Los diferentes significados del Otro mundo es posible por Raúl Zibechi El movimiento altermundista, que se ha expresado en innumerables movilizacionesy en los foros sociales mundiales, regionales y temáticos, está siendo evaluadoal cumplirse 10 años del primer encuentro realizado en Porto Alegre. Losanálisis difieren, como es lógico en un movimiento tan abarcativo y diverso,que contiene diferentes tradiciones y modos de ver el mundo asentados a menudoen culturas políticas con trayectorias con muy poco en común, más allá deuna vaga tensión emancipatoria.En estos 10 años se ha producido un cambio notable a escala mundial que sepuede resumir en la crisis sistémica, por un lado, y en la expansión de losmovimientos antisistémicos a cada rincón del mundo, por otro. De algún modo,son dos caras del mismo fenómeno: el fin de algo, que podemos llamar capitalismo,y el comienzo titubeante de algo diferente, que por ahora llamamos ?otromundo?. Así y todo, no pocos manifiestan insatisfacció n con los logros alcanzadosy creen que sería necesario marchar más rápido, más unidos y dotados de unaorganización más eficiente, o sea, más centralizada. Sin pretender realizarun balance del movimiento, parece conveniente diferenciar los distintos modosde entender el papel y los objetivos de los movimientos.El lema Otro mundo es posible, como expresión de las aspiraciones de losmovimientos y de los deseos de sus miembros, contribuyó a fortalecer lasresistencias al neoliberalismo, que hasta hace poco tiempo parecía un modeloimbatible. La creciente deslegitimació n del proceso de acumulación asentadoen la especulación financiera, y del modelo extractivista que es una de susexpresiones, ha comenzado mucho antes de la presente crisis y contribuyea profundizarla. Desde el punto de vista de las resistencias al capital ya los estados, la década altermundista ha sido por demás exitosa.Por lo menos en América Latina, la deslegitimació n del modelo neoliberalha modificado la relación de fuerzas en muchos países, permitiendo la llegadaal gobierno de partidos, fuerzas políticas y presidentes que se proclamandistantes con el Consenso de Washington. Aunque la mayor parte de estos gobiernos,llamados progresistas, no ha superado el neoliberalismo y algunos ni siquierapretenden hacerlo, son de todos modos la expresión de una voluntad popular,difusa o explícita, de ir más allá del modelo hegemónico. Desde esta perspectiva,la década altermundista fue relativamente exitosa ya que permitió barrergobiernos conservadores y antipopulares.En tercer lugar, el movimiento aceleró la transición de la hegemonía estadunidensea un mundo multipolar. La lista de los 10 mayores bancos del mundo en 2009,o de las principales grandes multinacionales energéticas, donde aparecenen lugar destacado empresas de China y Brasil, son apenas una muestra delcambio en curso. El movimiento altermundista es también un movimiento contrael imperialismo, no tanto por las intenciones de las ONG, sino por las reiteradasposiciones de los activistas de base. Mirado desde la erosión de la supremacíade Estados Unidos, estos 10 años han sido positivos.En cuarto lugar, debe considerarse la evolución en la construcción de unsistema alternativo al capitalista, más allá del nombre que cada uno quieradarle. Es muy probable que en este punto las divergencias sean mayores. Porun lado, porque no existe una realidad poscapitalista con la suficiente implantacióny extensión como para considerar que ya hay un campo alternativo formadoo en formación. Pero, sobre todo, porque muchos activistas y movimientossiguen apostando a una construcción a escala nacional y por diseño estataldel mundo nuevo, pese a toda la evidencia histórica en contra.En este punto es más útil observar las transiciones histórica habidas queapelar a la literatura socialista. Las transiciones han sido siempre procesosmuchos más largos y con resultados imposibles de prever a priori. Pretenderque ya sabemos cuál es el lugar exacto de llegada de la transición al poscapitalismo,sería una soberbia imperdonable para quienes debemos aprender a movernosen situaciones de gran incertidumbre. Por supuesto que es posible, y necesario,influir en el curso de los acontecimientos para que el resultado sea mejorque el punto de partida.En estos 10 años la construcción de una sociedad alternativa ha avanzadode modo local y parcial. En su comunicación al seminario Diez Años Después,realizado en Porto Alegre del 25 al 29 de enero, Immanuel Wallerstein sostuvoque en los próximos 15 a 25 años las fuerzas de izquierda reconocerán que?la cuestión central no es poner fin al capitalismo, sino organizar un sistemasucesor que estará en proceso de construcción? . En efecto, si la profundizació nde la crisis del capitalismo no encuentra porciones importantes de la sociedadorganizada en movimientos antisistémicos, creando algo diferente, la naturalinercia llevará a la reproducción del sistema actual, probablemente empeorado.Desde este lado, los avances de la última década son importantes, pero insuficientes.Los espacios fuera del control del capital, desde las fábricas recuperadaspor sus trabajadores hasta los asentamientos sin tierra y las comunidadesindígenas, atraviesan enormes dificultades. Construir poderes no estatales,o sea rotativos, de base asamblearia y no burocráticos, y además garantizarla sobrevivencia por haber recuperado los medios de producción, es un desafíomayor que no es fácil encontrar en la geografía de los movimientos antisistémicos.Allí donde se ha revelado posible, donde los de abajo logran ejercer su podery además logran la autosuficiencia, total o parcial, en alimentos, saludy educación, suelen ser sistemáticamente atacados por los estados. Los dearriba saben que no deben permitir que florezcan territorios que puedan,en los momentos de crisis terminal, servir de inspiración y ejemplo a losotros abajos. Fuente: La Jornada (Papo)
sábado, 13 de febrero de 2010
OTRO MUNDO ES POSIBLE
Los diferentes significados del Otro mundo es posible por Raúl Zibechi El movimiento altermundista, que se ha expresado en innumerables movilizacionesy en los foros sociales mundiales, regionales y temáticos, está siendo evaluadoal cumplirse 10 años del primer encuentro realizado en Porto Alegre. Losanálisis difieren, como es lógico en un movimiento tan abarcativo y diverso,que contiene diferentes tradiciones y modos de ver el mundo asentados a menudoen culturas políticas con trayectorias con muy poco en común, más allá deuna vaga tensión emancipatoria.En estos 10 años se ha producido un cambio notable a escala mundial que sepuede resumir en la crisis sistémica, por un lado, y en la expansión de losmovimientos antisistémicos a cada rincón del mundo, por otro. De algún modo,son dos caras del mismo fenómeno: el fin de algo, que podemos llamar capitalismo,y el comienzo titubeante de algo diferente, que por ahora llamamos ?otromundo?. Así y todo, no pocos manifiestan insatisfacció n con los logros alcanzadosy creen que sería necesario marchar más rápido, más unidos y dotados de unaorganización más eficiente, o sea, más centralizada. Sin pretender realizarun balance del movimiento, parece conveniente diferenciar los distintos modosde entender el papel y los objetivos de los movimientos.El lema Otro mundo es posible, como expresión de las aspiraciones de losmovimientos y de los deseos de sus miembros, contribuyó a fortalecer lasresistencias al neoliberalismo, que hasta hace poco tiempo parecía un modeloimbatible. La creciente deslegitimació n del proceso de acumulación asentadoen la especulación financiera, y del modelo extractivista que es una de susexpresiones, ha comenzado mucho antes de la presente crisis y contribuyea profundizarla. Desde el punto de vista de las resistencias al capital ya los estados, la década altermundista ha sido por demás exitosa.Por lo menos en América Latina, la deslegitimació n del modelo neoliberalha modificado la relación de fuerzas en muchos países, permitiendo la llegadaal gobierno de partidos, fuerzas políticas y presidentes que se proclamandistantes con el Consenso de Washington. Aunque la mayor parte de estos gobiernos,llamados progresistas, no ha superado el neoliberalismo y algunos ni siquierapretenden hacerlo, son de todos modos la expresión de una voluntad popular,difusa o explícita, de ir más allá del modelo hegemónico. Desde esta perspectiva,la década altermundista fue relativamente exitosa ya que permitió barrergobiernos conservadores y antipopulares.En tercer lugar, el movimiento aceleró la transición de la hegemonía estadunidensea un mundo multipolar. La lista de los 10 mayores bancos del mundo en 2009,o de las principales grandes multinacionales energéticas, donde aparecenen lugar destacado empresas de China y Brasil, son apenas una muestra delcambio en curso. El movimiento altermundista es también un movimiento contrael imperialismo, no tanto por las intenciones de las ONG, sino por las reiteradasposiciones de los activistas de base. Mirado desde la erosión de la supremacíade Estados Unidos, estos 10 años han sido positivos.En cuarto lugar, debe considerarse la evolución en la construcción de unsistema alternativo al capitalista, más allá del nombre que cada uno quieradarle. Es muy probable que en este punto las divergencias sean mayores. Porun lado, porque no existe una realidad poscapitalista con la suficiente implantacióny extensión como para considerar que ya hay un campo alternativo formadoo en formación. Pero, sobre todo, porque muchos activistas y movimientossiguen apostando a una construcción a escala nacional y por diseño estataldel mundo nuevo, pese a toda la evidencia histórica en contra.En este punto es más útil observar las transiciones histórica habidas queapelar a la literatura socialista. Las transiciones han sido siempre procesosmuchos más largos y con resultados imposibles de prever a priori. Pretenderque ya sabemos cuál es el lugar exacto de llegada de la transición al poscapitalismo,sería una soberbia imperdonable para quienes debemos aprender a movernosen situaciones de gran incertidumbre. Por supuesto que es posible, y necesario,influir en el curso de los acontecimientos para que el resultado sea mejorque el punto de partida.En estos 10 años la construcción de una sociedad alternativa ha avanzadode modo local y parcial. En su comunicación al seminario Diez Años Después,realizado en Porto Alegre del 25 al 29 de enero, Immanuel Wallerstein sostuvoque en los próximos 15 a 25 años las fuerzas de izquierda reconocerán que?la cuestión central no es poner fin al capitalismo, sino organizar un sistemasucesor que estará en proceso de construcción? . En efecto, si la profundizació nde la crisis del capitalismo no encuentra porciones importantes de la sociedadorganizada en movimientos antisistémicos, creando algo diferente, la naturalinercia llevará a la reproducción del sistema actual, probablemente empeorado.Desde este lado, los avances de la última década son importantes, pero insuficientes.Los espacios fuera del control del capital, desde las fábricas recuperadaspor sus trabajadores hasta los asentamientos sin tierra y las comunidadesindígenas, atraviesan enormes dificultades. Construir poderes no estatales,o sea rotativos, de base asamblearia y no burocráticos, y además garantizarla sobrevivencia por haber recuperado los medios de producción, es un desafíomayor que no es fácil encontrar en la geografía de los movimientos antisistémicos.Allí donde se ha revelado posible, donde los de abajo logran ejercer su podery además logran la autosuficiencia, total o parcial, en alimentos, saludy educación, suelen ser sistemáticamente atacados por los estados. Los dearriba saben que no deben permitir que florezcan territorios que puedan,en los momentos de crisis terminal, servir de inspiración y ejemplo a losotros abajos. Fuente: La Jornada (Papo)
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