POR:
UBALDO TEJADA GUERRERO – ANALISTA GLOBAL
El
presidente de Uruguay, José Mujica, reivindicó
hoy ante la ONU la búsqueda de “acuerdos mundiales” que
defiendan la vida y acaben con la pobreza, así como llamó a terminar con una
civilización del “despilfarro” que por definición, insistió, es autodestructiva,
para ello sólo nos basta hacer la invocación que nos dice Lee aquí el discurso completo de José Mujica
.
El
proceso que han vivido las comunidades de Latinoamérica y el Caribe, están
marcadas por dos ejes: su inserción en el crecimiento globalizado mundial y la
búsqueda de su identidad, que nos dice que no caiga la fe, que no caiga la
esperanza por un mundo nuevo en una patria nueva.
Nuestras
comunidades siguen luchando por obtener un espacio propio en el escenario
social, político y económico de nuestra región y los grandes foros
internacionales, que no habíamos escuchado desde El Ché en la reunión de la OEA en Punta del Este 1961 - YouTube en el siglo XX
(1,961).
Ahora
muchas veces los esfuerzos de formar bloques regionales, en otros casos del
rechazo, o el complejo de ser minoría han paralizado la acción y el desarrollo
de nuestras comunidades, para proclamar un mensaje pertinente y veraz, que
responda a los acuciantes y urgentes problemas que sufren nuestros pueblos.
Mujica insistió, además, que “el mundo requiere a
gritos leyes mundiales que respeten los logros de la ciencia”, y reivindicó que a través de esta, y no de “la cúspide
bancaria”, habría de gobernarse el planeta. Menos de una “tecnocracia económica” adicta al FMI,
BM, BID, OCDE, que tiene como único motor la “eficacia” del dios “mercado”;
porque al fin una tecnocracia competitiva, no tiene sentido mas que por los
fines que procura, y si ella no sirve al ser humano, no vale por si misma.
Los
efectos destructivos del planeta y el ser humano, por parte de la
globalización, han sido descritos por Pepe Mujica, donde nuestras instituciones
y nuestros Estados, siguen siendo tergiversados su rol en las contiendas
políticas, sea para silenciarlas, manipularlas o ignorarlas.
Hoy
en el siglo XXI, las comunidades latinoamericanas y caribeñas, siguen luchando,
por comprender cual es el proceso que las acerquen mas a una identidad propia,
que reconozca los aportes positivos a la sociedad mundial, lo mismo la
exigencia del respeto a sus culturas.
Esa
búsqueda de una identidad latinoamericana, es hoy a más de 500 años de la
invasión y colonización un desafío misional fundamental, que exige verdaderos
líderes políticos, que a su vez forjen con su ejemplo, líderes con valores
solidarios y comunitarios, como núcleos
fundamentales y forjadores de principios de amor a la nación, donde el bien
común esté por encima del interés individual global.
Éste
modelo globalizante tan fustigadas por Mujica, nos hace recordar la situación y
las posibles acciones de resistencia, de protesta de nuestras comunidades, nos
lleva aponernos de pié, para afirmar que cualquier reconciliación exige la
restauración de la justicia, como una postura de determinación y verticalidad,
para convertirse en un principio no negociable.
De
lo que se trata es de concebir la economía como la subordinación de la
producción al consumo, entendida como “del consumo a las necesidades humanas”,
de la “ganancia al servicio”, del “trabajo a la vida plena humana”.
Pepe
Mujica nos ha hecho recordar en la ONU, la importancia de seguir denunciando
las injusticias y proclamando un verdadero evangelio de verdad, justicia y amor
para toda nuestra comunidad universal. Hoy cuando los imperios entran en
crisis, las comunidades, más que nunca, con mucha fuerza, vigencia y autoridad,
debemos seguir acompañando a nuestros pueblos en su tránsito hacia una
democracia plena.
Éste
discurso en la ONU, nos recuerda que Latinoamérica y el Caribe, se han ganado el
derecho a ser una expresión de las conciencias libres y justas, que siguen
luchando por construir una sociedad mas fraterna y humana, donde el fin debe
ser la emancipación espiritual del hombre, su liberación de las cadenas del
determinismo económico, su restitución a su totalidad humana, el encuentro de
una unidad y armonía con sus semejantes y con la naturaleza.
El
bloqueo ignominioso a nuestros hermanos de Cuba de parte del candidato al
premio nobel de la paz, el Presidente Obama, nos debe llevarnos a afirmar
seguir definiendo, una postura radical y seria, sin claudicaciones, ni
componendas, y que por ende se constituyan en espacios viables y lugares
propicios para vivir la esperanza de la liberación.
Mujica se lamentó de que la humanidad haya “sacrificado a los viejos dioses
inmateriales” y haya ocupado “el templo con el dios mercado”, lo que
debe llevarnos a señalar en voz alta, que debemos seguir forjando una solución
a los problemas de éste mundo globalizado, muy lejos de un pietismo
superficial, divorciado de la historia y los problemas de la sociedad, que las
potestades amantes del dinero, son incapaces de solucionar.
La idolatría contemporánea del siglo XXI, no se
manifiesta necesariamente a través de imágenes o amuletos, sino también por un
estilo de vida, cuya única prioridad es el dinero, el prestigio o el poder
económico idolátrico. La economía política aplicada, debe estar al servicio del
hombre, consistiendo su función esencial en suministrar a cada uno un nivel de
vida compatible con su dignidad de hombre y en permitir el ejercicio de las
responsabilidades necesarias para el desarrollo humano.
Finalmente como latinoamericanos y caribeños debemos
estar de acuerdo cuando el presidente de
Uruguay llamó a terminar con una civilización del
“despilfarro”. Porque al final “Sí, es
posible un mundo con una humanidad mejor”, donde Pepe Mujica ha demostrado con
su vida que sigue recibiendo a los
trabajadores vestidos con sus ropas de trabajo, en su casa y en su mesa, con la
misma cortesía y consideración que si fueran duques o príncipes.
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