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martes, 27 de noviembre de 2012

Lavín y su proyecto educacional: formar robots funcionales a un sistema cruel


En un gobierno conducido por tecnócratas cuya ideología política y filosofía de vida se basan en el “éxito”, el que a su vez se mide en los ingresos mensuales y anuales, el patrimonio tangible y en el tener más que en el ser, no es sorpresa que sus rostros más visibles aboguen por una educación superior que moldee a futuros profesionales de acuerdo a esos criterios. Lo triste es que muchas personas se tragan ese cuento servido en hojas mercuriales, y hay padres y madres que, en momentos que usted lee estas líneas, están tratando de convencer a su hijo o hija para que desista de estudiar lo que, por vocación desea, argumentando que “el mercado” dice otra cosa. El maldito todopoderoso señor mercado, que excluye, segmenta y destruye la esencia del ser humano.

El ministro de Educación, Joaquín Lavín, ícono del opus deísmo más recalcitrante, avalado por el presidente-empresario y un séquito de asesores y secretarios de Estado provenientes de las familias más poderosas del país, saben que cuentan con apenas 4 años para realizar transformaciones o mejor dicho, regresiones a un sistema educativo, social y cultural contra el que generaciones han luchado a lo largo de décadas.

Chile, así como muchos otros países, necesita de personas, profesionales y técnicos, y no de robots funcionales a la productividad, al lucro. La educación de mercado es la que favorece al actual sistema, en el cual no tienen cabida los artistas, historiadores, profesores y humanistas, sino sólo aquellos que “rindan”, que demuestren eficiencia y eficacia, razón por la que miles de niños y niñas quedarán automáticamente marginados. Y eso sin mencionar a quienes sufran alguna patología sicomotora, intelectual o de cualquier tipo.

Desde que la dictadura militar municipalizó la educación, la brecha entre colegios pagos, particulares subvencionados y dependientes de las municipalidades se amplió, iniciándose un progresivo deterioro que permite hoy la existencia de alumnos y alumnas destinados a servir a la clase más privilegiada.

Si bien es cierto que siete de cada diez estudiantes que acceden a la universidad son, muchas veces, primera generación en su familia, también es verdad que existen inmensas dificultades de obtener un empleo digno para esos jóvenes, ya sea por su falta de redes, barrio del cual proceden y escuela donde estudiaron, sus apellidos y hasta su color de piel, estatura o el modo de hablar y vestirse. Porque Chile es un país clasista, y con seguridad que un “niño bien”, de “buena familia”, que habita en el barrio alto y cuyos padres poseen una amplia red de contactos en empresas públicas y privadas, tendrá más posibilidades de obtener un trabajo bien remunerado aunque no esté tan cualificado como el chico de barrio pobre. A modo de ejemplo: en este país, quienes habitan en zonas carentes evitan poner en sus CV su dirección real, y ponen una de calles más acomodadas.

El proyecto educativo del actual gobierno, en el que Piñera y muchos de sus ministros y ministras demuestran una ignorancia supina al abarcar distintos temas generales, denotando un desprecio absoluto por la cultura, la lectura y el debate, apunta a crear robots acríticos, basándose en realidades europeas, asiáticas o estadounidenses qua nada tienen que ver con nuestra realidad.

Es el caso de Finlandia, un pequeño país escandinavo con un alto estándar de vida gracias a una formación tecnológica. Pero sólo eso. Porque Finlandia no es solamente telefonía celular y maquinaria dedicada a la explotación minera, es también un altísimo nivel de alcoholismo, problemas psiquiátricos, soledad. Baste acudir a algún “ravintola”, o restaurante local, donde es preciso contar con matones contratados como guardias en cada sitio para frenar la violencia y el nivel de agresividad entre los parroquianos. Hasta mediados de los años 80, los fineses constituían una de las mayores colonias de inmigrantes radicados en Suecia y Noruega debido a los atractivos salarios, que distaban mucho de los que se pagaban en Helsinski.

En Japón, una de las sociedades más tecnologizadas del orbe, la presión es tal que sus ciudadanos y ciudadanas optan por quitarse la vida si no cumplen con los objetivos laborales o fracasan en sus estudios. Los “hoteles-colmena”, pequeños habitáculos disgregados en las ciudades sirven de refugio nocturno para aquellos trabajadores que, fatigados por largas jornadas, se toman un par de copas, duermen algunas horas y regresan a su lugar de trabajo; sin contactos familiares, de amistad o sociales. Japón es también una sociedad xenófoba y racista, donde la palabra “Gaijin” es empleada para referirse a quien no es natural de ese país.

Estados Unidos de Norteamérica es lo que es: primera potencia mundial pero no solamente gracias al tesón de sus habitantes. Ha explotado recursos naturales de todo el planeta; iniciado guerras para hacerse con el oro, el petróleo, el agua y los alimentos existentes desde su creación, pero un ciudadano promedio escasamente sabe dónde queda Chile o si España es una república. La cultura de la hamburguesa, la tele basura y la Coca-Cola reinan en el país del Norte. Más de 30 millones de personas viven indocumentadas, sin acceso a las bondades del sistema, ni salud, previsión o jubilación; el racismo y los conflictos interétnicos cobran a diario sus víctimas y en los colegios y universidades guardias fuertemente armados vigilan a los jóvenes que, de tanto en tanto, protagonizan masacres que no deseamos en nuestras escuelas. Estadísticas recientes demuestran que la población norteamericana vive angustiada, endeudada y con miedo a los atentados terroristas, la vilencia y la delincuencia. Ese es el tipo de sociedad que han creado.

Según el actual gobierno chileno, los países anteriormente mencionados son sinónimo de “éxito”; de progreso, dignos de imitar.

Chile es un país con bajos niveles de tolerancia a la diversidad, dominado por una elite política y económica que no se distingue precisamente por su bagaje cultural pero sí por su ostentación y prepotencia. Muchos dueños de universidades privadas son el mejor ejemplo de ello, así como el “producto” que arrojan al mercado laboral.

En este país, donde la educación de mercado reina por doquier, no sobran las personas, menos aquellas que cuestionan, critican, polemizan, debaten y discuten, ponen en entredicho al poder; por el contrario: si contamos con una masa crítica educada y culta, podremos hacer frente a intentonas sacadas de planteles de tiza y pizarrón que pretenden convertirnos en meros entes.

Por Enrique Fernández Moreno

COMENTARIOS:

Y claro que esperaban, a la clase dominante no les interesan mentes pensantes, de eso se encargan ellos, los demas solo deben ser personajes productivos, sin capacidad de pensar o generar politicas que modifiquen sus sistemas, solo producir y producir mercancias factibles de vender en los mercados, para lucrar y seguir lucrando, ese es el principio y fin de la educacion de mercado, optimizar el mercado laboral productivo en aras del lucro.

Pero lo extraño es el silencio de la iglesia catolica, se pronuncia por el aborto, pero del humanismo y por extension al humanismo cristiano…nada, nada…bueno pronto se veran los resultados y seremos testigos….pero de Jehova.

Muy buen articulo
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Estimado Enrique, encontrando bastante bueno tu análisis, discrepo de su enfoque. En primer lugar no creo que Lavín quiera formar robots. Tiene un enfoque funcional levemente diferente del que utilizó la concertación durante veinte años. Los análisis tienen que ser críticos en referencia al sistema educativo, independientemente de quien lo aplique. Tanto la Concertación como Lavín no disponen de un modelo educativo efectivo porque no han hecho análisis en profundidad y porque además comparten a los mismos asesores.

Vamos a una discusión de fondo, como planteó Maturana en los 80. ¿Para qué educamos a nuetros hijos? ¿Cuales son los elementos, competencias, saberes, contenidos que son realmente significativos en la Sociedad de la Información?

Asumamos el cambio sociocultural que han generado las TICsnologías y dejemos atrás los paradigmas de la Sociedad Industrial, incluyendo los paradigmas políticos.

Un atento saludo y gracias por tus escritos

Dr. Selín Carrasco MBA
Coordinador para Latinoamérica
RED UNISIC (Universidad y Sociedad de la Información y del COnocimiento)
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Excelente artículo, felicitaciones.

Pienso qiue todo está armado para que no formar jóvenes críticos,con ideales, y que sean capaces de defender sus creencias e ideas. Concuerdo cien por ciento que lo que se busca es seguir formando mano de obra barata, que no piense ni arme olitas, y que trabaje cabeza gacha sin mirar para ninguna parte porque se pierde dinero. ¿Qué nos pasó que llegamos a esto? Me preocupa, porque nos siguen mostrando un país que no es. Como me gustaría imitar a nuestros hermanos argentinos, que arman troya ante cualquier intento de vulneración a sus derechos y lamentablemente, eso, de algún modo, es cultura. Y este gobierno necesita clase obrera inculta, desinformada y sin ninguna capacidad de participar en alguna organización social. ¿Qué haremos? Nunca me imaginé que a través de tantos decretos se podían privatizar tantas cosas y cambiar otras, ¿por qué la concertación no utilizó estos medios?

Gran responsabilidad tienen los periodistas y los medios de comunicación. Adiós.
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Educación orientada a la Producción y no a la Creación. Esto permite que el país crezca pero que jamás se desarrolle.

Crecimiento se indica como el aumento porcentual del capital concentrado, Desarrollo es como la población ha mejorado sus estándares de salud, educación y como la sociedad ha alcanzado innovación frente a desafíos nuevos.

Chile condenado.




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