas con el campesinado, las capas medias de la ciudad, el movimiento de las mujeres y de la juventud.
En esta lucha el papel de los partidos comunistas y obreros a nivel nacional, regional e internacional y el fortalecimiento de su cooperación son indispensables. La actividad conjunta y coordinada de los Partidos Comunistas y Obreros, de las organizaciones de juventudes comunistas y las organizaciones antiimperialistas en las que los comunistas tienen una contribución importante, constituye uno de los elementos más fiables para la expansión de la lucha antiimperialista y el fortalecimiento del frente antiimperialista.
La lucha ideológica del movimiento comunista es de importancia vital con el fin de defender y desarrollar el socialismo científico, afrontar el anticomunismo contemporáneo, confrontar la ideología burguesa, teorías anti-científicas y corrientes oportunistas que rechazan la lucha de clases, y combatir el papel de las fuerzas socialdemócratas que defienden e implementan políticas anti populares y pro-imperialistas mediante el apoyo a la estrategia del capital y del imperialismo. La comprensión del carácter unificado de los deberes de la lucha por la emancipación social, nacional y de clase, para la promoción distintiva de la alternativa socialista, requiere el contraataque ideológico del movimiento comunista.
El derrocamiento del capitalismo y la construcción del socialismo constituyen una necesidad imperativa para los pueblos. En vista de la crisis capitalista y sus consecuencias, la experiencia internacional y la práctica de la construcción socialista demuestran la superioridad del socialismo. Subrayamos nuestra solidaridad con los pueblos que luchan por el socialismo y están involucrados en la construcción del socialismo.
Sólo el socialismo puede crear las condiciones para la erradicación de las guerras, del desempleo, del hambre, de la miseria, del analfabetismo, de la incertidumbre de cientos de millones de personas, de la destrucción del medio ambiente. Sólo el socialismo crea las condiciones para un desarrollo de acuerdo con las necesidades contemporáneas de los trabajadores.
Trabajadores, campesinos, obreros en la ciudad y en el campo, mujeres y jóvenes, les llamamos a luchar junto con nosotros para poner un fin a esta barbarie capitalista. Hay esperanza, hay perspectiva. El futuro pertenece al Socialismo.

I. FRENTE A LA CRISIS GLOBAL
Los ciclos económicos del capitalismo se desarrollan a través de las crisis periódicas que se producen en el seno del sistema económico. A los ciclos de expansión del crédito les suceden los de contracción, fase esta última en la que la falta de financiación para la economía real provoca la devaluación de los activos y la quiebra de empresas que son absorbidas por corporaciones financieras globales.
La globalización ha prácticamente consolidado la dominación imperialista y ha acrecentado la dependencia de los capitalismos periféricos, siempre más incapaces de ejercer el mínimo control sobre los procesos económicos internos.
En su escrito sobre el Imperialismo, Lenin (“Imperialismo, fase superior del capitalismo”, escrito en el 1916) permite entender “la dimensión internacional e integralmente histórico-política de las contradicciones que animan el modo de producción capitalista, mostrando cómo la cadena de las relaciones de subordinación y de dominio entre los Estados, en el ámbito de la repartición geopolítica de grandes espacios de influencia y de dominio del mundo, contiene en sí misma necesariamente las raíces de la guerra”
En las economías capitalistas, y muy especialmente tras la puesta en práctica de las tesis neoliberales en el ámbito monetario, los bancos centrales suelen ser organismos independientes del gobierno que conciben, planifican y ejecutan la política monetaria. Estos bancos no están sometidos a un control social tanto en lo que se refiere a la elección de quienes ocupan los cargos de dirección como al diseño de la política monetaria. El Estado ha perdido así su soberanía monetaria en la medida en que no crea por sí mismo el dinero ni diseña la política monetaria con la que determinar la cantidad de dinero en curso, por lo que finalmente se ve obligado a pedir prestado el dinero a otras entidades.
El termino globalización puede dar la impresión de que todo ha sido mundializado; sin embargo, en realidad los principales protagonistas de la globalización son las grandes empresas del automóvil, del petróleo, de los bienes de consumo, de la comunicación, de los medios, de los servicios electrónicos, los bancos etc. Solamente por el interés de estos sujetos es que hoy se adoptan políticas económicas en Estados Unidos, en Europa y en Japón.
Pero existe un peligro sumo, en Estados Unidos el Tea Party avanza en el control del Partido Republicano, en la proximidad de unas elecciones donde se espera un fuerte voto de castigo a Obama y la expresión electoral del giro a la derecha de masas norteamericanas a los que el desempleo, la extensión de la pobreza y la pérdida de la vivienda están desplazando hacia la derecha. Tea Party es un peligroso conglomerado donde se mezclan la ignorancia, el primitivismo político con la intolerancia, los prejuicios y la creencia ciega en ser el pueblo elegido para conducir el mundo.
Su ideología es una mezcla fascista, que incluye unir la Iglesia y el Estado, eliminar los subsidios por desempleo, expulsar los inmigrantes, eliminar las ayudas para personas discapacitadas, considerar que la masturbación es equivalente al adulterio y, por supuesto reducir los impuestos, desmantelar el “gran gobierno” y destruir por la fuerza a la conspiración islámica–china–rusa que obstaculiza el dominio mundial.
Cierra el año 2,011, mientras China armó dos fondos de inversiones destinados a los mercados de Estados Unidos y Europa. Es un respirador inesperado en estos momentos de crisis por 220.000 millones de euros, precisando que las reservas del gigante asiático suman unos 3,4 billones de euros.
Sin dejar de mencionar a David Cameron, el primer ministro británico, se convirtió en el paria de Europa. Su pecado fue rechazar la invitación a participar con 26 socios europeos en una alianza financiera más estrecha para salvar el euro. Con ello hizo que su país desentonara en una época de grave peligro financiero, y generó dudas de que Londres pueda seguir siendo miembro de la Unión Europea.
El ex ministro británico para Europa Denis MacShane, legislador y partidario de estrechar vínculos, dijo que la ruptura brusca con los otros 26 significa que Gran Bretaña ya no tiene cabida en la Unión Europea.
El Banco Popular de China informó que pretende desarrollar un nuevo vehículo de inversión para colocar en ambos destinos en procura de mejorar la rentabilidad de las reservas que tiene el país en moneda extranjera, consideradas las mayores del mundo.
China además logra con este tipo de políticos aumentar su influencia política como segunda potencia económica mundial. El país ya tiene una vicepresidencia en el Fondo Monetario Internacional y el año pasado se aprobó que tenga en el futuro el tercer voto en ese organismo y en el Banco Mundial.
El nuevo mecanismo de inversión operaría a través de dos fondos diferenciados, uno centrado en inversiones en Estados Unido y el otro en Europa, dijo uno de los voceros del Banco.
Uno de los fondos se llamará Hua Mei o China-Estados Unidos, y es el que destinará las inversiones en Norteamérica. El otro se denomina Hua Ou o China-Europa que canalizará el dinero al Viejo Continente.
De esta manera, los Estados Unidos sigue siendo el país que alberga el mayor número de multimillonarios, 413, seguido de Asia y el Pacífico, con 332, Europa con 300, África y Oriente Medio con 89 y América Latina y Canadá con 76. En total el número de multimillonarios debutantes es de 214 y más de la mitad de ellos proviene de los países emergentes -Brasil, India, Rusia y China. El producto interior bruto de Alemania es más pequeño que la riqueza conjunta de todos ellos. A juzgar por las cifras, ninguno recordará el 2011 como un año difícil.
Pero fundamentalmente, La declinación de la economía de la mayor potencia militar plantea fuertes tensiones entre un poderío militar muy superior a cualquier otro y por lo mismo, ambicioso de hegemonía y una economía en retroceso, que ha exportado buena parte de su capacidad industrial, se ha sumido en el parasitismo financiero, se ha acomodado en el consumismo de lo producido por otros y ha perdido la cultura productiva que alguna vez fue relevante. Algunos señalan que siguiendo esas tendencias, el país que al terminar la Segunda Guerra Mundial dominaba la economía mundial con su capacidad productiva, se encamina a consumir los productos del exterior y a exportar solamente películas, espectáculos musicales, imágenes glamorosas de un consumismo insostenible y armas.
PRIMERA CONCLUSIÓN
Una simple mirada al presupuesto 2010 de Estados Unidos permite apreciar la magnitud del gasto militar y el papel que éste juega de conjunto con el gasto por los paquetes de rescate de los bancos y entidades financieras quebradas.
El monto total del presupuesto es de 3.94 billones de dólares (millones de millones), y el déficit previsto es de 1,75 billones, equivalente a casi 12% del PIB.
El gasto militar oficial se establece en 739,5 mil millones de dólares, aunque si se incluyen otros gastos indirectos o encubiertos, el gasto superaría el billón de dólares. El gasto en el rescate de las entidades financieras hundidas en la crisis, efectuado por las administraciones de Bush y Obama alcanza 1,45 billones, mientras que el interés devengado por la deuda pública es de 164 mil millones de dólares.
Esto significa que casi todo el ingreso del presupuesto (2,38 billones) se consume solamente por el gasto militar, los rescates de la oligarquía financiera y una pequeña proporción por intereses de la deuda pública. No queda prácticamente nada para otros tipos de gastos.
Si consideramos que el gasto militar ronda el billón de millones de dólares y que la parte del ingreso presupuestal correspondiente a los impuestos familiares es de 1,06 billones, tenemos que casi todos los impuestos que las familias pagan en Estados Unidos alcanza no más para cubrir el enorme gasto militar.
Estados Unidos es el país más endeudado del mundo, aunque el significado práctico de esto es diferente para este país que para cualquier otro, porque se encuentra endeudado en la moneda nacional que él mismo crea y hace circular.
Para luchar por un mundo mejor, para dejar atrás al capitalismo, la especie humana tiene que sobrevivir y el planeta debe ser salvado. Para que los humanos sobrevivan hay que parar la amenaza de guerra nuclear y para salvar el planeta debe cesar la agresión de mercado contra la naturaleza.

II. FRENTE A LATINOAMÉRICA Y EL CARIBE.
Si bien también para MARIÁTEGUI la integración de la población indígena era condición necesaria para el surgimiento de una «nación peruana», la versión de socialismo indoamericano que él profesaba se diferenciaba de la mayoría de las variantes de la «nación mestiza» en dos aspectos. Por una parte, la revolución social coincidía para él con la integración nacional; él se oponía a todo modelo de ‹etapas revolucionarias. Por otra parte, él no entendía el socialismo indoamericano como proyecto de una nación sola, sino que le concedía una oportunidad de realizarse sólo como parte de una revolución a nivel mundial.
Por aclamación, los presidentes de las naciones de la región aprobaron la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
En una declaración leída por el presidente de México, Felipe Calderón, los mandatarios reunidos en la Cumbre de la Unidad de América Latina y del Caribe acordaron la creación del nuevo mecanismo, que adoptará el patrimonio del Grupo de Río.
El nuevo mecanismo establece como principios el respeto a la democracia, las riquezas naturales, la sostenibilidad y la soberanía de todos los países, el respeto al derecho internacional, igualdad de estados, respeto a los derechos humanos y la cooperación, señaló el presidente mexicano Felipe Calderón, anfitrión del encuentro.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños incorpora a todos los países del hemisferio, a excepción de Estados Unidos y Canadá.
Al cierre del 2,011, en Latinoamérica y el Caribe hay elecciones limpias, hay mucha participación popular, pero la economía sigue siendo la del mercado. No hay, por lo tanto, socialismo, la empresa privada sigue siendo fundamental, los medios de comunicación son privadas.
Con una población indígena bastante significativa, la América Latina está proponiendo otras formas de organización de la vida que no aparecen en los textos de los grandes pensadores socialistas. Porque, al final, pocos han tenido en cuenta esas propuestas teóricas que nacen de la vivencia originaria.
En la cosmovisión de gran parte de los pueblos andinos no existe la posibilidad de la acumulación, tanto que si alguien tiene algún lucro, se siente obligado a destruir ese lucro, haciendo una gran fiesta colectiva. Todo lo que sobra precisa ser compartido comunitariamente. Y, en el fondo de todo eso está la capacidad del hombre de vivir en armonía con la naturaleza. Eso es una manera de vivir que se confronta directamente con el sistema capitalista. Y es la manera originaria, consubstanciada en el sumak kawsai, originaria de Abya Yala . “¿Y los marxistas, las gentes de la izquierda, pueden entender eso?, ¿pueden respetar esa forma de mirar el mundo?, ¿pueden incluir ese modo de ser en sus manuales?
SEGUNDA CONCLUSIÓN
En Latinoamérica y el Caribe, es el socialismo es el que ordena y define las reivindicaciones de la mayoría, como ya decía José Carlos Mariategui, esta es la hora de incorporar aquello que es esencial para las gentes originarias como el establecimiento del Estado Plurinacional, estatuto jurídico que reconoce a las comunidades tradicionales originarias como sujeto histórico y político real. Eso implica, un cambio radical de perspectiva, principalmente en un país como Brasil, donde las comunidades autóctonas fueran prácticamente aniquiladas, las que sobreviven viven tuteladas por el Estado como si fueran incapaces de organizar sus vidas de forma autónoma.

III. FRENTE AL PERÚ

El Perú está dividido y sumamente polarizado. Aunque a lo largo del siglo XX ha crecido de manera constante no ha logrado conjurar los grandes males republicanos: el cesarismo autocrático, el mesianismo militar, la corrupción endémica y la pobreza extrema. La corrupción de la República ha convertido al electorado peruano en uno de los más volátiles del continente y por eso esta elección se ha decidido en una final de infarto. La oposición entre la costa fenicia y la miseria de los Andes ha pasado factura. Sin embargo, Ollanta no tiene en sus manos un cheque en blanco, pese a su giro a la derecha, el apoyo de los grupos de poder económico y la casta militar.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) felicitó al Perú por los siguientes hechos:
- La economía de Perú crecerá un 6,75 % este año, la inflación rondará el 3,75 %, y su sector financiero se mantendrá “sólido”, rentable y bien capitalizado, según un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
- El Producto Interno Bruto (PIB) de Perú seguirá creciendo en 2012, pero a un menor ritmo (5,25 %), debido a una menor demanda externa derivada de la incertidumbre económica global.
- En cuanto a la inflación, se reduciría hasta el 2,5 % el próximo año, de acuerdo con las estimaciones del Fondo.
- El FMI recuerda que Perú salió “ileso” de la crisis económica de 2008-2009 y que logró crecer un 8,75 % en 2010, una de las más altas de Latinoamérica, gracias a la demanda interna, a una acertada política macroeconómica y a las entradas de capital nuevo.
Las actuales políticas adoptadas por el Gobierno de Perú son “adecuadas para mantener la estabilidad macroeconómica y fomentar el crecimiento”, señala el FMI en su informe.
No obstante, destaca que el principal desafío para Perú es “asegurar una aplicación flexible y oportuna de esas políticas para enfrentar los cambios en las condiciones económicas domésticas con un entorno externo de gran incertidumbre”, lastrado por la crisis de deuda en la eurozona y la debilidad de la economía estadounidense.
Para el organismo, son “bienvenidos” los esfuerzos para revitalizar el gasto público peruano en este segundo semestre de 2011, mientras que la política monetaria puede permanecer “en espera” con la decisión del banco central de mantener las tasas sin cambios.
El sector financiero peruano “se mantiene sólido, rentable y bien capitalizado”, según el FMI, que recomienda al país mejorar la competitividad, el clima empresarial y los mercados locales de capital “para asegurar un alto crecimiento”.

A. EL PRESENTE DE LA DERECHA

La derecha ha logrado tomar la iniciativa desde hace varios años. Su punto de partida fue la crítica al Estado benefactor y al "populismo". Con ello no sólo logró descalificar ante amplios sectores de la opinión pública la intervención estatal, sino también las políticas redistributivas y de subsidio a los pobres. Logró a la vez que se identificara a algunas fuerzas sociales organizadas, en particular al sindicalismo, como parte de la burocracia estatal y como obstáculo decisivo para el incremento de la productividad y la diversificación productiva. Los objetivos de pleno empleo y de salarios reales crecientes fueron desechados. En su lugar lograron imponer como valores supremos los de la libertad de mercado, el individualismo o la productividad creciente a cualquier costo.
El progreso impuesto por las elites económicas y la derecha se ha convertido en el horror económico: en lugar de crear más y mejores empleos, se ha elevado la desocupación y extendido la precarización del trabajo. Flexibilización, inestabilidad en el empleo, ausencia de contratos pactados entre obreros y patrones son, entre otros aspectos, saldos negros de la "modernidad" neoliberal.
Frente a dicho panorama, la izquierda debe revisar sus presupuestos programáticos, su línea política y sus fundamentos de organización. En este documento presentamos a debate algunas de las líneas de concepción que creemos deberán formar parte de una nueva identidad programática de la izquierda en general y del PRD en particular.
El periodista peruano Augusto Álvarez Rodrich define la nueva etapa neoliberal peruana con el gobierno de Ollanta Humala: “El cambio también va a significar un distanciamiento creciente del gobierno frente a los grupos de izquierda con los que llegó al poder y que, en teoría, le permitían un mejor acercamiento con los sectores sociales que apoyaron a Humala en la elección y que hoy están calentando las plazas regionales con sus reclamos y protestas”.
Humala, también militar retirado, ha prometido llevar adelante planes de inclusión social con políticas moderadas, en un giro de timón luego de que se apartara de políticas radicales de izquierda tras asumir el poder.
Humala tiene pendientes en el Congreso importantes iniciativas como la reforma laboral, en el sistema de pensiones y una reforma tributaria, este último vital para elevar la recaudación de impuestos que financien programas sociales.
Oscar Valdés flamante Presidente del Consejo de Ministros de Ollanta Humala, afirmó “que el gabinete de su antecesor erró al permitir que los ministros declarasen libremente sobre los temas en conflicto y, por lo tanto, dijeron cosas que no son correctas”.
La nueva figura primer ministro Oscar Valdés, un militar retirado que viene de ejercer la cartera del Interior y a quien Humala autorizó usar soldados para ayudar a policías a restablecer el orden público durante las recientes protestas, medida considerada la más enérgica desde que asumió en julio.
El flamante gabinete ministerial peruano presidido por Oscar Valdés recibió el respaldo de los sectores empresariales del país, así como de los legisladores del partido del ex presidente Alberto Fujimori.
El presidente de la “Confederación de Instituciones Empresariales Privadas” (CONFIEP), Humberto Speziani, dijo a la agencia Andina, que el gabinete liderado por Valdés, “es el cambio que necesita el país: menos político y mejor gestión, más eficiencia, pues las expectativas son muy grandes porque ha ingresado al gobierno gente técnica y joven. Creo que los mercados van a reaccionar bien, puede haber factores externos que afecten la Bolsa de Valores de Lima, pero el inversionista peruano y el extranjero que invierte en el Perú estará más tranquilo”.
El presidente de la “Asociación de Exportadores” (ADEX), Juan Varilias, opinó al diario oficial El Peruano que “el presidente Ollanta Humala ha dado señales claras de que el Gobierno está comprometido con la continuidad del modelo macroeconómico y el respeto al principio de autoridad. Precisamente, la continuidad del modelo económico y el respeto a la autoridad son los alineamientos que los empresarios apoyamos y estamos seguros que continuarán”, agregó.
El movimiento “Alianza por el Futuro” (APF), del ex presidente encarcelado Alberto Fujimori, y liderado por su hija Keiko, que evalúa pedir un indulto presidencial para su padre, dijo que su partido “apuesta por la gobernabilidad” y que estará “por el bien del país”, tras destacar que Humala ha convocado a un gabinete con capacidad de gestión. En declaraciones a Radio Programas del Perú (RPP), la ex candidata presidencial confió en que el gabinete Valdés tenga “una mayor coherencia y mayor decisión” que el de su antecesor, Salomón Lerner, que cayó tras las protestas anti mineras en la región de Cajamarca.
Es cierto que va perder apoyo en algunos sectores, pero va a ganarlo en otros”, dijo Keiko Fujimori, una política liberal cuyo padre el ex presidente Alberto Fujimori está preso por violación a los derechos humanos”.
Analistas afirman que el partido de Fujimori podría estar buscando un acercamiento con el Gobierno porque tiene planes de solicitar a Humala un indulto humanitario a favor del ex mandatario, cuya salud se ha empeorado en prisión.

B. EL FUTURO DE LA IZQUIERDA PERUANA

1. REFLEXIONES NECESARIAS

“Hoy la izquierda en el Perú es un mundo propio, un abanico extenso que lo único que hace es fomentar esa atomización electoral que permite a los improvisados dar saltos, de las calles y los frentes de defensa, pasando por los medios, y terminar en alguna curul o gobierno regional”.
En materia internacional, la izquierda requiere repensar sus esquemas de caracterización y sus instrumentos de lucha, para enfrentar de la mejor manera las tendencias dominantes del proceso de globalización que, en las últimas décadas, bajo los designios de los denominados consensos de Washington, han generado zonas muy vastas de desintegración, geográficas y poblacionales, han creado islas de prosperidad en mares de miseria, y han afectado negativamente las soberanías nacionales de países como el nuestro.
Por ello planteamos:
La izquierda peruana debe redefinir su relación con los movimientos sociales y políticos democráticos y de izquierda, estableciendo vínculos con los movimientos libertarios que hoy por hoy luchan en otros países:

- Por una globalización integrada y equitativa.
- Contra los "consensos de Washington" y las políticas que emergen de las oficinas del FMI y del Banco Mundial.
- Contra la piratería y dominación de transnacionales.
- Por el establecimiento de normas internacionales que regulen los flujos de capital, principalmente los de corto plazo.
- Por el establecimiento de fondos compensatorios frente a las asimetrías y desigualdades generadas por la globalización.
- Contra el racismo y los gobiernos autoritarios, la discriminación hacia núcleos poblacionales o países dependientes o con desventajas económicas y políticas relativas.
- Por la equidad de género.
- Por el establecimiento de normas internacionales que permitan castigar crímenes de lesa humanidad.
- Por el derecho a la diversidad y a la diferencia en el plano sexual, étnico o de otro tipo.
- Contra las guerras étnicas.
- Por la conquista de derechos individuales y colectivos fundamentales, esto es, por un lado, por un orden internacional nuevo y distinto al actual, con equidad y verdadera colaboración entre naciones y pueblos.
- Por la integración política y económica de los países latinoamericanos, de modo de formar un gran bloque demográfico-productivo, de raíz cultural común, que se enfrente y compita en condiciones de equidad con los otros bloques del mundo actual y contribuya a la formación de ese nuevo orden mundial, equitativo y justo.
No basta con oponerse a dichas tendencias negativas. El movimiento democrático y la izquierda tenemos el reto de construir nuevas alternativas de lucha dentro del marco mismo de la globalización, aprovechando sus debilidades y contradicciones intrínsecas y potenciando o reafirmando, en propuesta política o en planes y acciones donde se es gobierno, aquellas tendencias de la globalización que sean positivas y que abran opciones de reorganización y de transformaciones democráticas y de progreso social en los planos locales, regionales y nacionales.
La izquierda peruana requiere, detener la privatización y desnacionalización de los recursos estratégicos del país, conquistar una paz justa en las comunidades andinas y selváticas y defender los derechos humanos, las libertades esenciales y el respeto a la diversidad cultural de los peruanos.
Debemos ensayar, de cara a los retos del presente siglo XXI, la realización de un Congreso, con presencia de invitados especiales y fuerzas amigas o aliadas, del mundo del trabajo, universitarios, de las organizaciones campesinas y de pobladores, que aporten lo mejor de su conocimiento y de sus propias ideas sobre los caminos a seguir para avanzar en la transformación económica, social y política de México.
Tal formato del Congreso permitiría sustentar, con hechos, nuestra idea de que, en las nuevas condiciones, resulta indispensable formar gran alianza social, una gran alianza política que camine en una sola ruta bajo lineamientos convergentes o comunes permitiría mostrar, también, a un PRD plural, rico en posicionamientos políticos e ideológicos pero firme y claro en su unidad de cara a los retos que el momento político le impone.
La refundación y regeneración de la Izquierda en el Perú, no implica su disolución, sino su reafirmación en un nuevo proyecto político. Refundar y regenerar la izquierda, significa dar a nuestro instituto político la dimensión de un partido capaz de involucrarse hoy íntimamente y sin condicionamientos pragmáticos o mezquinos con los sectores sociales a los que pretende representar o, en su caso, acompañar en la lucha y construcción de un país verdaderamente democrático donde el desarrollo económico tenga el signo de la equidad y de la sustentabilidad.

2. NECESARIAS TAREAS DE REFUNDACIÓN DE LA IZQUIERDA

Después del fracaso de la izquierda con Ollanta Humala, existe la necesidad de comprender la necesidad de hacer un alto a los estilos y contenidos de cómo la izquierda peruana, ha venido haciendo política, especialmente desde la crisis del siglo XX (1980-2,000) hasta el siglo XXI (2,000-2,011) para precisar que:

1. Una izquierda clara y definida no pasa sólo por una tarea de marketing político, sino por un mínimo de rigurosidad democrática.
2. En partidos pequeños con “alguna” representación popular tenemos miles de nudos con los cuales coordinar y dialogar a fin de lograr algún acuerdo.
3. Con un partido estructurado se tiene la ventaja de reducir estas largas y tediosas transacciones, y claro: llegar a acuerdos y consensos.
4. La izquierda misma gana al concentrar esas voluntades electorales. Y gana también la derecha, que al menos sabrá donde está parada y no andará reclamando un papel de centro que no le corresponde.
5. Una izquierda organizada podrá hacer frente a dos fantasmas que asoman su cabeza: el primero Fujimori, el famoso ex presidente peruano al que todos acusan de neoliberal cuando fue más bien un populista nato y, en sus orígenes, un autócrata mercantilista. Y el segundo Antauro Humala, que puede reclamar el patio de juego de la izquierda y encender la plaza con un discurso reivindicativo que deje a socialistas, comunistas, tibios y rojizos sin espacio. Y sin votos.
6. Ahora, otra cosa muy distinta es ver quién da el primer paso y quién de los muchos líderes de izquierda reconoce el campo de juego y decide por fin ver más allá de su pequeño grupo y reconoce que no sólo hay un espacio para la izquierda, sino que hay una necesidad natural de que esta regrese, de donde sea que haya estado.
7. La izquierda debe recoger, prolongar y potenciar las capacidades de auto organización de los diversos sectores populares y de la sociedad civil, acompañando tales esfuerzos organizativos sin que implique sobreponer o imponer a tales iniciativas las fórmulas propias de organización y de decisión de las estructuras partidarias.
8. Debemos pensar y actuar desde lo básico, por el camino que permita encontrar y rescatar aquellas ideas, sentimientos, formas de ser e iniciativas populares y ciudadanas que han sido sistemáticamente negados o rechazados por el ejercicio de poderes autoritarios, tecnocráticos y verticales, acostumbrados a imponer y no a consultar, que actúan a espaldas de las exigencias y demandas fundamentales de las mayorías.
9. Tenemos que reconocer que nuestro país es, para bien y en beneficio de su transformación, diverso, multicultural y rico en sus energías y potencialidades solidarias.
10. Un renovado programa político de la izquierda debe promover y comprometerse con la formación de núcleos, comités y unidades de participación de base, así como clubes o asociaciones civiles organizados en torno a alguna actividad profesional, a tareas sociales y culturales, deportivas o de esparcimiento.
11. Estas unidades organizativas pueden tener un definido signo partidario, pero pueden construirse también en forma mixta, ligados en su núcleo celular o asociativo por el interés fundamental de cumplir ciertas tareas o metas de la agenda democrática, social, política o cultural que se defina.
12. Es necesario, en suma, abrir múltiples frentes y movimientos regionales, entrelazados e intercomunicados que formen un consistente tejido social, político y cultural capaz de resistir al conservadurismo emergente, reclamar la promesa incumplida, diseñar fórmulas nuevas y creativas de movilización y de defensa de derechos esenciales, construir propuestas y alternativas de políticas públicas en el nivel federal y en los niveles locales en los que la izquierda y fuerzas aliadas son gobierno.
13. Frente a la construcción de un nuevo Estado gerencial la izquierda debe contraponer la línea estratégica fundamental de construir un Estado social.
14. La izquierda peruana se debe a la idea de un Estado democrático con responsabilidad social, cuyas políticas hacia la población mayoritaria se basan en la creación y el ejercicio de los derechos y no en estrategias para la administración regulada de la pobreza.
15. La perspectiva neoliberal focaliza y dirige hacia los pobres la migaja que permite contener la rabia y rebeldía de los más en beneficio de los menos, bajo el criterio supremo de la contabilidad macroeconómica impuesta desde las oficinas del Fondo Monetario Internacional y de otras instituciones financieras.
16. En la opción neoliberal de la derecha, las grandes mayorías de la población no sólo reciben excedentes residuales y cada vez menos en recursos económicos sino también en posibilidades sociales y políticas de participación y reivindicación de derechos.
17. Por las razones expuestas, resulta esencial modificar aquellas concepciones que reduce la esencia de nuestra naturaleza partidaria a ser "una organización que busca el acceso al poder político". Ello no sólo es limitativo en cuanto a nuestra definición de metas, sino que distorsiona el sentido de nuestra militancia y de nuestra relación con los movimientos civiles y populares de todo tipo.
TERCERA CONCLUSIÓN
Finalmente, la construcción de un Estado social no se inicia el día en que un partido democrático o de izquierda gana el gobierno. Se inicia desde hoy y se forja en el camino. Para establecer su base social y política fundacional se requiere construir con solidez, día con día, una amplia alianza social en la que participen todas las fuerzas democráticas del Perú. Demos un primer sólido paso en dicha ruta en un próximo Congreso de Refundación de la Izquierda en el Perú. El futuro socialista es nuestro.

A MANERA DE COLOFON
Renuncia de Manuel Dammert a Secretaria Descentralización de la PCM.

Lima, 15 Diciembre 2011

Sr.
Óscar Valdés Dancuart
Presidencia del Consejo de Ministros
Ciudad

Por la Presente formulo renuncia irrevocable al cargo de la Secretaria de la Descentralización. Este cargo de confianza, en un órgano de línea de la PCM , tiene adicionalmente responsabilidades funcionales en dirección de varias comisiones intergubernamentales con participación de gobiernos regionales y municipales (CCI, Foniprel, Descentralización Fiscal, Pasco Urbano, Fida Ancash, Bipartita Transferencias Lima). A este cargo fui designado el 03 agosto 2011 con Resolución Ministerial N° 219-2011-PCM, suscrita por el entonces Presidente del Consejo de Ministros, Salomón Lerner Ghitis, cuya renuncia irrevocable ha sido presentada y aceptada el 10 de diciembre 2011.
En estos 4 meses, la Secretaría de Descentralización ha impulsado políticas para fortalecer la mayor unidad de la nación y su democracia. Se ha iniciado una nueva etapa para relanzar concertadamente el proceso de la reforma descentralista. La Secretaría de Descentralización ha formulado políticas públicas en cinco dimensiones, las que impulsan la descentralización como vía para la reforma ciudadana del Estado; promueven las potencialidades estratégicas de los territorios, sus macro regiones y espacios locales; coordinan la distribución del poder democrático en las articulaciones intergubernamentales, en diálogo con los gobiernos regionales y municipales y sus mancomunidades de asociatividad; plantean propuestas en la reforma de la gestión pública descentralizada por resultados para el desarrollo; y amplían la participación de la población en el proceso de la reforma y en la solución de las demandas de la sociedad. Estoy adjuntando a la entrega de la renuncia, el Informe de la gestión realizada, con la situación encontrada, las acciones ejecutadas, los logros alcanzados y las acciones pendientes.

Con la formulación de la Propuesta del nuevo Plan Nacional de Descentralización y Regionalización 2012-2016 (PNDR), se cumple con el mandato del Programa de Gobierno del Gabinete Lerner, aprobado por el Congreso de la República en agosto del 2011, el cual en la Quinta Política señaló el objetivo de impulsar “Grandes regiones territoriales para el Desarrollo”, siendo una de sus metas elaborar y someter a debate el nuevo PNDR. Esta propuesta de Política de Estado se ha elaborado estos meses de manera participativa, especializada y descentralizada, integrando todas las actividades y teniendo como momento culminante el Seminario Internacional, del 5 y 6 diciembre, con más de 1,000 participantes de todo el país. Acompaño esta carta, con el documento de la propuesta del Plan Nacional de Descentralización y Regionalización 2012-2016, para la respectiva consulta, que debiera empezar en la sesión de Instalación del Consejo de Coordinación Intergubernamental, la que en acuerdo del 6 de diciembre entre PCM y los Gobiernos regionales establecieron sería realizada el próximo 26 de enero del 2012.
En estos 4 meses, se reactivaron, reinstalaron y conformaron, respectivamente, las Juntas de Coordinación Interregional del Norte (Internor), Centro Sur, Amazonía (CIAM), Macrosur y Litoral central, en un nuevo proceso de articulación de macro regiones de planeamiento desde los territorios, distinto pero complementario al de regionalización política que debe sustentarse en la voluntad que la propia ciudadanía formule para un estatuto de gobierno intermedio. Se han tenido múltiples reuniones con las municipalidades, en especial con sus asociaciones representativas AMPE y REMURPE. Tras 8 años de postergación, se ha reconocido las 1,303 municipalidades rurales, aprobándose el listado con el DS 090-PCM publicado el 3 de diciembre 2011. Se ha impulsado la formación extendida de mancomunidades, registrándose 114 en la actualidad, incorporando sus experiencias de asociatividad.
Se ha presentado varias iniciativas coordinadas con los gobiernos regionales y municipales para facilitar la inversión descentralizada, algunas de las cuales han sido incluidas en los DU y otras están pendientes. Se ha insistido en la necesaria descentralización fiscal, habiéndose formado nuevamente la comisión respectiva, pero sin que se avance con las medidas de consenso para garantizar la predictibilidad del gasto en los gobiernos subnacionales. En el Foniprel además del concurso convocado el segundo semestre y la convocatoria para estudios de pre inversión, se ha planteado la necesidad de reformular su estrategia y diseño para la atención a las zonas de mayor pobreza, debiendo darse prioridad real a la superación de las desigualdades, lo que no ocurre, como lo evidencia la campaña contra la desnutrición infantil, caso en el cual desde el 2007 a la fecha solo ha concitado menos del 1 % de los S/. 1,780 millones entregados por el Foniprel.
La reforma descentralista, por la que votó el país y formulamos en la propuesta del PNDR, requiere la democratización del poder y reforma del Estado neoliberal burocrático. Es una reforma entrelazada con las otras reformas indispensables para la gestión del territorio nacional, en especial la neo industrialización, la matriz energética gasífera petroquímica, la integración de la minería al desarrollo ambientalmente sustentable, y las plataformas logísticas productivas de País Puerto. Sin estas reformas no es posible la descentralización. Sin las reformas se afianza la recentralización desnacionalizadora, y se hacen más graves las deformidades de la actual administración centralista-burocrática del Estado heredada del Fujimorismo. Se agravaría la captura privatista burocrática del neoliberalismo fujimorista y su continuación con la tesis de García del “Perro del hortelano”, para la captura privada de las decisiones, dejando en la precariedad y el clientelaje la administración de los asuntos públicos.
El Perú debe superar el peligro de abandonar las reformas, lo que lo llevaría a reengancharse en el sistema mundo perdiendo una oportunidad estratégica para el desarrollo nacional, reduciéndose otra vez a exportador de minerales, y a sacrificar su agricultura para concentrarla en pocas manos y dedicarla a etanol y abandonar nuestra seguridad alimentaria. El Perú debe darle curso a las reformas por las que votó el 2011, al elegirse desde el pueblo y las provincias al nuevo gobierno.
El Perú debe afianzar los polos energéticos descentralizados, recuperando el gas de Camisea en el Sur y sacando adelante la hidroeléctrica de Manseriche (4,500 MW) en el Marañon, en un plan nacional de energía, para dotar de energía limpia y barata a los hogares y a nuestro impulso económico productivo e industrialista del sur, el norte y la amazonia. Sería funesto abandonar esta reforma para quemar el gas y concentrar la limitada energía en darle energía barata a la mera exportación de minerales y a los nuevos monopolios de la tierra en la costa.
El Perú debe priorizar la reforma de la gestión del agua y su uso para agricultura orgánica, respondiendo al desafío del cambio climático, y afianzando el uso de los recursos en los diversos territorios macro regionales. Sobre esta base, es que debe integrarse al desarrollo regional la minería responsable y sustentable, haciendo de nuestro potencial minero una palanca para el desarrollo, superando la ilegalidad, y garantizando las respuestas al cambio climático para la conservación del agua y su uso prioritario para la vida y la agricultura. Sería funesto abandonar esta reforma, para reducir el país a un archipiélago extractivista que sacrifica sus recursos de vida fundamentales.
El Perú debe impulsar decididamente la reforma competitiva de sus especializaciones productivas y plataformas logísticas de sus grandes macro regiones, afirmando los conglomerados productivos de medianas y pequeñas empresas para el valor agregado en agricultura, industrias y servicios. Hay que recuperar nuestra condición de País Puerto de Suramérica con el Asia pacífico, haciendo de los ejes transversales las palancas de integración en América del Sur, afirmando el eje amazónico de biodiversidad y de relación productiva comercial entre Manaos (Mercosur) y el Norte peruano, así como la relación del sur peruano con el corazón industrial de Brasil ( Ro y Sao ´Paulo) con el ferrocarril Ilo-La Paz-Santa Cruz-Sao Paulo y la Petroquímica en Ilo. Es fundamental el compromiso del Estado a la malla de infraestructuras productivas en alianza de las empresas públicas estratégicas, como Petroperú, Electroperú, Enapu, con socios internacionales y las empresas nacionales, garantizando la competencia. Sería funesto abandonar estas reformas, para que el país se reconcentre en Lima callao como plataforma logística primaria y encarecida, a la cual se subordinen los flujos logisticos de las diversas regiones del país, con lo que además de trabar el desarrollo descentralizado se pagaría un inmenso sobrecosto como subsidio a monopolios que capturen esta plataforma recentralizada y la propia Lima afectaría sus posibilidades como litoral metropolitano y ciudad metropolitana global.
La reforma descentralista es parte de reformas fundamentales en la Nación. Los ciudadanos reclaman que se pongan en práctica y se realicen, no que se abandonen. Tengo la convicción que la democracia peruana y su gobernabilidad requerida de reformas, solo podrá afianzarse con y en acuerdo descentralista con los gobiernos y sociedades regionales y locales; nunca sin y/o contra ellas.
El país requiere, al respecto, concertación ciudadana.
Le deseo éxitos en las tareas de Gobierno bajo su responsabilidad al asumir la Presidencia del Consejo de Ministros.

Atentamente

Manuel Dammert Ego Aguirre
DNI 06256174

miércoles, 14 de diciembre de 2011

EL FIN DEL ALA IZQUIERDA: UN FRACASO MÁS QUE IMPORTA

Por: Carlos León Moya
De mis antepasados galos conservo los ojos claros,
el seso estrecho y la torpeza en la lucha.
A. Rimbaud
El ala izquierda del gobierno “de amplia base” de Gana Perú ha sido expectorada este fin de semana. Menospreciados por la actuación presidencial en el tema Conga, pasados por encima con la declaratoria del estado de emergencia en Cajamarca, maltratados por la designación de Óscar Valdés –un pro minero de mano dura- y devueltos a sus casas de un zarpazo, la navidad se anuncia más triste que las anteriores. ¿Pero qué responsabilidad tiene la propia izquierda en su lamentable final? ¿Es que siempre vamos a culpar a otros de nuestros errores, o vamos a extraer alguna lección de lo ocurrido?
Uno cosecha lo que siembra.

Una izquierda sin proyecto propio y que jugó los últimos años a ser “soporte técnico” o “base social” del caudillo de turno hipotecó su futuro a la voluntad y buen corazón de su líder temporal. Una izquierda que vive en el asiento trasero de carros ajenos se arriesga no solo a conflictos existenciales cuando el conductor le cambia la ruta, sino también a que la bajen al primer bache. La izquierda, y con ella una generación de dirigentes, vive hoy acaso su último gran fracaso cuyas causas no están ya relacionadas a la ochentera Izquierda Unida sino a su propia actuación en la última década.
"Recuerdo cuando dije que este invierno sería menos frío que el anterior. Y aquí estoy, congelándome".
Los Prisioneros
En julio del 2007, la CGTP convocó a un paro nacional en respaldo a las medidas de lucha del SUTEP. El acto central fue un mitin en la plaza San Martín donde el principal orador fue Ollanta Humala. En su discurso lucía bramante liderando las mismas “banderas de cambio” que los partidos de izquierda y sus organizaciones sindicales: firme oposición a Alan García, cambio de modelo económico y nueva constitución. En suma, los mismos puntos que en su fallida campaña presidencial, donde obtuvo un 47% de votos que lo convirtió en el objeto del deseo de una izquierda sin candidato presidenciable a la vista.
En adelante el Partido Socialista y el Partido Comunista centraron su estrategia y alinearon sus diminutas lanchas tras Humala. Apostaron sus pocas monedas a la ruleta electoral tras el número de Humala, con la esperanza de que reeditara un buen desempeño en el 2011. Mientras se vestían como los aliados naturales y le ofrecían su experiencia, sus redes y su aporte técnico, dejaban para siempre en el olvido la búsqueda de su inscripción legal. Patria Roja, fiel a su estilo, seguía reuniones con el nacionalismo mientras buscaba su inscripción legal para negociar en mejores condiciones con Humala. Nunca confiaron plenamente en él, y el tiempo les daría algo de razón.
Por otra parte, un grupo de técnicos e intelectuales de izquierda lanzaron en enero del 2010 un manifiesto en donde daban su apoyo a la candidatura presidencial de Ollanta Humala, quien a su juicio representaba “los ideales de la gran transformación que nuestra patria requiere”: “un cambio radical en la economía” y “una Nueva Constitución que exprese la voluntad popular y ponga fin al veto del gran capital”. Es decir, “recuperar nuestra patria, vendida y humillada”.
Jóvenes no eran.

La mayoría era ya conocido por sus aportes y posturas en sus respectivos campos. Algunos incluso habían colaborado en gobiernos anteriores, como Alberto Adrianzén y Nicolás Lynch. Más se trataba del agrupamiento de la intelectualidad de izquierda existente bajo un rótulo nuevo: Ciudadanos por el Cambio. Su intención: ser el soporte técnico de un posible gobierno nacionalista, uno que cambie finalmente el modelo neoliberal. Consejeros de príncipe.
La necesidad imperiosa de actuar y llegar al gobierno llevó a estos actores a dejar a un segundo –o tercer o cuarto- plano la construcción de un proyecto propio de izquierda para “ponerse al servicio” del antiguo Comandante. Escondieron el tema Madre Mía bajo la cama, la manera (autoritaria) en que Humala manejaba su partido y la forma (discrecional) con que se relacionaba con su entorno eran irrelevantes. Había que pensar en lo “realmente importante”: el gobierno, cómo conquistarlo, cómo generar los cambios desde allí. Humala era el vehículo y todo lo demás eran detalles minúsculos. Cualquier propuesta de una candidatura alternativa desde la izquierda era vista por algunos como divisionismo, estrategias ambiciosas que no ponían primero los intereses del país… y los intereses del país estaban representados en Humala y su “propuesta de cambio”. El único candidato con opciones, la escalera al cielo del poder.
En las últimas tres semanas hemos visto lo peor del ala izquierda: sus límites. Los luminosos y vociferantes intelectuales progresistas brillaron por su silencio, el gran cambio que veían inminente se transformó en la continuidad que repudiaban apenas meses atrás. Los partido miembros de la alianza de gobierno dieron desde señales equívocas hasta silencios cómplices. Darle la contra a Humala podía generar que la cadena –como el imperialismo- se rompa por el lado más débil: ellos mismos. Sacar al ala izquierda no fue para nada costoso: sin base social real, sin partidos y sin una imagen positiva, poca era su capacidad de chantaje.
Hoy el gobierno de Humala tiene un pie en el centro y otro en la derecha, y difícilmente algo lo saque de allí. Las seguridades de antes son los escombros de ahora. Ser soporte del gobierno suena a broma de mal gusto, fortalecer Gana Perú es un insulto a la razón, y pensar el futuro de la izquierda en función al apetito electoral del PNP es una estrechez mental.
"No creo que haya que entusiasmar a los jóvenes con lo que ha sido nuestra generación. Todo lo contrario. Tal vez exagero. Pero el pensamiento crítico debe ejercerse sobre nosotros".
A. Flores Galindo
La izquierda debe, por fin, asumir la necesidad de un proyecto propio.

Dejar de una vez de ser furgones de cola de proyectos ajenos en donde termina siempre entre el estupor y la desquicia cuando se van por caminos inesperados. Construir lo que aún no existe tomará tiempo, pero debemos dejar atrás la picazón de cada contienda electoral. Es mejor perder las guerras con armas propias que ganarlas con armas ajenas, más aún cuando estas apuntan ahora a cuatro provincias de Cajamarca.
También se había perdido rumbo.

¿De qué le servía a la izquierda “pelear arriba” cuando no tiene nada abajo? ¿En qué momento dejamos la democratización del poder de lado para centrarnos en la administración de apenas una parte de lo existente? ¿Desde cuando el cambio de modelo y la nueva constitución fueron reemplazados por cuatro programas sociales y una campaña nacional en un Ministerio con cada vez menos funciones? El Presidente de este gobierno, a diferencia de su tosca versión embrional, había dejado de cuestionar las bases de la desigualdad de nuestro país. Humala había cambiado todas las caras públicas para que nada cambie. Las verdaderas caras, las que continúan en el poder, son las mismas y siguen en la sombra. La izquierda en el gobierno había llegado al gobierno cuando Humala había dejado la izquierda.
No todo es malo.

Lo bueno de las crisis es que abren la posibilidad a caminos distintos. En términos generacionales, estamos ante el gran fracaso final de una de ellas. Abatidos, cansados y derrotados. Lo que no consiguieron en los ochenta tampoco lo han conseguido en su última madurez. Un proyecto a largo plazo, por temas biológicos, los deberá tener no como actores sino casi como un consejo de ancianos. Por eso considero que no es una tarea partidaria, sino generacional. No es labor de un partido ni de sus actuales cabezas. Se necesita sangre nueva.
Dejemos los consuelos y las palabras de aliento para el ámbito privado. Debemos discutir pública y abiertamente no solo por qué nuevamente estamos con el rabo entre las piernas, sino qué nuevos caminos vamos a abrir. Qué debemos dejar atrás y qué haremos en adelante. La gran transformación acabó antes que la primavera, y la izquierda debe dejar de ser, de una buena vez, una lástima otoñal.
Estamos en el año cero. Ha llegado la hora de quemar las naves.


lunes, 12 de diciembre de 2011

SINESIO LÓPEZ Y EL GOBIERNO DE OLLANTA

A cien días de gobierno, poco es lo que se puede exhibir como gran transformación. Cinco cambios son los más importantes: el gravamen a las mineras, la consulta previa, la creación del Ministerio de Inclusión Social (MIDIS), el incremento del salario mínimo y una política laboral que atiende y defiende los derechos de los trabajadores. A todo esto hay que añadir el despliegue de una política exterior soberana, independiente y desideologizada que busca fortalecer la CAN y el CONASUR. El nubarrón que oscurece la transparencia del gobierno y desdibuja la promesa de la lucha sin cuartel contra la corrupción en estos cien días son los casos de Chehade y de la mega-comisión para investigar al gobierno de García. Ambos casos han sido pésimamente manejados y enredados por los asesores de la cúspide del poder. Tontamente se les dio carne fresca a los buitres de la derecha política y mediática.
Lo que ha cambiado y está cambiando rápidamente es el humor de los diversos sectores sociales. Las clases medias y altas han perdido el temor y han incrementado, por eso, el apoyo a OH. Los sectores pobres y muy pobres, en cambio, parecen estar perdiendo la esperanza y han disminuido su respaldo, especialmente en el sur andino. Eso muestra quizá la impaciencia de los pobres y su poca capacidad de espera. El accionar del gobierno discurre, sin embargo, como un lento proceso en el que predomina la continuidad sobre el cambio. Siguen los mismos funcionarios políticos de los gobiernos anteriores, muchos de ellos corruptos, siguen las mismas políticas económicas y sociales y hay muy poco de la promesa transformadora. La voluntad de cambio persiste en Ollanta y en el gobierno, sin embargo.

Los compromisos de la segunda vuelta
¿A qué se debela lentitud de los cambios prometidos?. La respuesta es compleja y obedece a varios factores. Las coaliciones sociales y políticas de la segunda vuelta, la debilidad política de la coalición triunfante, el acuerdo de una democracia concertada con el capital para darle gobernabilidad al país y los cambios estructurales de estos últimos 20 años (que, por un lado, han polarizado socialmente al Perú y, por otro, le han inyectado una alta dosis de moderación política) constituyen las principales causas que explican los cambios a cuenta gotas que, por eso mismo, dejan de tener el impacto político deseado. Todas las clases sociales tenían diversas expectativas sobre Ollanta Humala como candidato y como Presidente. Para el imaginario de las clases populares y pobres Ollanta expresaba la promesa de la gran transformación tanto en la primera como en la segunda vuelta y mantenía esa promesa cuando llegó al gobierno. Para las clases altas y medias, en cambio, Ollanta era una amenaza a su estabilidad económica y social y significaba el salto al vacío en la primera vuelta. Ese sentimiento cambió en la segunda vuelta (especialmente en las clases medias) gracias al rechazo al fujimorismo, por un lado, y gracias al respaldo de la corriente liberal-democrática encarnada por Vargas Llosa y Toledo. La segunda vuelta se polarizó entre el candidato de Gana Perú y la de Fuerza 2011, entre la centro-izquierda y la derecha. Ollanta sufrió un cargamontón del poder económico, de la derecha política y mediática, de la Iglesia conservadora y del mismo gobierno de García. La estrechez del triunfo de Ollanta no puede ocultar, sin embargo, la amplitud y la profundidad de la derrota de la derecha. Es la segunda vez que el poder económico pierde democráticamente el gobierno. La primera vez (1945) que perdió el gobierno lo recuperó con el golpe de estado de Odría (1948)
El triunfo de la primera vuelta fue una obra maestra de campaña electoral, por un lado, y fue también un producto del entrampamiento de las candidaturas del centro y de la derecha, particularmente de Toledo, PPK y Castañeda. Triunfaron la corriente nacionalista y la de izquierda que conformaban Gana-Perú. El triunfo en la segunda vuelta suponía ampliar la coalición social y política hacia el centro-derecha, esto es, hacia el liberalismo democrático que encarnaban Alejandro Toledo y Mario Vargas Llosa. Eso, como es obvio, exigía morigerar los planteamientos de cambio de Gana-Perú, lo que se expresó claramente en la hoja de ruta.

La debilidad de la fórmula de gobierno (que no fue) de la democracia electoral
La debilidad de los actores políticos que impulsan el cambio es notoria. En primer lugar, las corrientes nacionalistas y las de izquierda, agrupadas en Gana Perú, así como las de centro-derecha no son fuerzas organizadas ni institucionalizadas sino que constituyen organizaciones incipientes y son principalmente corrientes de opinión. La fuerza electoral proviene del apoyo popular a Ollanta Humala, el líder de Gana Perú. En segundo lugar, la debilidad de los movimientos sociales populares (que, desde los 90 del siglo pasado, viven procesos de fragmentación y disgregación de los que hasta ahora no logran salir) no constituyen un soporte sólido de una propuesta de cambio. En tercer lugar, el peso creciente de los medios, la mayoría de ellos en manos de la derecha y la ultraderecha, en el campo de la política es avasallador y no tienen un contrapeso político en el campo de la reforma. Son ellos los que ponen la agenda pública y los que catapultan y/o hunden a los personajes políticos En cuarto lugar, la importancia decisiva de los poderes fácticos en la organización y funcionamiento de los gobiernos y del Estado es notoria y creciente. En el pasado reciente los gobiernos han sido formados por coaliciones de la cúpula gubernamental con los poderes fácticos. Desde los tiempos del fujimorismo, los ministros de economía no provienen de los partidos que ganan las elecciones sino de los organismos financieros internacionales y de los bancos.
A partir de la nueva coalición social y política que le dio el triunfo electoral en la segunda vuelta, Ollanta se propuso organizar el gobierno y administrar el capitalismo ofreciendo reglas de juego claras: seguridad jurídica, mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos, despliegue de políticas monetaria y fiscal responsables para los diversos grupos empresariales y políticas de inclusión social para las clases populares y pobres. Se buscaba establecer una política de coalición de las fuerzas victoriosas que llevara a cabo el programa de crecimiento con inclusión en democracia, pero sin la presencia de los representantes del capital en el gobierno. Eso implicaba el respeto a la voluntad de los electores y al mismo tiempo la consideración de los intereses empresariales, esto es, la vigencia de la democracia electoral que tomaba en cuenta también a los diversos grupos de interés. El equipo económico que encabezaba esta propuesta estaba integrado por Félix Jiménez, Kurt Burneo y Oscar Dancourt que habían manejado con eficiencia y responsabilidad los aparatos económicos del Estado en el gobierno del Presidente Toledo.
Ollanta quería evitar de ese modo que la democracia sea secuestrada por la derecha y que ésta lo obligara a gobernar con el programa de los que habían perdido las elecciones, tal como sucedió desde 1990 en adelante. Esta fórmula de democracia burlada (y traicionada) ha sido y es muy común en el Perú y en América Latina en los tiempos del neoliberalismo. Eso explica que una de las razones más frecuentes esgrimidas por los electores peruanos y latinoamericanos para desaprobar a sus gobernantes en las encuestas sea la del incumplimiento de sus promesas electorales.
El poder económico y la derecha política y mediática no estaban dispuestos, sin embargo, a respetar la voluntad de los electores. Ellos exigían más. Los grupos económicos arrastraban los pies cuando se hablaba de inversión y mostraban su desconfianza en el probable nuevo gobierno de centro-izquierda mientras la derecha mediática azuzaba los cucos y despertaba los miedos del mundo empresarial. Se negaban a someterse a la autoridad democrática que había nacido del triunfo electoral de la coalición social y política que se había organizado en la segunda vuelta. No les gustaba para nada la fórmula de gobierno de la democracia electoral. Pretendían otro tipo de democracia en la que ellos fueran considerados como parte del gobierno sin haber ganado las elecciones. Querían una democracia concertada con ellos. Eso era posible porque la coalición triunfante en la segunda vuelta no tenía la fuerza social y política para hacer respetar su éxito electoral

La búsqueda de la gobernabilidad y la democracia concertada
Finalmente Ollanta dio el paso decisivo para darle gobernabilidad al país: incorporó al gobierno a los representantes del mundo empresarial (Velarde en el BCR y Castilla en el MEF) El poder económico y la derecha política y mediática lo celebraron, pero querían más: Deseaban a la izquierda fuera del gobierno y pretendían que Ollanta fuera un gobernante sin poder para manejarlo a su antojo. Como es obvio, todas estas concesiones al capital y a sus representantes significaban y significan una mayor moderación política y una mayor lentitud en los cambios. Lo peor que le podría suceder a la nueva coalición de gobierno sería la degeneración de la democracia concertada en una democracia trabada o, peor aún, en una democracia traicionada.
El triunfo electoral abrió las puertas del gobierno a Ollanta, pero no le otorgó gobernabilidad. En una democracia el que gana las elecciones (competitivas e institucionalizadas) recibe la autorización de los ciudadanos para gobernar. En eso consiste la legitimidad de origen de las autoridades democráticas. El triunfo electoral, sin embargo, no le otorgó capacidad de gobernar con eficacia y efectividad (gobernabilidad). Para tenerla Ollanta invitó a los representantes del capital (que, sin embargo, habían apostado por la candidata derrotada) a participar en el gobierno. Este hecho se ha prestado a múltiples lecturas (concesión a la presión, traición, juego estratégico, realismo político, etc.).
Más allá de las diversas lecturas de este hecho, hay un dato macizo de la realidad: Los resultados electorales no expresan siempre las relaciones económicas, sociológicas y políticas de las fuerzas que existen efectivamente en el país. Si se quiere tener gobernabilidad es necesario tener en cuenta también las reales relaciones de poder en la sociedad, en la economía y en la política, establecer un equilibrio complejo entre ellas y proponer políticas públicas en las que todas y todos ganen.
Ante la ausencia de partidos, la política ha sido copada por los medios, los poderes fácticos y los políticos sin partido. Si Gana-Perú fuera un partido bien organizado y con mucha influencia social, podría contrarrestar esos poderes y sería un sustento sólido del nuevo gobierno. Si tuviéramos un sistema de partidos, la política sería más estable y predecible y la gobernabilidad estaría relativamente garantizada. La fuente de poder de Ollanta no sólo radica en el triunfo electoral y en la relación afectiva con las masas sino también en el hecho contundente que, como Presidente de la República, es jefe supremo de las FF.AA. Este es el contrapeso real del poder del capital. El capital y la coerción se hallan frente a frente, pero no se confrontan sino que conciertan. Salvo en el de Velasco, en los otros gobiernos, especialmente en los del 90 en adelante, el capital y la coerción se ubicaron siempre del mismo lado pro-empresarial para enfrentar a las fuerzas del cambio.
Las correlaciones sociales constituyen un terreno movedizo y conflictivo. No hay organizaciones populares sólidas (sindicatos, asociaciones, sociedad civil), pero existen muchos conflictos de diverso tipo, especialmente socioambientales, y un movimientismo desbordante. Si este se organizara e institucionalizara podría ser más efectivo en sus demandas, ayudaría a la gobernabilidad y podría constituir un vigoroso apoyo al nuevo gobierno. El poder económico está hegemónicamente en manos de los grandes grupos empresariales (48) nacionales y extranjeros. Su hegemonía se ha visto fortalecida y legitimada con el crecimiento económico de los últimos diez años gracias a la demanda de los mercados internacionales. Lamentablemente no existen sindicatos ni centrales sindicales que contrapesen el poder de la CONFIEP.
El crecimiento con inclusión en democracia es la propuesta programática en la que todos ganan. Ello requiere establecer equilibrios complejos entre los diversos campos de las relaciones de poder. Esos equilibrios se mueven entre los dos límites programáticos y estratégicos extremos que hay que evitar: la máxima ganancia y la máxima distribución, la amenaza de desinversión y la presión social y política extrema que la atemoriza. En resumen, la gobernabilidad no proviene de la fuerza de las instituciones (partidos, sociedad civil y Estado) ni de las condiciones favorables a la misma (bajo nivel de desigualdad, alto nivel de desarrollo, etc.), sino de la eficacia, la transparencia y la legitimidad del gobierno de Ollanta y del juego que él establece con los principales actores del mundo empresarial.

La fragilidad institucional del Estado
La fragilidad institucional se puede percibir mejor en el Estado. Este es pequeño y débil. Es más pequeño que la sociedad y que el territorio en el que debiera ejercer su jurisdicción. Hay zonas geográficas, especialmente las alto-andinas, a las que no llega el Estado. Es más débil que otros Estados de la región y es débil también para ejercer la autoridad e imponerla a ciertos grupos sociales que se colocan fuera de la ley. ¿Qué explica la debilidad del Estado peruano?. Mi hipótesis es que ella obedece a un conjunto de características que lo definen.
En primer lugar, es un Estado sometido a la cultura patrimonial. Esta se expresa en diversas situaciones. Cuando un partido triunfa en las elecciones cree que ha obtenido el Estado como botín y se dispone a coparlo con sus militantes apelando al supuesto derecho que le da el triunfo electoral. Esto es lo que han hecho los partidos mejor organizados, muy duchos en las lides de atiborrar al estado con sus clientelas partidarias. Cuando los ciudadanos gestionan algún tipo de servicios en el estado, lo primero que los burócratas les hacen sentir es que ellos son dueños de la función que tienen y que los van a atender, no porque la ley los obliga, sino porque son buena gente y en reciprocidad les piden, en el peor de los casos, una coima. Cuando los grupos económicos buscan atarantar al Presidente para que nombre a personas de su confianza en los puestos claves del Estado es igual. Todos ellos se sienten dueños del Estado e impiden que éste se organice y funcione como un Estado de todos.
En segundo lugar, es un Estado que tiene islas de modernidad, pero la mayoría de sus aparatos, especialmente aquellos que tienen ver con los servicios y derechos de la población, está anquilosada y sometida a formas tradicionales de organización y de funcionamiento. En tercer lugar, nuestro Estado, como la mayoría de los estados de AL. no es democrático. Sus políticas sociales (educación y salud) no llegan a todos los peruanos y peruanas por igual. Lo mismo sucede con la ley, la justicia y la seguridad. En cuarto lugar, el Estado es más criollo que andino y amazónico. Así nació y así sigue. Lo criollo se ha estirado, sin embargo, más allá de la costa y lo andino y amazónico se ha encogido en sus propias regiones, pero el Estado tiene problemas para acomodarse y expresar a la sociedad pluricultural compleja. Podría adecuarse sin renunciar a su carácter unitario.
En quinto lugar, El Estado es limeño. Las otras regiones tienen menos estado con todo lo que eso implica: menos poder, menos presupuesto, menos servicios, menos desarrollo. En sexto lugar, el nuestro es un Estado pobre. ¿Qué se puede hacer con el 14 o 15% de presión tributaria?. Sólo se reproduce en malas condiciones con una burocracia ineficiente y mal pagada. Con los escasos recursos que le quedan no puede realizar políticas sociales de calidad para todos ni puede hacer que la seguridad y la justicia imperen igualmente para todos. En sétimo lugar, la burocracia es ineficiente. Perú, a diferencia de otros países de AL (Brasil, por ejemplo), no concluyó una reforma burocrática profunda (que Europa tuvo en el siglo XIX). Por eso, nuestra burocracia no es weberiana: racional, objetiva, impersonal, eficiente. Y, finalmente, es un Estado corrupto y poco transparente.
¿Qué consecuencias trae la debilidad del Estado?. Varias, pero quiero señalar brevemente tres. En primer lugar, un estado débil es la principal causa de la falta de gobernabilidad del país. La capacidad de gobierno y su desempeño dependen, en gran medida, de la fortaleza institucional del Estado. Eso no existe en el Perú actual. En segundo lugar, un estado débil afecta la calidad de la democracia. Las frecuentes fallas y la baja calidad de la democracia no dependen tanto de su precario diseño institucional como de la debilidad y del carácter antidemocrático del Estado. En tercer lugar, un estado débil no ayuda al crecimiento y al desarrollo. Por lo general, el Estado y el desarrollo con procesos que se acompañan. A más Estado, más desarrollo.

Los cambios estructurales: polarización social y moderación política
El neoliberalismo ha debilitado estructuralmente a los sectores populares, especialmente a los que se cobijan en el trabajo asalariado. El mundo actual del trabajo es un buen mirador para observar lo que sucede con el capitalismo neoliberal. En efecto, lo que está pasando en el mundo del trabajo dice mucho del capitalismo que tenemos delante en términos del nivel de desarrollo alcanzado, de su escasa capacidad de integración social, del tipo de capitalismo que lo explota, de las estrategias utilizadas para ahorrar los costos laborales y para neutralizar la acción colectiva de los trabajadores, de las expectativas y frustraciones que genera. Para el capitalismo neoliberal, que organiza la producción desde la oferta, el trabajo ha dejado de ser un factor de producción para transformarse en un costo laboral.
Generalmente existe una relación directa entre el nivel de desarrollo y el tamaño del trabajo asalariado: A más desarrollo, más porcentaje del trabajo asalariado y a menos desarrollo, menos trabajo asalariado. Los países desarrollados, a diferencia de los que no lo son, tienen un mayor número de trabajadores asalariados tanto en el campo productivo como en el campo no productivo. Lo que ha pasado en el capitalismo avanzado es que el trabajo no productivo asalariado ha crecido más que el productivo. El reducido tamaño del trabajo asalariado es un buen indicador del bajo nivel de desarrollo alcanzado por el capitalismo en el Perú.
El abultado porcentaje de trabajadores independientes revela la poca capacidad de integración social de la economía de mercado y muestra más bien sus características de exclusión económica. Estamos frente a un capitalismo que es intensivo en capital y muy ahorrador de mano de obra. La gran minería, por ejemplo, sólo absorbe el 2% de la PEA y de ella el 70% no está en planilla. Producir un puesto de trabajo en la gran minería cuesta alrededor de un millón de dólares dada la alta intensidad de capital que ella utiliza. Esto se expresa en la mayor velocidad del crecimiento del PBI y el débil crecimiento del empleo. En los últimos años el país ha crecido económicamente, pero el empleo no ha crecido en la misma magnitud y con la misma velocidad y, obviamente, tampoco han crecido los sueldos y salarios. Los ingresos que percibía el trabajo en el 2002 bajaron del 25% del PBI al 21.9% en el 2007.
El rasgo más distintivo del capitalismo actual es, sin embargo, la capacidad que ha tenido para reestructurar el mundo del trabajo en general, del trabajo asalariado en particular y de la clase obrera. Esta ha sido fragmentada y dividida en una serie de situaciones: asalariados, servicios personales, servicios no personales, trabajadores por contrato a plazo fijo, services, etc. Lo que motiva esta fragmentación es probablemente la búsqueda de la disminución de los costos laborales, por un lado, y el bloqueo de la acción colectiva de los trabajadores asalariados, por otro. En efecto, esta fragmentación desarticula los intereses comunes, diversifica los adversarios y los conflictos, rompe la comunicación y hace difícil, sino imposible, la construcción de plataformas comunes de acción colectiva. Todo esto se expresa en el debilitamiento –en la realidad social y política y en la conciencia de la gente- de los sindicatos como instrumentos de defensa de los derechos de los trabajadores.
El crecimiento de los últimos diez años gracias a la demanda del mercado internacional, más que el modelo neoliberal mismo, ha generado importantes cambios que tienen diversos impactos importantes en la estructura social y en la política. Los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros se han fortalecido. Algunas empresas, sobre todo las mineras, han recuperado su inversión en tres o cuatro años gracias a las altas tasas de rentabilidad en esta época del boom exportador. La pobreza se ha reducido, pero la desigualdad persiste o se ha incrementado. Han emergido unas vigorosas clases medias en Lima y en las principales ciudades de la costa que han amenguado parcialmente la polarización social y han moderado la radicalidad de la política. El progreso de la costa y de algunas islas de modernidad en la sierra y en la selva en medio del estancamiento mayoritario alimenta también la moderación política.

Los juegos de poder y los tiempos turbulentos del neoliberalismo actual
El juego político central se organiza en torno a la política de concertación entre el Presidente Ollanta y los grandes grupos empresariales para impulsar el programa de crecimiento con inclusión en democracia. No es una política de coalición o alianza, como en los gobiernos anteriores, en la que ambos actores se colocaban en el mismo lado (pro-empresarial) sino una política de concertación en la que cada actor mantiene sus intereses específicos –acumulación creciente por parte de los empresarios y política distributiva vía impuestos por parte del gobierno- al mismo tiempo que ambas partes buscan acercar sus intereses diferentes para que todos ganen: los empresarios, el gobierno y los ciudadanos.
Asociado al juego político central se desarrolla otro colateral de las fuerzas aliadas: la confrontación entre la derecha política y mediática, aliada de los grandes grupos empresariales, por un lado, y el centro liberal democrático de Toledo y la izquierda, aliadas del Presidente Humala, por otro. Los aliados mantienen con los actores centrales (Ollanta y los grandes grupos empresariales) acuerdos y apoyos básicos sin que eso impida la existencia de tensiones y las desconfianzas entre ellos. Estas son quizás mayores en el campo de la izquierda que en el campo de la derecha. Los conflictos políticos, algunos de ellos estridentes, son desplegados, sin embargo, por la derecha política y mediática contra el centro liberal democrático (Toledo) y contra la izquierda. La derecha mediática sostiene una guerra sin cuartel contra los aliados de Ollanta en primer lugar y, en menor medida, contra Ollanta mismo. Aviva una polarización suicida que Ollanta rehúye. Busca instaurar una democracia polarizada que puede generar una parálisis decisoria (ingobernabilidad) para luego imponer la fórmula de la democracia traicionada.
La estrategia de la derecha política y mediática consiste en una especie de juego de “quítate tú para ponerme yo”. Se trata de desplazar del gobierno al centro y a la izquierda para cercar a Ollanta, coparlo, obligarlo a gobernar con el programa de los derrotados y volver a la “normalidad” de siempre: mantener el establisment y cuidar la siesta de los ricos. La conducta de la mayoría de los medios obliga a preguntarse si sus posiciones políticas polarizantes obedecen a una iniciativa propia, suicida e irresponsable, o hacen parte de una estrategia de los grandes grupos empresariales que manejarían una escopeta de dos cañones: con uno celebran y conciertan con Ollanta y con otro disparan contra él y contra sus aliados. En general, no hay prensa desideologizada ni medios independientes. La mayoría de ellos están estrechamente asociados al poder económico por diversos mecanismos (publicidad, accionariado, etc.).
Este doble juego político (central y colateral) se desarrolla en medio de una profunda crisis internacional que ha dejado de ser escenario para transformarse en director de orquesta de ese juego. La profundidad, la amplitud y la duración de esa crisis impactarán fuertemente en la economía peruana y en la dinámica de los conflictos políticos que tenderá a agudizarse. Es probable que las coaliciones y alianzas se debiliten e incluso se rompan, que la concertación cruja y la polarización política se incremente. La crisis financiera internacional, tanto la norteamericana que viene desde el 2008 como la de Europa de fecha más reciente, golpea fuertemente a las economías latinoamericanas, a unas más que a otras. El impacto en la economía peruana será probablemente menor que en el resto de AL gracias a la política anti-cíclica que ha impulsado el gobierno y a la demanda de minerales por parte de China. Todo parece indicar que la crisis económica internacional será profunda y de mediana o larga duración y que su impacto se sentirá en la disminución del crecimiento, en la caída de las exportaciones y de la importaciones, en la reducción de inversión privada, en la fuga de capitales, en la contracción de los ingresos tributarios, en la retracción del empleo y en el aumento de la pobreza, probablemente en dimensiones mayores que en el 2008. En ese contexto la respuesta del gobierno debiera ser, por un lado, desarrollar políticas fiscales y monetarias expansivas e incrementar la presión tributaria para desplegar políticas agresivas de inclusión social y, por otro, aprovechar la profunda crisis del capitalismo neoliberal para impulsar el desarrollo de los mercados internos y construir una economía nacional de mercado. Los tiempos económicos, sociales y políticos que se avecinan serán turbulentos, tumultuarios y atiborrados de indignados y requieren una conducción política hábil y al mismo tiempo audaz que conduzca la nave del Perú a un buen puerto